No hacía falta tocar a Trump para conocer el futuro que nos esperaba. Las imágenes de este miércoles en el Congreso de los EEUU no son ficción y si el resultado de la gestión y el empecinamiento de un presidente enloquecido, empeñado en que el resultado electoral del pasado noviembre fue ilegal, que el recuento de votos no era el real y que él seguía siendo el presidente de Estados Unidos.
Da igual, que se le haya dicho que los resultados son los que son, que Biden, ya ratificado en el Congreso con posterioridad al asalto, tomará posesión de su cargo el próximo 20 de enero y que lo que tiene que hacer es marcharse a su casa porque seguro que no le faltará un lugar para alojarse, una vez deje la Casa Blanca.
Lo último que ha dicho es que facilitará la transición, aunque sigue insistiendo en el fraude electoral. Su irresponsabilidad ha sido tal que alentó a la revuelta contra la confirmación de Biden en el Congreso y promovió que miles de sus seguidores se manifestaran en Washington y que posteriormente, muchos de las cuales, irrumpieran violentamente en el complejo del Capitolio. Durante cerca de cuatro horas, ante la sorpresa de millones de telespectadores en todo el mundo, camparon a sus anchas por el interior del Congreso sin que viéramos una respuesta contundente por parte de las fuerzas de seguridad. Posteriormente hubo enfrentamientos y disparos que causaron cuanto menos cuatro víctimas mortales y más de una docena de heridos…Todos ellos víctimas de la sinrazón que vivimos este día de Reyes. Sorprendió la facilidad con la que entraron en la sede donde reside la soberanía de Estados Unidos .
Mientras Joe Biden comparecía para calificar de insurrección lo que estaba ocurriendo y solicitaba a Trump que pidiese a los manifestantes que abandonasen el Capitolio, el todavía presidente de EEUU pedía a través de las redes que, si, que se marchasen a casa pero recordaba que le habían robado las elecciones y en lugar de condenar los hechos alababa a sus seguidores “os queremos, sois muy especiales .
Muy especiales si deben ser. Setenta y cinco millones de personas han votado a Trump y solo un tercio de sus votantes ha condenado el asalto al Capitolio. El grupo de ultraderecha QAnon, enfervorizado seguidor de Trump, aboga por acabar con el comunismo y la globalización que representaría el nuevo gobierno de Biden. Todo lo que no sea trumpista es susceptible de ser eliminado. Setenta y cinco millones de personas, no todas tan radicales, siguen apoyando a Trump. ¿Por qué? Seguramente porque han sido engañados vilmente. La mayor parte de los votantes son blancos, pobres y con muy pocos recursos , el discurso de Trump desde que accedió a la presidencia es recordarles que lo poco que tienen lo van a perder si continúan llegando inmigrantes latinos o siguen creciendo comunidades como la musulmana o la asiática. Por supuesto los afroamericanos no cuentan con ninguna simpatía en ese elevado número de votantes que sigue sorprendiendo, pero ocurre en otros muchos países. Asistimos a un populismo exacerbado que no aporta soluciones pero que se encarga de montar falsos discursos y acusar a todo aquel que no mantenga la línea que les marca el gran líder…Hemos vivido muchas de estas situaciones a lo largo de la historia y son varios los lideres europeos que no se alejan demasiado del pensamiento de Trump… Asusta.
Este 2021 no ha podido empezare peor para las democracias occidentales porque lo de EEUU no se cierra con la retirada de los asaltantes del Congreso. Son setenta y cinco millones y cincuenta de ellos apoyan el asalto, según las primeras encuestas.
Varios congresistas demócratas , ahora se suma algún republicano, han pedido al vicepresidente Mike Pence que invoque la 25 Enmienda de la Constitución que transfiere el poder al vicepresidente e inhabilitaría a Donald Trump de forma inmediata por no `poder hacer su trabajo .
Trump ha sido el culpable del asalto al Capitolio lleva meses incitando a los seguidores a que tomen medidas para mantenerle en el poder. Nunca un presidente hizo tanto daño a los americanos y a la imagen exterior de EEUU. En sus actitudes, en sus desvaríos es como un niño rabioso, pero mucho más peligroso.
Volviendo a la ficción a la que me refería al inicio de este artículo, temo cada vez más que esta se haga realidad. Me asustó en los años ochenta el visionado de “La zona muerta”, una película de David Cronenberg, basada en una novela del maestro del terror Stephen King, en la que un hombre, tras cinco años en coma, despierta con poderes para conocer el futuro, simplemente tocando a la persona con la que está.
Cuando toca a un `político que aspira a la presidencia de EEUU descubre que en el momento que resulte elegido activará una bomba nuclear.
Trump no se aleja demasiado de aquel personaje siniestro capaz de acabar con todo y con todos para refrendar su yo. Un personaje esperpéntico pero terriblemente peligroso.
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