6/18/2020

VUELTA A LA SALA OSCURA: PREPARADOS, LISTOS...





El 9 de marzo fue el último día que asistí a un pase. Fue en el Renoir de Plaza de España y la película se llamaba Temblores”, como si fuera una premonición del terremoto que acechaba nuestras vidas.

Era una película guatemalteca que narraba una relación homosexual en una sociedad profundamente machista y más si uno de los protagonistas es un hombre casado y perteneciente a la iglesia evangélica. Tengo aquel 9 de marzo muy escondido en la memoria.

La cifra de contagiados y de muertos iba aumentando en España, cerraban algunos colegios y comenzaban a adoptar otras medidas restrictivas y recomendaciones a los mayores. Cinco días después se decretaba el estado de alarma en el que seguimos inmersos, más de tres meses después.



Recuerdo que me llamó la atención que aquel día, el metro, la línea cuatro, iba casi vacía. No era normal que apenas media docena de pasajeros viajáramos en el vagón a las 9.15 de la mañana. Nos manteníamos alejados unos de otros y ya una de las personas portaba mascarilla. No teníamos muy claro por qué, pero la sensación era que algo pasaba o de que estaba a punto de ocurrir.

En los días siguientes las distribuidoras comenzaron a anular sus pases y de repente, de la noche a la mañana, dejamos de vernos en las salas, como veníamos haciendo de manera regular en los últimos diez años. Eso en mi caso, porque otros muchos llevan décadas sin perderse una película y yo que en los ochenta y noventa tampoco solía faltar hacía años que, por otras obligaciones profesionales, tenía que refugiarme en el dvd para no perder mi larga vinculación con el cine.

Me pregunto ahora, con esa vuelta a la “nueva normalidad” como afrontaremos nuestra vuelta a las salas mientras las distribuidoras anuncian nuevos estrenos y para el día 25 se prepara la cuarta edición del festival de cine de Barcelona que organizan los cines Verdi de esta ciudad, en colaboración con Acontracorriente.






Yo veo las salas repletas de mascarillas. Espero que no sean uniformes y puedan diferenciarse para que así nos conozcamos unos a otros. Pienso en el rostro vendado y las gafas oscuras del hombre invisible, no estaría de más, para escondernos del virus; pero también pienso en Hannibal Lecter y aquella mirada con el rostro aprisionado, para evitar que degustara nuestros órganos. Han pasado más de noventa días sin ir al cine, tres meses largos que han dado para mucho y han avivado nuestra imaginación. La sala de estar nos ha mantenido conectados lo que hace falta es volver a la sala oscura.










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