Aquella estremecedora película se queda corta ante lo que nos
plantea “La vida de los demás”, del
director y escritor Mohammad Rosoulof pendiente de sentencia judicial por mostrar
en su cine la represión que ejerce el gobierno de su país. La película que ganó
el oso de oro en el festival de Berlín relata cuatro historias, todas ellas
vinculadas con la pena de muerte. Pero
son historias cotidianas, de personas que lejos de aparecer como monstruos viven
y relacionan con su familia como cualquier otro ciudadano. Hasta los verdugos
recogen a sus hijos del colegio, hacen la compra a la madre enferma o ven la televisión
con su mujer.
La primera historia es la más impactante, una clase de
dirección y guion cinematográficos. Las demás decaen en interés, pero lo
importante es el compromiso del director con el público, su defensa abierta de
los derechos humanos y las criticas a cualquier régimen totalitario que obliga
a los ciudadanos a cumplir sus órdenes.
“La vida de los demás” es un alegato contra la pena
de muerte, una muestra de la brutalidad ejercida por el estado en un país como
Irán. Cincuenta y cuatro países mantienen todavía la pena capital como denunció Amnistía Internacional
en su informe de 2020.
“La vida de los demás” se suma a títulos míticos que
abordan la pena de muerte en narraciones como “Quiero vivir”, “Pena de muerte”,
“La milla verde”, “Bailar en la oscuridad”, “A sangre fría” o aquella obra
maestra de Luis García Berlanga, titula “El verdugo”.
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