Este año que empezamos es bueno, sobre todo, porque tenemos esperanza. Confiamos en la vacuna que frene el virus que ha paralizado nuestras vidas, como si de la peor pesadilla de ciencia-ficción se tratara.
Este año ,además, es berlanguiano, el flamante adjetivo que la Academia ha incorporado a su diccionario. Es una manera de que la institución reconozca a uno de nuestros más grandes creadores, Luis García Berlanga, en el centenario de su nacimiento.
Tuve la suerte de conocer a Berlanga y de entrevistarle en más de una ocasión. Siempre fui un admirador del cineasta, siempre me sorprendió la maestría con que era capaz de retratar a los españoles: parecía que sus películas fluían, que sus personajes actuaban con la mayor naturalidad del mundo, en situaciones que nos llevaban a lo absurdo. Desde que vi “Plácido”, en unas salas recién abiertas de la calle Fuencarral de Madrid, en aquel entonces la segunda Gran Vía de la capital en cuanto a cines, me convertí en berlanguiano. Es cierto, que en Televisión Española se proyectaban algunas de sus películas como “Bienvenido Mr. Marshall, “Esa pareja feliz”, que dirigió junto a Juan Antonio Bardem o “Calabuch” pero “Plácido” era una de esas películas malditas que el franquismo aborrecía porque desnudaba, bajo el paraguas de la comedia, los vicios de la sociedad española de entonces. La vanidad, la caridad, la envidia, la represión sexual, la brecha entre pobres y ricos…Personajes que se atropellaban al hablar, todo muy deprisa, muy improvisado, siembre bajo el humor y una cierta sorna, pero a los que Berlanga trataba con una infinita ternura.
Fui a ver “Plácido” animado por mi vecino que era el director de fotografía de la película, Francisco Sempere quién colaboró con Berlanga en otros títulos, así como con varios de los grandes directores de la época. Fue para mí, todo un descubrimiento formal y ya no cejé en ver todas sus películas y en seguir su trayectoria y el universo creado por este valenciano que hizo de su cine una enorme falla en que salíamos retratados todos los españoles, capaces de reírnos de nosotros mismos.
(PUBLICADO EN LA VOZ. 4-1-2021)
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