2/11/2022

PÁGINAS SUELTAS (14)Y EL GOYA ES…

 






Escribo en vísperas de los Goya. La memoria se vuelve perezosa y no conviene desafiarla. Me voy treinta y seis años atrás, más de tres décadas para situarme en la Gran Vía y acceder al cine Lope de Vega. En 1987 dirigíamos el área de Cultura de Radio Exterior y tanto a Elisabeth como a mí nos invitaron a asistir a la primera edición de unos premios que nacían tambaleantes y tímidos pero que con los años se convirtieron en el referente y la fiesta del cine español.

En aquella primera edición tuve que desempolvar un smoking de mi suegro y Elisabeth un vestido largo. El ir de etiqueta se tomaba al pie de la letra. Nadie se saltó el protocolo. No recuerdo el Lope de Vega completamente lleno había algunos huecos en el patio de butacas.

Sé que estuvieron los por entonces Reyes, Juan Carlos y Sofía presidiendo una ceremonia que fue más caótica de lo esperado. No sé si sería por ese motivo, pero el caso es que no volvieron a ninguna otra. El cine se quedó sin padrinos reales.

José María González Sinde ,productor, director y guionista impulsó los premios y la creación de la Academia, de la que sería su primer presidente. Su hija Ángeles ocuparía el mismo cargo muchos años después y llegaría a ser ministra de Cultura en el gobierno de Zapatero.


Recuerdo una ceremonia desangelada, con muchos errores y muchas ausencias. La principal la de Fernando Fernán Gómez que acaparó los principales premios y que no apareció por la sala. Su “Viaje a ninguna parte” se llevó el Goya de mejor película, dirección y guion y en “Mambrú se fue la guerra”, ganó el de mejor actor. Otro Fernando, Rey, fue el presentador de una gala no excesivamente larga porque, entre otras cosas, eran bastantes menos los premios que se concedían.

Fernando Rey ,en una de las primeras ediciones.

Me acuerdo que el premio a la mejor banda sonora fue un despropósito porque el compositor Carmelo Bernaola era incapaz de pronunciar correctamente el nombre del grupo ganador, Milladoiro, que ganó el Goya por “La mitad del cielo”, una buena película de Manuel Gutiérrez Aragón. Pero es que en aquella primera edición había títulos que están en la memoria de todos los que amamos el cine. “Dragón Rapide”, de Jaime Camino;  “El año de las luces” de Fernando Trueba con la desaparecida Verónica Forqué ,mejor actriz de reparto;  “Tata mía”, de José Luis Borau;  “El amor brujo”, de Carlos Saura ; “Werther” de Pilar Miró;  “Matador” de Pedro Almodóvar o “Hay que deshacer la casa”, de José Luis García Sánchez, por la que Amparo Rivelles ganó el Goya de mejor actriz. Ella, como muchos otros de los premiados tuvo dificultades para sujetar la estatuilla que se le entregó ,obra del escultor Miguel Ortiz Berrocal. Era una escultura desmontable, que pesaba 15 kilos y de la que salía una cámara de la cabeza de Goya. Desde la cuarta edición bajo el peso y la cámara pasó a mejor vida. Eso sí después de la ceremonia todos a casa. No hubo fiesta o si la hubo no nos enteramos.

Foto familia primera edición


Durante casi treinta años asistí de forma regular a los Goya pero más que como invitado, acudiendo a cubrir la ceremonia o retrasmitiéndolo para REE, primero y para RNE en conjunto, después ,con Yolanda Flores y un puñado de buenos compañeros. Los primeros años, los premios no suscitaban demasiado interés mediático. Se entregaban en el Palacio de Exposiciones y Congresos de la Castellana y no ocupaban demasiado espacio en los periódicos, las televisiones o las radios. No eran muchos los que creían en ellos pero acabaron imponiéndose y lograron el apoyo de toda la profesión y de los medios de comunicación.

En el Palacio Municipal de Congresos de Madrid ,en IFEMA donde se celebraron la mayor parte de las ediciones recuerdo que nueve años después de la primera edición éramos los únicos que retrasmitíamos en directo la ceremonia de los Goya. No tenían nada que ver con lo que ha ocurrido en los últimos veinte o veinticinco  años, con alfombras rojas, vestidos vaporosos, escotes, lentejuelas, joyas, peinados provocadores, smokings de todos los colores , risas, aplausos, besos y cámaras, muchas cámaras captando cada instante por muy pequeño que pudiera parecernos.

 Cuando empezamos a retrasmitir en directo para América éramos un pequeño equipo. Dos técnicos, uno era Juan Lamas; Enrique Martínez que hacía la doble función de técnico y realizador e incluso ayudaba a traer a los premiados a que participasen en directo ; Elisabeth, Luis Arancibia, Inmaculada Palomares y las conexiones en directo con nuestros estudios en Prado del Rey con Fernando Martínez e Inocencio en los estudios.
Amenábar/Miró (Hemeroteca del Buitre)

Fue una experiencia magnífica que pudimos hacer durante dos o tres años ,entre ellos 1997 en que ganó “Tesis” de Alejandro Amenábar y Pilar Miró hubo de conformarse con el premio de la mejor dirección por la magnífica “El perro del hortelano”. 

Emma Suárez y su primer Goya

Enrique nos trajo casi en volandas a Emma Suárez que ganó el su primer Goya por su papel en la película de Pilar Miró. La conocíamos porque unos años antes había recibido con nosotros el premio Ojo Crítico de cine y habíamos seguido su imparable trayectoria. Amenábar era un chaval veinteañero que con “Tesis”, su primera película, nos dijo que tenía muchas cosas que contarnos.

No estamos todos, pero si varios de los "goyeros"


Fueron años estupendos y retrasmisiones alegres y vivas , como las que haríamos después con Yolanda, con un equipo técnico y personal mucho más amplio, el Lujo, Jami, Larrocha, Teresa, Arancibia, Lerchundi, Ana Vega, y algunos otros más que se fueron añadiendo con el paso de los años. A finales de los noventa los Goya crecían de forma imparable y ya nadie disimulaba que eran los premios más deseados en la que se convirtió en la “noche más hermosa”. Solía llevarme un gráfico con todos los nominados que preparaba mi hija Isabel ,creo que encontraré alguno entre los papeles y podré incluirlo en "Mis páginas sueltas".

Solo hubo un año, 2000, en que nos sentimos frustrados porque la primera vez que los Goya salieron de Madrid para celebrarse en Barcelona , colocaron nuestro set de tal manera que era imposible acceder a los premiados ya, que para llegar a  ellos, había que atravesar  la nube de fotógrafos y cámaras de televisión  que impedían el acceso hasta los ganadores… Fue el único año en que nos sentimos derrotados y no nos quedamos al coctel posterior. Nos fuimos derechitos al hotel con “más hambre que el perro de un ciego” y solo pudimos tomar unos bollos y magdalenas bastante duros que habían quedado del desayuno. Durante toda la noche, en la retrasmisión, tuvimos un único invitado, una única persona que estuvo con nosotros, Luis García Berlanga, lo que no estaba nada mal ,pero no pudimos recoger las opiniones de ninguno de los premiados. Berlanga, que era el Goya de Honor estuvo porque pasó a saludarnos ya que en aquellos años colaboraba en RNE y su hijo Fernando trabajó en De Película, el programa de Yolanda. Fue el único mal recuerdo de todos aquellos años en que el cine español se vestía de gala y 36 años después, sigue haciéndolo, cambiando de escenario y celebrando ediciones tan estupendas como la del año pasado en Málaga, cuando la pandemia obligó a que los aplausos fuesen telemáticos.  

En 2022 en Valencia, una edición que veré ya,como desde hace varios años,  desde la butaca de casa, añorando aquellas retrasmisiones y la posibilidad después de muchas horas de trabajo, de relajarte con los compañeros saboreando un vino, una cerveza o una paella en la madrugada, cuando las estrellas caminan por las calles con un Goya o no, bajo el brazo.

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