5/07/2020

CINE EN CASA. SIN DUDA,UNO DE LOS MEJORES REMEDIOS CONTRA EL COVID 19







Hay que reinventarse. Llevamos casi dos meses en casa y la sala de estar se ha convertido, más que nunca en un lugar imprescindible.
Miro con desprecio a todos aquellos que critican los apoyos y las subvenciones a la cultura. A quienes ponen el grito en el cielo cuando se ayuda a la danza, la música, el teatro, los libros o el cine. Sí, las subvenciones al cine que hace que se rasguen las vestiduras los más intolerantes, los que consideran imperdonable que se ayude a una industria que mueve millones de euros y da trabajo a miles de personas.
Seguramente, muchos de los que consideran imperdonable que el estado promueva y subvencione, muy parcialmente, la cultura son los que más horas habrán asentado sus posaderas frente al televisor consumiendo película tras película y sin percatarse que detrás de cada fotograma está el esfuerzo y el trabajo de muchas personas.
El desprecio a la cultura siempre viene de los sectores más ultraconservadores . Trump, Bolsonaro, Orban como diversos lideres de partidos de extrema derecha, tienen a la cultura como enemiga. La cultura entretiene, promueve nuestros momentos de ocio, pero también conciencia y hace que sepamos donde nos movemos y quienes quieren cortar nuestros hilos.
En las plataformas digitales estamos asistiendo a una avalancha de estrenos con muchas películas de toda índole, filmes que se hubiesen estrenado en las salas y que han encontrado su difusión a través de Filmin, Netflix, Movistar u otras de las muchas a las que tenemos acceso.


Ya que hablaba de intolerancia, uno de los títulos que he podido ver es “Hijos de la ultraderecha” (123’), película danesa estrenada en FILMIN que describe como después de un atentado en Copenhague, los inmigrantes están en el ojo y el acoso por parte de grupos neofascistas. Una cédula islamista planea matar al líder de la extrema derecha para que no sea elegido primer ministro y persiga a quién no sea danés de “pura raza”. El terrorismo islamista y la extrema derecha se enfrentan en un filme que no toma partido pero que avisa como se puede radicalizar la sociedad y llegar a un estado fascista en una sociedad tan democrática y tolerante como la danesa.
Dirige el debutante Ulaa Salim, director danés de origen iraquí.




Y hablando de intolerancia, llega este fin de semana a las plataformas digitales Filmin, Movistar +, Vodafone y Huawei Video , “Solo nos queda bailar”(106’) película de Georgia coproducida con Francia y Suecia que nos introduce en un grupo de baile que practica la danza georgiana, de la que poco o nada sabíamos.
Pero por encima de los bailes que tienen un fuerte contenido masculino, asistimos a una historia de amor homosexual en un clima opresivo.
“Solo nos queda bailar” es la historia de Merab, el primer bailarín de su compañía de danza en Georgia. Compagina su pasión por el baile con el trabajo como camarero y su vida con su madre, su abuela y un hermano que flirtea con la droga. Muchas dificultades económicas y mucha presión para conseguir sus objetivos. La llegada de Irakli le convierte primero, en su gran rival, pero también en su apasionado deseo.
La homosexualidad fue legalizada en Georgia en 2000 pero su persecución no ha llegado a ser radicada del todo , pese a que tiene una legislación que protege contra su discriminación.
Levan Akin, el director de la película, aunque nacido en Suecia, cada verano viajaba a Georgia, la tierra de sus abuelos. No tenía intención de hacer una película sobre Georgia pero la primera manifestación sobre el “Orgullo Gay” en 2013, con la represión y los ataques contra los manifestantes le motivó a buscar las razones de tanto odio.
En Georgia el baile era símbolo de la masculinidad y la sociedad, alentada por la Iglesia ortodoxa, castigaba cualquier desviación de la sexualidad. Levan Akin tuvo que rodar “Sólo nos queda bailar” entre fuertes medidas de seguridad y ya antes de su estreno se convirtió en un escándalo nacional.
Cuando buscaba los actores le dijeron que “la homosexualidad no existía en la danza georgiana” y no han recibido ningún reconocimiento de las autoridades georgianas pese a su éxito internacional. Se ignora es como si no existiera, como si nunca se hubiera hecho, esta película que habla sobre todo de libertad, de la necesidad de sentirse libre.

Creo que estas películas que os he comentado dan también la posibilidad de conocer otras cinematografías que apenas llegan a nuestras carteleras y así adentrarnos en mundos y en costumbres desconocidas para la mayoría. Filmes de todo el mundo se están viendo ahora, hasta el 10 de mayo en la plataforma FILMIN que está emitiendo el festival D’A que incluye cine independiente y alguna de las películas más innovadoras del último año.

1 comentario:

MI MUNDO dijo...

Los hay que renegaban del cine en televisión. Según los puristas solo se puede ver cine en la gran pantalla y en una sala oscura. En fin, yo siempre defendí que el cine es una historia contada con sonido e imágenes y que se puede ver en cualquier sitio y casi de cualquier forma. De la misma manera que puedes leer un libro donde quieras. La pandemia nos lo ha demostrado.