6/13/2020

VENEZUELA: UNA CRISIS QUE NO SE DETIENE.



“YO QUIERO DESESPERADAMENTE TENER ESPERANZA. Entrevisto a Anabel Rodríguez Ríos, directora del documental “Erase una vez en Venezuela”, una metáfora sobre la situación que vive este país latinoamericano.




Me parece una de las propuestas más interesantes de este último año (2020). El documental “Érase una vez en Venezuela” (“Once upon a time in Venezuela”), narra a lo largo de cinco años el deterioro de una pequeña comunidad, Congo Mirador, situada al sur del Lago Maracaibo.

Está en la zona del mayor yacimiento de petróleo en Venezuela, pero su deterioro se va haciendo patente en el trascurso del rodaje. Un pueblo que es un espejo de la realidad venezolana, una metáfora a través de una comunidad que se dedica especialmente a la pesca pero que lentamente va viendo como todo, a su alrededor, se va desvaneciendo. La corrupción, la contaminación ambiental, la creciente sedimentación y el abandono de los políticos hicieron que la pequeña localidad se fuera despoblando.

Cuando, Anabel Rodríguez Ríos comenzó a rodar la película, en 2013, había unas setecientas personas, cuando se fue en 2018, no eran más de trescientas. Hoy, en junio de 2020, tiene apenas quedan diez habitantes. Su idea inicial era rodar a los niños, pero en su segundo viaje se habían marchado casi todos. Yoani, tenía 9 años cuando comenzó a rodar y 14 cuando terminó. Ella también fue una de las protagonistas del documental. En Congo Mirador se produjo un éxodo continuo, por el progresivo deterioro de la localidad y el desencanto por las promesas incumplidas.





Tamara y sus "santitos"

La líder chavista de Congo Mirador, Tamara afirma durante el documental que su fidelidad será para siempre, porque era el deseo de “aquel torrente que significó el comandante Chávez. Voto a Maduro porque él, lo designó”. Cada voto cuenta y hace todo para obtenerlo. Natalie, la maestra, representa tímidamente, a la oposición, pero sus mayores preocupaciones son la falta de niños en la escuela y la escasez de material escolar, en un aula que se cae a pedazos.

Érase una vez en Venezuela” estuvo en febrero, en Sundance 2020, siendo la primera vez que un documental de este país llegaba al prestigioso certamen estadounidense. En junio participó en el mayor festival de documentales en Norteamérica, el Hot Docs, que se celebró en Toronto de forma virtual, debido al Covid19. En España estaba previsto que se viera en la sección oficial de documentales del festival de Málaga, suspendido también por el coronavirus…

Anabel Rodríguez Ríos, reside actualmente en Viena, donde ha hecho de todo para vivir. Videos en bodas, bautizos y otros eventos sociales o trabajadora en Ongs que ayudan a refugiados de diferentes partes del mundo. Ha vivido fuera durante mucho tiempo ya que durante siete años estuvo en Londres, donde se formó en la Escuela de Cine. Regresó a Venezuela y posteriormente se trasladó a Viena de donde es su expareja, el padre de su hijo, productor de la película.

Pude conversar con ella durante una mañana de domingo, aprovechando que su hijo entrenaba en su equipo de fútbol. Hablamos de Venezuela, de Congo Mirador y de su película que recorre festivales.

PREGUNTA. - ¿Cómo se ve Venezuela desde la distancia?

RESPUESTA. - Con respecto a Venezuela, yo y mucha gente estamos como quebrados moralmente porque una se esperaba que la cosa no llegara a este punto. Es una mezcla entre estar quebrada por dentro y al mismo tiempo buscando dentro de mí algo que queda y tenga la oportunidad de que Venezuela salga, renazca.

P. - Nos hablaba de Venezuela y en el caso de Congo Mirador donde ha estado rodando cinco años?

R. - Congo, es como un espejo de mí misma, de mi familia. Espero que resurja como el ave fénix porque de la devastación y de ese abandono total, confío en que quede algo. Mi sentimiento, en definitiva, respecto a Congo Mirador. es de una gran nostalgia

P.-El filme que muestra la crisis económica y medioambiental de la región como una metáfora de la propia Venezuela, da voz, sobre todo, a las dos mujeres a las que me he referido anteriormente.

Sí, acabamos concibiéndolo como una metáfora de nuestro país, aunque no era esa la intención cuando iniciamos el documental. Si Tamara y Natalie son protagonistas de la película, pero a las diferencias entre las dos se suman los problemas ecológicos y la desatención gubernamental que sufre Congo Mirador, cuyo ecosistema está afectado por la creciente sedimentación que se cierne sobre la zona.

P. - ¿Cómo fue el rodaje? Porque su historia trascurre a lo largo de cinco años.

R.- Mi interés, en un principio, estaba en seguir a los niños y como se desenvolvían en Congo, como era su vida allí en sus palafitos construidos sobre el lago. Rodamos y fuimos siguiendo historias y recogiendo las opiniones de diferentes personajes, pero siempre tienes la sensación de que muchas cosas se quedaron fuera porque, es imposible prender la realidad, tal cual es.

P: - ¿Y cómo fue el encuentro con Tamara, la líder chavista de Congo Mirador?

Tamara Villasmil, representante del Partido Socialista Único de Venezuela, me llamaba mucho la atención, pero no quería nada conmigo ni con el resto del equipo por ser “escuálidos” que, es como nos denominan en Venezuela a aquellos que no somos chavistas.

Si tenía relación con la maestra Natalie, con la que ya estaba rodando, pero, para darle más fuerza a mi película tenía que conseguir que la relacionara con el “todo” de Congo y el “todo” era Tamara. A los tres años conseguimos entrar en su casa, gracias a que ella es, sobre todo, una empresaria y los negocios están siempre en su punto de mira. Tuvimos problemas con la vivienda en la que solíamos quedarnos y hablamos con ella. Le dijimos que no sabíamos cuánto tiempo estaríamos, pero que durante ese año iríamos a Congo en tres o cuatro ocasiones. Le dijimos la cantidad que le pagaríamos y enseguida se puso de acuerdo con nosotros. No quería que el pueblo se perdiera porque su negocio estaba allí, con los diez barcos que tenía para trasladar a todo aquel que quisiera moverse.

P.- Uno de los momentos más comentados de la cinta y al mismo tiempo críticos es la reunión que mantienen los representantes de Congo Mirador con el gobernador de Maracaibo, Francisco Arias Cárdenas, posteriormente representante de Venezuela en México. Una entrevista de la que solo sacan falsas promesas.

R.- Hasta ese momento yo, como ciudadana, sentía mucha rabia en relación al chavismo, pero también por la gente que apoyaba al chavismo. Y es quizás en ese momento, durante la reunión, cuando me doy cuenta que, realmente los afectados somos todos los ciudadanos y quien sabe si quizás también muchos estratos del poder en Venezuela. Es en esta coyuntura cuando uno se da cuenta que no hay ganadores en la situación que vive Venezuela.

P.- Si, resultaba frustrante ver la amabilidad, las buenas palabras y la evidente falsedad del gobernador que reúne a los representantes de Congo

R.- La reunión responde a un programa promocional que era algo así como “el gobernador con las comunidades” Lo curioso es que graba a todos los que asisten, incluidos nosotros. La propaganda ha sido uno de los pilares del chavismo. El gobernador promete, pero da pocas soluciones para conseguir motores para las embarcaciones, el alcantarillado o luchar contra la sedimentación. Al final ni un diez por ciento de lo que prometió llegó a Congo Mirador.

P.- ¿Da la sensación, viendo la película, que parece que el gobernador no era consciente de su falta de credibilidad?

R.- Lo suyo era pura demagogia, lo hace para lucirse, como una muestra de su aparente carisma. Aquello tuvo mucho valor para nosotros. Tamara, sin embargo, tras la reunión, se va un poco humillada y creo que experimenta una gran decepción porque no se atendieron nunca las necesidades del pueblo. Pero la decepción es también la falta de confianza en el gobierno, que no es solo de ahora, es algo crónico en el venezolano y algo naturalizado…En estas dos cosas está lo más evidente de la situación. Primero la naturalización de la demagogia y segundo la naturalización de la corrupción. La misma Tamara lo perdió todo, pero ha rehecho sus negocios en otra ciudad, ya sobre tierra, y por supuesto, sigue vinculada al chavismo.

PREGUNTA: Llama la atención que, sin ningún tipo de rubor, la candidata chavista ofrezca regalos como celulares o tablets a cambio del voto. ¿Eso es así, se ha generalizado ese tipo de corrupción?

Si quizá allí, en el Congo es evidente, aunque no diría que este tipo de prácticas se den en toda Venezuela. Pero en mi país si ha habido manipulación del sistema informático como se ha venido denunciando. A mí lo que más me indigna y me conmueve es que la corrupción se ha hecho en estos tiempos, una suerte de valor, algo muy normalizado, muy habitual. Y eso, yo creo, que está, en todos los niveles.

P.- A Tamara solo le contradice Natalie, la maestra que, se nos muestra muy escéptica y desilusionada ante el futuro. Un aula en pésimas condiciones, falta de material, los alumnos se van marchando a otros lugares…

R: - Si, totalmente, la decepción es su rasgo fundamental y con el tiempo Natalie se fue haciendo su propia composición de la situación. Es un personaje extraordinario que también tuvo que marcharse. Tengo contacto con ella a través de las redes, se convirtió al evangelio y es que cada vez son más los evangelistas en Venezuela, ante ese estado de abandono absoluto en que se están viendo sumidos. En situaciones así uno es uno y el cielo protector y ya.

Natalie,la maestra

P.- Comentábamos antes que Yoani, la niña que siguió en el pueblo mientras rodaba la película, participa en un concurso de belleza. Esas fiestas de la belleza tienen mucha tradición en Latinoamérica y no dejan de convertir a las mujeres en objetos de deseo. Es una secuencia que se sale un tanto de la narración.

R.- Sí, pero refleja algo muy habitual en Venezuela, una fiesta que se celebra en todas las localidades del país, por pequeñas que sean. Me empeñé en dejarla porque es un rasgo de la sociedad venezolana, hasta en los lugares más recónditos. Por otro lado, Venezuela es el país de América Latina con más embarazos entre las adolescentes. Es escandaloso. Las niñas tan pronto se desarrollan son consideradas ya objetos de deseo sexual y de sumisión para que se conviertan en las mujeres de la casa.

Ese acto de la reina de belleza infantil, es un rito que veo como una forma de perversión y todo el mundo lo acepta como algo muy importante. No importa lo pobrecita que seas porque para esas fiestas tienes que tener tu vestidito…Yo no lo vi como algo raro hasta años después de estar fuera de Venezuela. Es el inicio del juego sexual para las niñas.

P.- Qué perspectivas ve para Venezuela justo ahora que se enfrenta al COVID19.

R.- Sigo la situación a través de mi familia. Menos mal que estoy en Viena porque si no, no sé cómo harían para vivir. Yo como, otros muchos de nosotros, mandamos plata a nuestros padres y a nuestros abuelos, porque sin dólares el panorama es negro, negro, de verdad. Veo una gran incertidumbre. Ahorita, tras el acuerdo con Irán para la gasolina, mis padres que tienen más de setenta años han estado tres o cuatro días seguidos, turnándose, para conseguir veinte litros de gasolina, en una ciudad, Caracas en que hay zonas en las que, si no te mueves con el carro, no puedes llegar en el trasporte público. Mi madre que es un arquetipo de mujer venezolana, muy energética, muy jefe y patriarcal se pregunta dónde están los políticos, donde está Guaidó, porque parece que no tienen una percepción real de lo que está pasando. La situación es desesperada.

P.- ¿Pero, Anabel tiene esperanza de que se puedan encontrar soluciones en un futuro próximo?

A ver qué pasa con las elecciones (se celebrarán el 6 de diciembre). YO QUIERO DESESPERADAMENTE TENER ESPERANZA, es una situación que socava a la gente en su dignidad, pero también en lo existencial. El problema es educacional, es moral y hay que buscar que podamos desarrollarnos como seres humanos.

Anabel, en la distancia sigue teniendo a Venezuela muy presente, porque allí están sus padres y el resto de su familia y continúa teniendo esperanza en que algún día Venezuela pueda recuperarse económica y anímicamente. Trabaja actualmente con PROVEA, una organización de derechos humanos, con treinta años de funcionamiento y que estudia las violaciones de derechos humanos en el país. También trabaja con comunidades indígenas al norte del Amazonas, en Venezuela. Es una zona, de grandes conflictos porque hay minas de oro y los paramilitares intentan controlarlas. La organización para la que trabaja se llama Wataiba.

“Erase una vez en Venezuela”, como se recoge al final de la cinta está “dedicada a todos los habitantes de Congo Mirador”.


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