3/21/2022

PÁGINAS SUELTAS(21) . Sesión continua(1)


(voces.com)

Claudia Cardinale estaba maravillosa. Entrar a una película de mayores de 18 era toda una odisea y en aquella ocasión lo habíamos conseguido. Había porteros en los cines que no se diferenciaban mucho de los grises, los serenos, o los guardias de El Retiro…Todos estaban animados por Doña Censura y su único trabajo era prohibir. Una propaganda subversiva, una mala compañía, un beso demasiado apasionado o que  un jovencito imberbe no fuese capaz de soñar en una sala oscura donde las insinuaciones, los abrazos o los recatados bikinis eran motivo para que el censor, aleccionado por las sotanas, considerara gravemente peligrosas esas u otras escenas. No a los malos pensamientos, aunque con los años descubrimos que esos eran los buenos.

La película era algo de una ola, una comedia italiana, y por encima de todo un cuerpo que entraba y salía del mar sugiriéndonos que la vida no era tan oscura como nos la pintaban desde las aulas o las iglesias. Nacho, Fede y yo salimos en éxtasis y casi incapaces de comunicarnos. Cada uno había creado su propia fantasía.
(Foto de Estamos rodando)

Alguien dijo ¿y si le comentamos al portero que salimos a dar un paseo y que volvemos en hora y media para ver de nuevo la película. Dejamos que proyecten la otra peli y regresamos. Los tres estuvimos de acuerdo y el portero, cómplice, también.

Hablamos mucho de la ola, pero poco de Claudia a la que reservábamos para nuestra segunda cita. Cada uno fabricaba su propio sueño.

-¿A dónde vais?

 -Nos dijo su compañero que podíamos dar una vuelta y entrar de nuevo en la sala.

-Su mujer se ha puesto de parto y vosotros no tenéis 18 años.

-Vamos, si ya hemos visto la película

-Y para qué queréis verla otra vez, desvergonzados…Venga los carnets

 

El tipo nos vociferaba y hacía que enrojeciésemos ante las miradas poco comprensivas de unos, y cómplices de otros…Estábamos interrumpiendo el acceso a la sala .

Un señor de sombrero y bigote falangista recomendó al portero que llamase a la policía. Una señora hablaba de la falta de moral, y otras asentían con ojos misericordiosos.

No le dimos los carnets y si, al unísono, tres dedos corazón en posición vertical.

El otro corazón, palpitaba aceleradamente mientras corríamos como delincuentes. Claudia fue mujer de una sola vez

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