2/09/2024

LAS CHAPAS QUE JUEGAN EN LA MEMORIA

 




El otro día encontramos en el trastero una caja de cartón con el Subbuteo , aquel juego que siguió la tradición de las chapas en los años ochenta y noventa. Mi nieto alucinó con aquel campo de fútbol de felpa, los muñequitos que se utilizaban y en su defecto los equipos de chapas minuciosamente guardados y cada uno con sus colores apropiados.

Cuando yo era niño, las chapas eran uno de nuestros juegos `preferidos. Como en las familias numerosas, como en la mía, no entraban con frecuencia en las casas botellas de refrescos o cervezas acudíamos a los bares para tratar de conseguir las mejores chapas y de vuelta a nuestra casa, las reconvertías en jugadores, reservando las que estaban más planas, para las estrellas de los equipos .

Aquellos partidos que, en nuestra casa disputabas con los hermanos o los amigos en las frías baldosas del cuarto de estar o del dormitorio común, eran intensos y en ocasiones hasta los retrasmitías. Cada uno tenía sus propios equipos y participaban de lleno en los campeonatos que organizábamos a nivel local o internacional con alguno de los grandes equipos d ellos sesenta como el Inter de Milán o el Benfica de Coluna, José Augusto, Torres, Eusebio y Simoes que ganó dos copas de Europa consecutivas a Barcelona y Real Madrid. Aquella delantera la recuerdo perfectamente, gracias a las chapas porque el fútbol no se veía apenas, en televisión salvo partidos de mucho nivel como la Copa de Europa o el que veíamos todas las semanas de la Liga española.

Mi nieto, literalmente, se encandiló con aquellas chapas y las explicaciones que le dábamos mi hijo y yo, contándole que, ni en mi infancia ni tampoco en la suya había plays ni nada electrónico, informático o digital  que se les pareciera lo más mínimo.  Las chapas y su cuidado era uno de nuestros objetos más preciados. El campo de fútbol, a falta todavía del Subbuteo era ,como digo, las baldosas que también nos servían para delimitar las diferentes zonas como el centro del campo o las áreas y las porterías las elaborábamos con cajas de zapatos que cortábamos convenientemente. El balón eran garbanzos más o menos redondos, sin aristas y en ocasiones hasta los coloreábamos.

El otro día cuando conocimos la muerte de Miguel Ángel ,mítico portero del Real Madrid, supe que ya no jugaba a las chapas porque el guardameta jugó en los setenta-ochenta alternándose en la portería durante quince años con Mariano García Remón, otro enorme portero. A ambos tuve la suerte de verlos en muchas ocasiones en el Bernabéu y disfrutar con sui agilidad y paradas imposibles. En aquellas décadas ya no era el niño que disfrutaba y se aprendía las alineaciones de memoria gracias a las chapas. Ya había roto con la infancia que, con trece años, me permitió ver y recordar la sexta Copa de Europa del Madrid en Bruselas con victoria por dos a uno frente el Partizán de Belgrado. Tengo la alineación en mi memoria: Araquistaín que se alternaba en aquella época con Betancour,  Pachín que sustituyó a Calpe, De Felipe, Sanchís , Pirri , Zoco, Serena, Amancio, Grosso, Velázquez y Gento. No había sustituciones. Si un jugador se lesionaba había que jugar con uno menos y de ahí que se popularizara el llamado “gol del cojo” porque quien sufría una lesión se iba para arriba y de vez en cuando cazaba algún balón perdido que acababa en el fondo de la red.

Repaso aquella alineación del 66 y solo viven Pirri, actual presidente de honor del Real Madrid y Araquistaín. No queda nadie más. Son ya fantasmas de tardes de fútbol, de ruidos ensordecedores de los estadios, de retrasmisiones radiofónicas…  Quedan vivos en nuestra memoria y en aquellas chapas de nuestra infancia, como las encontradas en los trasteros, escondidas en viejas cajas de cartón.

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