5/16/2020

EL ABRAZO DE LA LIBERTAD

 


 

Fue aquel abrazo el símbolo de que algo nuevo comenzaba en España. El cuadro de Genovés muestra el espíritu de los setenta, la transición se llamó, ,el deseo de aparcar el pasado e iniciar juntos una nueva era de nuestra historia.

Pero enseguida nos dimos cuenta que el cuadro no gustaba a todos por igual. Mientras en muchas casas pasaba a formar parte del paisaje doméstico, sustituyendo algunos posters del Che Guevara o de iconos del mundo del cine; en otras, aquella propuesta de convivencia fue desterrada y etiquetada como un símbolo de la izquierda.

Quizá sí, quizá lo sea, pero fuisteis invitados y no quisisteis sentaros a la mesa. Pelo largo, tonos amarronados, solo distingo una mujer, rostros ocultos, brazos abiertos, eso, sobre todo brazos abiertos que nunca os atrajeron. ¿Faltaba entre los personajes alguien encorbatado, cierto glamour, algún uniforme…?  No lo sé, pero cinco años después de que pintara el cuadro, los uniformes ya estaban en el Congreso para decirnos que la democracia debía acabarse. No fue así y seguimos y han pasado muchos, casi cuarenta años desde que quisieron apagar la libertad que tanto había costado conseguir y el cuadro de Genovés se lo recuerda a diario a todos los señores diputados que acuden al Congreso. No deben mirarlo y si lo hacen, no dudan en ignorarlo.

Ya hace tiempo que los diputados se enzarzan en insultos y descalificaciones y la brecha entre izquierda y derecha se ha hecho más profunda que nunca. La pandemia que nos tiene confinados en nuestras casas desde hace semanas, solo está ahondando en la herida con una   oposición que se está mostrado como la más desleal de cualquier estado democrático. No voy a decir que el gobierno no ha tenido fallos, que, si los ha tenido y algunos graves, pero, desde el minuto uno del comienzo del partido, la derecha y la extrema derecha han buscado sacar rédito de la situación.

Juan Genovés no podría a volver a pintar un nuevo abrazo. Hace cuarenta y cuatro años lo intentó. Hoy, como ya hizo ayer, un bando no querría participar y si accediese no llevaría mascarillas para frenar el virus si no para esconder el odio que desprende porque el problema persiste, porque el partidismo está por encima del sentido de Estado y busca cualquier situación, sin el más mínimo escrúpulo, para presionar y hacer caer al gobierno gritando libertad, una palabra que siempre ha estado desterrada de su vocabulario.


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