El gran Buenos Aires (foto tripdivisor) |
Me
sorprendió Buenos Aires con sus grandes avenidas, el contraste con sus barrios recogidos,
alejados de los grandes edificios , la variedad de teatros, lugares de
espectáculos, restaurantes o librerías en las que no sabes por dónde empezar y
menos terminar. Es una ciudad grandiosa que te lleva de Recoleta a la Boca; de
San Telmo a Puerto Madero o de Palermo a Liniers. Pasé ocho días y me hubiese
gustado regresar como a París, siempre París, una ciudad que te seduce nada más
pisarla, nada más visitar sus parques o admirar sus museos y monumentos que
haces tuyos y familiares porque los conoces desde que tienes uso de razón. Por
eso el incendio de Notre Dâme fue como si se nos estuviese quemando nuestra
propia casa porque siempre ha estado con nosotros ,su imagen nos ha acompañado
en el trascurso de nuestras vidas.
M. Mastroianni y A.Ekberg en la DOLCE VITA |
Lo mismo me ocurrió con Roma cuando llegué por primera vez. La literatura y sobre todo el cine me había mostrado gran parte de sus rincones que sentía familiares como si hubiese estado allí en otra vida. Pero en aquel primer viaje nos alojamos en un lugar sorprendente, incrustado en El Vaticano.
En aquel hotel, seguramente, se escuchaban los pasos del Papa y de todos los Papas. Las estatuas del Vaticano casi se adentraban en nuestra ventana. Fue la entonces corresponsal de TVE, Paloma Gómez Borrero, la queme recomendó la residencia.
El edificio en
que nos alojamos tenía como seña de identidad la mejor terraza de Roma. El
Hotel-residencia Paulo VI a principios de este siglo, era un lugar poco
conocido por los taxistas romanos . Desde la Estación Termini, donde llegamos
procedentes del aeropuerto Leonardo da Vinci, el taxista dio varias vueltas
hasta encontrar el hotel que buscábamos.
Recepción Paolo VI |
Subimos mi
mujer y yo, en un ascensor que chirriaba. Tenía muchos años encima, alguno menos que el Vaticano. Al abrir la
puerta cambió el decorado. El hall al que accedimos olía a nuevo. Paredes blancas,
muchas flores y al fondo un habitáculo donde se encontraba el recepcionista y
junto a él un empleado ataviado como los mejores mayordomos de las películas
cómicas. De fondo se escuchaba música clásica. No se oían más sonidos.
Las habitaciones, con algunas modificaciones |
Piazza Navona (gertyourguide) |
No fue
posible porque esa noche el propietario del hotel daba una fiesta a una serie
de personalidades y los empleados estaban preparándola para acoger a los
invitados. Salimos a la calle. El lugar donde se encontraba el hotel era un
lugar privilegiado. No solo estábamos en la plaza de San Pedro sino que andando
a buen ritmo, teníamos todo el centro de Roma a dos pasos. El castillo de Sant
Angelo ; la plaza Navona ; la de España, la Fontana o el barrio del Trastevere
con todo el olor y el sabor mediterráneo, con las pizzas rondando por las calles
junto a enormes platos de pasta que deglutían familias enteras, ruidosas,
bulliciosas, alegres y ajenas a lo que ocurría en rededor. El Trastévere es
la Roma que me trasmitió el cine.
Habían
colocado una celosía que separaba, en dos, la terraza. Una para la fiesta, la
otra para los clientes que, en aquel momento estaba vacía. Nos sentamos y fue entonces cuando
comprendimos el silencio. Las estatuas de el Vaticano nos observaban a muy
pocos metros. Tan próximas que casi podíamos tocarlas. Mientras nos tomábamos
los gin-tonics que nos había servido otro camarero vestido de mayordomo,
descubrimos que ya no quedaba nadie a uno ni a otro lado de la terraza porque
los invitados ya se habían marchado. Solo la resonancia de los hielos golpeando
quedamente el cristal de nuestras copas perturbaba el silencio. Poniendo
atención se oían pasos que no existían y te imaginabas a todos los Papas
hablándoles a ese silencio teñido por la luna romana . Visitamos la terraza todas las noches que estuvimos
y desayunamos en la primavera romana al son de cantos gregorianos, rodeados de
prebostes eclesiásticos que habían hecho bueno aquel dicho popular que hablaba
de lo bien que vivían los curas. Roma fue aquella terraza mágica, la mejor
terraza de la Ciudad Eterna . No nos quedó ninguna duda.
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