2/28/2022

PÁGINAS SUELTAS (17) RECORDANDO LA UNIVERSIDAD.

 

(Foto Archivo de la transición)



Sexo, suficiente. Drogas; con espuma. Rock and roll, con poesía…

Sexo. drogas y rock and roll en una universidad que ansiaba que algo ocurriese, que terminase aquella larga e interminable noche que planeaba sobre nosotros .  Eran los setenta y Franco seguía. Habíamos nacido con él y no se iba. La larga mano del régimen llegaba a cualquier rincón y soñábamos con la libertad

Librerías en que adquirías los otros libros; revistas eróticas en el Rastro; canciones prohibidas ; recitales suspendidos , reuniones reivindicativas,  prensa coartada, tijeras, más tijeras, censura.


Biarritz, otra ciudad objeto de peregrinación (Rosebund)


En los setenta los españoles viajaban a Perpiñán en busca de Emmanuel o El último tango . Éramos un país reprimido y triste, en blanco y negro frente a la luminosidad que nos venía de fuera. Democracia seguía siendo una palabra lejana, una utopía insertada en un mundo feliz.

Foto dcineorg


Casi sin darme cuenta, en estas Páginas Sueltas que continúo abriendo, me introduje en la Radio y en algunos de los momentos que viví,   porque fueron más de treinta años los que pasé vinculado a RNE. No busco un orden. Los recuerdos van surgiendo y trato de atraparlos. He recordado a compañeros que están y a los que nos dejaron, pero antes de pasar toda una vida entre máquinas de escribir, teletipos, ordenadores, micrófonos o estudios, pasé cinco años en la Facultad de Ciencias de la Información que, como ya apunté anteriormente, estaba situada en la Dehesa de la Villa, donde está actualmente la Escuela Oficial de Radio Televisión. Aquella sería la primera promoción de la historia, la primera vez que los periodistas saldrían con un titulo universitario bajo el brazo.

Provenía de Derecho donde había matado el tiempo ante el empeño de mi padre de que estudiara esa carrera y esperando a que se abriera definitivamente la facultad de periodismo. Mi abuelo paterno si había estudiado Derecho, pero ninguno de sus hijos, ni ninguno de sus nietos hicieron esa carrera. Y fueron diez los primeros, aunque dos fallecieron durante su infancia y veintiocho los nietos, aunque uno de mis primos, Chema murió siendo un niño de pocos años.

Yo estaba dispuesto a no ser la excepción porque desde siempre me había sentido atraído por el periodismo y, sobre todo, porque me brindaba la oportunidad de escribir. Con poco esfuerzo y pocas ganas aprobé tres de las cuatro asignaturas de primero de Derecho y esas notas me sirvieron de aval para comenzar periodismo y seguir durante un tiempo compaginándolo con Derecho que abandoné a la primera oportunidad. Cuando mis padres y hermanos emigraron a Cádiz dejé la carrera de las leyes porque me aburría soberanamente.
Primera sede en el IORTVE(Todo colección)

Era 1971 y hubo que hacer una prueba de acceso que consistía en una redacción sobre el porqué de nuestro interés por el periodismo. No sé qué contesté, pero aprobé y al poco se iniciaron las clases, el primer curso de periodismo que comenzó tambaleante en aquella sede provisional de la Dehesa de la Villa que, ante la falta de docentes, recurrió al circuito cerrado. Es decir, en un aula estaba el profesor y en otras dos se seguía la clase por un aparato de televisión. Vamos de lo más recomendable para los chavales y chavalas que habíamos elegido una carrera nueva, pensando en un futuro ejercer una profesión libre. Se tele-estudiaba.

Había asignaturas como Redacción ,en la que se redactaba poco; geopolítica de España y Universal; literatura, comunicación , empresa periodística o incluso idiomas. De las once asignaturas, me quedaron cuatro que aprobé en septiembre. En segundo me quedaron tres y de ellas una para febrero , “Técnicas de composición e impresión”, que aprobé gracias a las clases que me dieron durante mis prácticas de verano en el Diario de Cádiz, los obreros del taller. Ellos fueron realmente quienes me enseñaron a utilizar el tipómetro y saber el número de cíceros necesarios. En las madrugadas en el viejo diario de la calle Ceballos olía a pan caliente del horno contiguo que nos servía, a través de las rejas de las ventanas, panes recién hechos que rellenábamos de chacinas , quesos o chicharrones cuando el gallo todavía no había cantado.

Pero, no me desvío. La Facultad de Ciencias de la Información nació alejada del campus, pero participó activamente en la lucha universitaria y en las denuncias contra la dictadura franquista. A finales del 72 tras una serie de incidentes ,el más grave la quema del despacho del vicedecano, varios de nosotros fuimos denunciados y sometidos a Consejos de Disciplina en el Rectorado. Yo acabé siendo expedientado, pero no expulsado como les ocurrió a otros compañeros. Fuimos una veintena próximos a los partidos de izquierda, PCE, LCR u ORT los que tuvimos que someternos a un juicio, sin defensor y en el que, una especie de fiscal nos denominaba los interrogados. Frente a nosotros había un simulacro de tribunal con cuatro o cinco miembros. Apenas dejaban que te explicaras ,como si tuviesen decidido de antemano cuál iba a ser la decisión. En el interrogatorio mezclaron mi supuesta participación en los hechos, con las clases que impartía en barriadas obreras como Orcasitas, a niños sin escolarizar. La policía franquista tenía ramificaciones en todos lados. Aunque no pertenecieras a un partido valía tan solo tu participación en las manifestaciones, las asambleas, el reparto de panfletos o las reuniones clandestinas que se hicieran contra el régimen, para entrar en una lista negra. Hubo un compañero que llegó a ser condenado a seis años de cárcel por el Tribunal de Orden Público, por unas pintadas contra Franco y el régimen que representaba. Durante la vista y ante los murmullos que se producían entre los compañeros que asistimos el juez acabó expulsándonos de la sala.

El siniestro  T.O.P. (Público) 


Estábamos permanentemente vigilados. Aunque no militases en ningún partido  bastaba con reivindicar el movimiento estudiantil contra la dictadura para ser considerado enemigo del régimen.

Yo no había participado en la quema del despacho, ni la mayoría de los compañeros que fuimos juzgados. El ataque al despacho del vicedecano de Ciencias de la Información, creo que se apellidaba Toloni, fue cosa de cinco o seis y de uno de ellos siempre sospeché que era miembro de la brigada político social ,como lo confirmó el hecho de que ni siquiera fuese sometido al Consejo y que tras la expulsión de varios compañeros desapareciese de la Facultad. Los “sociales” solían infiltrarse entre las células comunistas o en las manifestaciones y protestas y eran los “chivatos” que permitían las detenciones y las torturas en la DGS.

No me expulsaron de la universidad, pero me denegaron el certificado de buena conducta que me impedía obtener el pasaporte y salir de España o sea que no saldría más allá de Portugal hasta los años ochenta. Era un certificado paralelo al de penales ,  expedido por la policía  llamado de “buena conducta” que en caso de no obtenerlo podía suponer, no solo que te fuese retirado el pasaporte, sino que tuvieses que hacer la mili suspendiéndose la prórroga que te concedían por estudios.


Unos meses antes de verme obligado a incorporarme al ejército encontré la ayuda necesaria para que se anulasen aquellos antecedentes y retrasar mi ingreso en la mili hasta enero de 1977, tras terminar la carrera en junio de 1976.

 Antes del Consejo de Disciplina ,en verano hicimos un viaje en autostop por el sur de Francia, pero eso da ya para otra historia.

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