3/15/2023

DULCIFICAR EL PASADO ES OCULTAR NUESTRA HISTORIA

 


 
Ilustración de "con dos bemoles"


Cada día que pasa me asombro más. Este revisionismo llevado a cabo por mentes preclaras que intentan dirigir nuestro pensamiento y de paso nuestro pasado me hace frotarme los ojos para comprobar si lo que leo o veo es realidad.

La plataforma de streaming HBO Max suprimió en 2020 de su catálogo en Estados Unidos “Lo que el viento se llevó”. El clásico sucumbió porque glorificaba la esclavitud. Pocos días después fue recuperada en la plataforma con un mensaje previo que avisa del contexto histórico en que fue realizada. HBO comenzó la casa por el tejado. ¿No hubiese sido más fácil incluir el mensaje introductorio desde un principio, en vez de prohibir, de eliminarla de su catálogo?

Nadie va a negar que “Lo que el viento se llevó”, estrenada en 1939, tiene un sesgo racista teniendo en cuenta que está ambientada en la guerra de Secesión en EEUU,  pero el productor David O’ Selznick, según diversas investigaciones,  nunca quiso hacer una película racista y quiso ser lo más fiel posible a la novela de Margaret Mitchell publicada tres años antes. Cuento esto porque se ha vuelto a hablar del tema a raíz del hallazgo de un guion usado durante el rodaje de la película e incide en las peculiaridades del rodaje y  la tensión racial que se vivió durante el mismo.

Películas como “Lo que el viento se llevó” que ganó ocho Oscar, forman parte de la historia cinematográfica y lo que sería totalmente recomendable es que en los colegios o en sus proyecciones en actos de cualquier tipo se explicara el contexto en que fue rodada y el sesgo racista que desprende. Pero no hay que borrar nuestra historia por muy amarga que resulte.

El racismo en EEUU no se ha producido por generación espontánea y ha sido motivo reciente de asesinatos de afroamericanos a manos de la policía .  El racismo sigue latente y en Europa estamos viendo casos recientes en los estadios de fútbol, como son los continuos insultos a Vinicius y otros jugadores de la Liga española. Hay que castigar ejemplarmente a quienes protagonizan esos actos racistas.

Insisto en que la solución no está en prohibir sino en educar y enseñar a nuestros niños y jóvenes como éramos y como, todavía,  semillas de tiempos pasados continúan brotando en nuestra sociedad actual para que ellos mismos las rechacen

Para los biempensantes no se puede hablar de racismo ni de gordos, feos, calvas o mecanógrafas. Las nuevas ediciones en inglés sobre la obra de Roald Dahl pretenden que “sean más respetuosas e inclusivas “ para los niños de hoy. Censura con todas las letras. Si somos capaces de cambiar los textos de Dahl estamos dando vía libre a la revisión de toda la literatura escrita fuera de este iluminado siglo en que nos encontramos. Son los lectores los que deben reaccionar ante los libros tal y como los concibió su autor y los niños ya preguntarán a sus mayores por una u otra palabra que no se adapte al lenguaje que están aprendiendo.

Roald Dahl ha sido durante décadas uno de los autores favoritos de la literatura infantil. “Matilda”, “Charlie y la fábrica de chocolate” o  “La maldición de las brujas”, todas llevadas al cine, son objeto del revisionismo estúpido del organismo que gestiona su legado y la editorial británica Puffin.

Estos tiempos en que desde la supuesta progresía o el rancio conservadurismo se intenta ningunear el pasado se acercan a la concreción de nuevo un Código Hays que acabará tapando los desnudos de los lienzos de El Prado.


PUBLICADO EN LA VOZ (13.3.23)

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