4/15/2021

“UNA VETERINARIA EN LA BORGOÑA”. EL CAMPO ATRAE A LOS CINEASTAS FRANCESES.







Noto una cierta atracción de los cineastas franceses por la campiña como si el covid 19 les hubiese invitado a alejarse del agobio de las ciudades.

Si bien, los títulos que he visto en las últimas tres semanas no pueden decirse que respondan a un ambiente bucólico y pastoril, si están situados en diversos escenarios rurales del país galo.

“El horizonte” nos lleva al último tercio del siglo pasado para hablarnos de granjas y pollos bajo una ola de calor .

“La nube”, en cambio, apostaba por el porvenir, con una mujer empoderada luchando contra todo y todos  para sacar adelante un criadero de saltamontes, insecto que se vislumbra como un alimento de futuro, por su gran poder proteico. Aquí del drama rural se pasa al terror mientras que en “El horizonte”, se pone más énfasis en el periodo de iniciación de un adolescente, las relaciones de pareja y la pasión que crece al mismo tiempo que suben las temperaturas.

Esta semana tenemos otra versión diferente con “Una veterinaria en la Borgoña”( 97’), una comedia que firma Julie Manoukian ,agradable de ver, intrascendente y que no veríamos con desagrado si nos la pusieran en una sesión de tarde de fin de semana, aunque eso no quiera decir que renunciemos a pasar por la sala oscura.

Desde luego no es una historia nueva ni muy original, pero resulta fácil de ver en estos tiempos en que buscamos una manera de evadirnos de todas las derivaciones que trae consigo el covid 19.

Aquí una joven investigadora, Alexandra, Noémie Schmidt, a la que no hemos visto con demasiada frecuencia en nuestras pantallas, deja París para atender, supuestamente, a su tío enfermo, que vive en un pueblecito de la Borgoña, donde ella pasó su infancia. Una vez en su pueblo, en sus orígenes descubre que su tío lo que realmente quiere es que se haga cargo de la clínica veterinaria que dirige junto a Nico (Clavis Cornillac) porque quiere jubilarse.


A partir de ahí comienza el enredo con una Alexandra que se debate entre marcharse por donde ha venido o implicarse como veterinaria en el pueblo, en principio durante las vacaciones de verano. Perros, gatos, pájaros, vacas, ratas y hasta caracoles son objeto de los cuidados de Alexandra que debe mostrar sus cualidades frente a un entorno machista. Se la menosprecia, se la hace de menos, pero es una mujer capaz de lidiar con todo y además, con el apoyo incondicional de una niña que, la acompaña cada vez que tiene que acudir a una granja de la zona. La niña de apenas diez años, es su alter ego y en cierto modo una apuesta por el futuro del entorno rural.





Ya digo, una comedia intrascendente, sin sorpresas, pero que resulta y que es una apuesta por la naturaleza y los animales ambientada en la Borgoña donde, eso sí, no tenemos acceso a sus mejores vinos. Será porque es una película apta para cualquier público.









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