Los viernes no hay fútbol de primera ni tampoco competiciones europeas . Es algo extraño. Sólo un día a la semana sin que oigamos hablar de resultados y sin que tomemos el café con la sonrisa de la victoria o el amargo sabor de la derrota.
Las mañanas de los sábados son placenteras, de espera ante lo que nos llega. Durante la tarde y la noche las televisiones competirán por ofrecernos los mejores partidos, las mejores jugadas, las más polémicas; las opiniones de los espectadores, del primo de un jugador o de su tía y después rematarán hasta la madrugada con sesudos analistas ,periodistas o ex jugadores , en debates interminables en que suben la voz hasta anular la del contrario.
Ya no se puede hablar del partido porque de cuál se trata del que jugaron ayer o del que juegan mañana. Las competiciones se desarrollan a un ritmo frenético y ya empezamos a acostumbrarnos que haya tantas lesiones y tanta presión en cada encuentro. Y mientras, los espectadores comienzan a alejarse de los estadios. Como ocurrió con el cine que ha visto que son cada vez menos las personas que acuden a las salas, lo mismo está sucediendo en los campos de fútbol.
Daba pena ver el otro día el Manzanares con apenas doce mil espectadores, menos de la cuarta parte de su aforo, en el partido de la Liga Europa que enfrentaba al Atlético de Madrid y el Udinese y en el que por cierto, se vio, una de las mejores jugadas de la temporada que acabó en el tercer gol del Atlético tras pase de Adrián a Diego. Doce mil espectadores y eso que dicen que la del Atlético es uno de las mejores aficiones del mundo. ¿Dónde estaban los cuarenta y cuatro mil restantes?. Pues sencillamente en su casas ,ahorrándose el dinero de la entrada o con los amigos en los nuevos bares repletos de pantallas gigantes en que puedes ver el partido y recrearte una y otra vez en las jugadas, sin humo pero con cervesita.
Aquella canción que hoy tildaríamos de machista, por qué, por qué, los domingos por el fútbol me abandonas, no deja de ser una anécdota.
Las televisiones marcan los horarios y los abonados , los espectadores , tienen que amoldarse a las decisiones que se adoptan. A nadie se le avisa previamente al inicio de la temporada que su equipo jugará tal domingo a las diez de la noche o el lunes o el viernes si hablamos de segunda o ahora los domingos por la mañana para que los chinos y el resto de asiáticos se enganchen a “la mejor liga del mundo” y aporten su “dinerito” a las cadenas que tienen los derechos de las retransmisiones de los partidos.
Tanta saturación puede llevar al hartazgo y que acabemos sin saber ni quien juega, ni contra quién juega , ni en dónde juega nuestro equipo. Este fin de semana liga y mañana también. Después la selección a Costa Rica y vuelta a la Liga, a la Copa y enseguida las competiciones europeas. Miro la cartelera y elijo “Melancolía” de Lars von Trier. Se estrena esta semana. El danés se ha montado su particular apocalipsis. Un mundo onírico que parece derrumbarse y convertirse en una especie de pesadilla poética .¿ Ocurrirá lo mismo con el fútbol?
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