2/23/2022

PÁGINAS SUELTAS(16) : HUELVA, SIEMPRE UN TIEMPO FELIZ

 

 

Comenzó como Semana antes que Festival

Creo que fue en el 82 cuando mi viaje a Huelva fue una auténtica odisea. Había conocido la ciudad tres años antes. Miguel Ángel C. y yo habíamos sido enviados por la emisora para cubrir el Festival de Cine Iberoamericano que alcanzaba su quinta edición.  Viajamos en tren, en coche cama y después de diez horas de viaje llegamos por fin a la estación. Fue un viaje tan interminable como todos los que se hacían al sur en aquellos años. La experiencia me convenció para que cogiera mi coche, un 127 que se lanzó a la aventura por unas carreteras inseguras , con un Despeñaperros que poco tenía que ver con el que atravesamos en la actualidad. Una compañera de radio y antes de la universidad, María S.R. me pidió que le llevase porque tenía unos amigos en Punta Umbría y quería pasar unos días allí.  

Seguí sus indicaciones porque ella viajaba habitualmente con sus padres y conocía bien la zona. Me señaló en el mapa la sierra de Huelva por la que nos ahorraríamos unos cuarenta o cincuenta kilómetros. Seguí su consejo y pronto me arrepentí. Una carretera estrechísima, curvas y más curvas, precipicios y el disco del embrague que, llegando a Jabugo, ¡¡¡dijo hasta aquí!!!

Allí estábamos un domingo de diciembre, con todo cerrado y sin un alma por las calles. En un bar, sin apenas parroquianos, alguien nos dijo donde vivía el mecánico. Salió un hombre grande, recién levantado de la siesta, con camiseta de tirantes porque frío, la verdad, no hacía. Echó una ojeada, miró por aquí y por allá, y nos aseguró que podíamos llegar a Huelva. Eso sí que si teníamos que parar en algún momento arrancase en segunda. Así fue como continuamos, aunque cuando nos veíamos obligados a detenernos y volvíamos a arrancar, el coche sonaba como una auténtica carraca.

Al final debieron ser más de diez horas de viaje cuando llegamos al hotel Tartessos, donde estaba la sede del festival y donde me alojaría durante toda la semana. A María sus amigos llevaban esperándola desde hacía más de dos horas. Nos despedimos y quedamos en vernos en una semana para regresar a Madrid. A la mañana siguiente me arreglaron el coche que apenas utilicé durante mis días en el Festival y como anécdota se lo presté, por petición de la propia organización del festival que no contaba con vehículos,  a José Luis López Vázquez quien, acompañado por su mujer de entonces, Flor, la actriz Charo Soriano y el crítico Homero Alsina Thevenet, querían conocer los pueblos de la provincia. A lo noche López Vázquez, con fama entre la profesión de no ser muy espléndido,  me devolvió las llaves y me dijo que habían rellenado de gasolina más o menos lo que habían gastado. Sin comentarios. López Vázquez y su mujer, especialmente esta última, serían protagonistas la noche de la clausura a la que acudían las fuerzas vivas con sus mejores galas. Flor debajo de su abrigo llevaba un vestido totalmente trasparente, objeto de todas las miradas. 

Era 1982, los socialistas acababan de llegar al poder, pero la vieja España estaba todavía asentada en muchos lugares. Llevamos muy pocos años de democracia y unos meses antes habíamos asistido al intento de golpe de estado en el Congreso de los Diputados. Huelva mostraba un abierto contraste entre su clase social y política y los entusiastas organizadores y seguidores del Festival que fue todo un referente del cine latinoamericano en Europa, y un lugar al que querían asistir todos los grandes del cine que hablaba español y portugués.

José Luis Ruiz en una foto de hace unos años

Fue aquella edición, la octava,  la que me unió con Huelva a la que volví regularmente durante prácticamente toda mi vida profesional , aunque fuera un par de días . El hotel Tartessos, en Martín Alonso Pinzón, la Gran Vía, muy cerca del ayuntamiento, la emisora de RNE y la plaza de las Monjas , era la sede del festival, el lugar donde dormíamos, comíamos o celebrábamos las ruedas de prensa con figuras del cine de ambos lados del Atlántico. María Félix, Fernando Rey, Paco Rabal, Indio Fernández , Mario Moreno “Cantinflas”, Sonia Braga, Carlos Saura, Juan Antonio Bardem, Luis García Berlanga, Arturo Ripstein, Sara Montiel; o el mismísimo Luis Buñuel , además de escritores como Mario Vargas Llosa, José Saramago, Manuel Puig, Miguel Barnet, Alfredo Bryce Echenique y un larguísimo etcétera de lo más destacado de nuestro cine y literatura. Alfonso Guerra, vicepresidente del gobierno inauguró unos años después el festival en la Rábida y en otras ediciones hubo ministros de Cultura como Javier Solana apoyando el certamen. Las diferencias políticas entre ayuntamiento, gobierno autonómico o gobierno central hicieron que el certamen fuera decayendo con los años estando a punto de desaparecer, pero, afortunadamente, sigue adelante a pesar de todas las dificultades.

En los ochenta y en parte de los noventa fueron sus años de esplendor. El certamen era una auténtica fiesta.

El Tartessos hace ya varios años.

En las primeras ediciones éramos pocos los periodistas que acudíamos. En el Tartessos comíamos en la misma mesa actores, actrices ,productores o directores y charlabas de manera informal con los grandes cuando nosotros éramos todavía muy jóvenes. Esa familiaridad solo la encontré años después en Lleida, en la Mostra de Cine Latinoamericano que tenía como sede el pequeño hotel Real donde compartíamos mesa con Adolfo Aristarain, Federico Luppi, Mercedes Sampietro, Jordi Dauder, José Sacristán…  Otro festival impagable que dirigió desde su inicio en 1995 hasta su desaparición en plena pandemia, Juan Ferrer. También la política ayudó a que la Mostra dejara de existir.

Con Pepe Sacristán en Lleida 

En Huelva recargabas pilas para todo el año. Era una semana frenética en la que trabajabas a todas horas, pero siempre encontrabas hueco para tomarte una cerveza ,unos vinos o unas tapas en los bares y tabernas próximos al cine Emperador que estaba a poco más de 100 metros del hotel. Entre sesión y sesión el “Colombino”, en la esquina de la misma calle invitaba a saborear tapas de gambas al ajillo o coquinas. En el “Bajamar” la tapa estrella eran las angulas, cuando todavía se podían comer sin cargarte el presupuesto, y servidas por Manolo el más frenético y rápido de los camareros . Recuerdo “La Esperanza”, con un patio andaluz en que tapeabas pescado frito o un bar que invitaba directamente a quedar “En la esquinita te espero”. “La taberna del condado” y sus chacinas , “Portichuelo” o el restaurante “Los gordos”, con el lenguado como estrella fueron lugares que frecuentamos entre película y película o entre crónica y crónica…Si se es joven hay tiempo para todo. Recuerdo que José Ramón, “El Lujo”, y yo requisábamos los vales de comida a Elisabeth, ambos compañeros de la radio,  ya que no era muy aficionada a la comida salvo a las gambas y al jamón, ahí había que estar atento porque a poco que te descuidabas el plato se quedaba vacío. Tampoco eran malas sus preferencias.

Aquella primera vez que coincidimos los tres fue porque se decidió que retransmitiéramos la inauguración y la clausura, aparte de realizar programas diarios y cubrir informativos de todas las emisoras de RNE. El festival crecía y REE concedía ya su premio en el que “El Lujo”, formaba parte del jurado. José Ramón es una persona muy divertida, con el que siempre he pasado momentos estupendos en festivales o cuando retrasmitíamos los Goya. Sus criticas cinematográficas crearon escuela en RNE por su tono desenfadado y poco formal. Contaba las películas a su manera y con un par de palabras era capaz de definirte lo que ibas a ver en la pantalla. Un tipo estupendo.

Con Elisabeth y el Mugu en el Ayuntamiento de Huelva

Elisabeth y yo trabajamos siempre en perfecta armonía. Nos complementábamos no solo en Huelva si no en nuestro trabajo en la emisora. Éramos muy diferentes, pero ella ponía cordura y sensatez a mi espíritu más caótico e impulsivo. Fueron varios los años que coincidimos en el Festival que contribuyó a afianzar la amistad que todavía conservamos, aunque apenas nos veamos ya que vivimos en ciudades distintas con nuestras respectivas familias. 


El Festival de Huelva fue una de las señas de identidad de REE y todavía hoy se sigue por compañeros como Teresa Montoro. que, desde hace ya muchos años, es una auténtica especialista en el cine iberoamericano y en general, en todos los temas vinculados con Iberoamérica ya sean políticos, sociales o culturales.

Huelva fue también para mí acercamiento y conocimiento del cine iberoamericano gracias a sui festival y a quiénes lo hicieron  posible  como su director José Luis Ruiz y los que estuvieron en su equipo  Julia Marquínez, Soledad Mora; Vicente Quiroga … Es una ciudad que, en contraste a la decadencia del festival ha mejorado mucho en los últimos años con el paseo junto a la ría y otros lugares que merece la pena visitar en contraste con aquellos lejanos años ochenta con el fuerte olor a celulosa, proveniente de la fábrica cercana y una neblina penetrante que nos acompañaba durante la semana que pasábamos en la ciudad.




Cuando el Emperador se llenaba en el Festival

Por encima de todo Huelva es cine y amistad ,memoria del Tartessos y el Emperador, de amigos como Rafa Terán incansable periodista que promovió y finalmente creó el Centro de Comunicación “Jesús Hermida”, un estupendo museo que el mismo dirige o especialmente del Mugu, fotógrafo de prensa y del festival que no dejó a nadie sin fotografiar. Su cámara le acompañaba siempre, tanto como sus risas. Siempre que regreso, aunque sea por un día,  nos vemos y mantenemos la complicidad de aquellos tiempos en que podías tomarte unos garbanzos con espinacas o un menudo en un bar abierto cuando la ciudad comenzaba a despertar.

Con el dtor. Enrique Gabriel, Sancho Gracia y Carlos Iglesias

Antes, en el “Quitasueños”, en la zona del Muelle del Tinto se tomaban las últimas copas de la noche, en un lugar que nadie te recomendaba, y en el que se entremezclaban marineros, prostitutas, pequeños delincuentes y  amantes de la noche. Pero por encima de todo el “Quitasueños” se convirtió en uno de los referentes del cante flamenco, con cantaores que se arrancaban por fandangos en la madrugada mientras los fantasmas que ocupaban las mesas apuraban sus copas y sus tragos de vida. Más de una noche surgieron las navajas mientras como espectadores asistíamos a las trifulcas que se montaban en el interior del local. Más de una noche fue la policía y más de una noche regresamos, acompañados por el silencio, camino del hotel.  Al despertar no estaba el dinosaurio de Monterroso y si mucha radio y mucho cine.

2 comentarios:

MI MUNDO dijo...

La Radio, el trabajo en RNE,REE, siempre fue divertido. Pero poder asistir al Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, todo un Lujo. Y más aún con LUJO.
Buen ambiente, buen cine y buen trabajo. Un auténtico regalo para mi.

Elisabeth

Eduardo M. dijo...

Ya vi tu comentario. Aquel festival fui muy importante para mi y nunca olvidaré el trabajo y los buenos momentos que pasamos allí.