Los festivales sirven para que nos conozcamos todos un poco, que sepamos cuál es el cine que se hace en Argentina, en Brasil, México o España. Las películas no llegan a través de la distribución comercial y los certámenes de cine contribuyen a su difusión y a reafirmar la vocación cultural de una ciudad o una comunidad. Esta idea puede derivarse de un encuentro cinematográfico como es la Muestra de Cine Latinoamericano de Cataluña, en Lleida, que desde hace dieciocho años no ha faltado nunca a su cita. Mayoría de edad para un certamen en el que ha contribuido sin duda, la presencia desde su inicio del mismo director, Juan Ferrer, que hoy por hoy debe ser el que más años ha estado al frente de un festival, de todos cuantos se celebran en el estado español.
La continuidad ha ayudado a reafirmar este certamen que se inauguró este viernes con la entrega de premios a algunos de nuestros más importantes representantes internacionales. El realizador mallorquín Agustí Villaronga ('Pan negro') obtuvo el premio Jordi Dauder, establecido en recuerdo al actor fallecido el pasado año. Hubo asimismo sendos premios de honor. Uno para el actor argentino Eduardo Blanco, al que cada vez vemos más en nuestro cine y al que conocimos sobre todo por títulos como 'El hijo de la novia' o 'Luna de Avellaneda', y el otro para el realizador ilerdense Jaume Balagueró, que se ha convertido en un auténtico maestro del cine fantástico y de terror con títulos que han traspasado nuestras fronteras como 'Darkness', 'Rec' o la más reciente 'Mientras duermes'.
Jaume Balagueró dedicó el premio a sus abuelos porque fueron ellos, de alguna manera, los que le hicieron amar el cine. En casa de los abuelos paternos bebió de toda la literatura, de todos sus géneros y en la de los maternos consumió multitud de películas en Super 8. Fue el recuerdo a quienes ya no están, pero que marcaron decisivamente su vocación como cineasta y una carrera llena de reconocimientos.
De alguna manera también los festivales ayudan a formar y desarrollar a una sociedad. El cine latinoamericano no ha llegado con frecuencia a nuestro país y si lo ha hecho, ha sido gracias a certámenes de estas características.
Todavía recuerdo aquel primer Alcances que bajo la mano de Fernando Quiñones y del también desaparecido José Manuel Marchante difundió a principios de los años setenta, en Cádiz, un cine diferente y en el que los movimientos cinematográficos de Latinoamérica ocupaban un lugar destacado. El testigo lo tomó después Huelva de la mano de José Luis Ruiz, quién llevó adelante un excelente festival por el que pasaron los mejores directores y actores de la época como Luis Buñuel, el Indio Fernández, Fernando Rey, María Félix o Mario Moreno 'Cantinflas', del que este año se conmemora el centenario de su nacimiento.
Huelva ha continuado con otros directores y sigue siendo un referente de la cinematografía latinoamericana, pero da la impresión de que las instituciones no apoyan lo suficiente al certamen que, junto a Lleida, son la punta de lanza de una cinematografía que debería estar mucho más cerca de nosotros, así como el cine español en Iberoamérica. Como decía Luis Eduardo Aute, ahora que la palabra 'crisis' se ha adueñado de nuestro vocabulario, 'más cine, por favor'
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