Ilustración de "con dos bemoles" |
Cada día que
pasa me asombro más. Este revisionismo llevado a cabo por mentes preclaras que
intentan dirigir nuestro pensamiento y de paso nuestro pasado me hace frotarme
los ojos para comprobar si lo que leo o veo es realidad.
La
plataforma de streaming HBO Max suprimió en 2020 de su catálogo en Estados
Unidos “Lo que el viento se llevó”. El clásico sucumbió porque glorificaba la
esclavitud. Pocos días después fue recuperada en la plataforma con un mensaje previo
que avisa del contexto histórico en que fue realizada. HBO comenzó la casa por
el tejado. ¿No hubiese sido más fácil incluir el mensaje introductorio desde un
principio, en vez de prohibir, de eliminarla de su catálogo?
Nadie va a
negar que “Lo que el viento se llevó”, estrenada en 1939, tiene un sesgo
racista teniendo en cuenta que está ambientada en la guerra de Secesión en
EEUU, pero el productor David O’
Selznick, según diversas investigaciones, nunca quiso hacer una película racista y quiso
ser lo más fiel posible a la novela de Margaret Mitchell publicada tres años
antes. Cuento esto porque se ha vuelto a hablar del tema a raíz del hallazgo de
un guion usado durante el rodaje de la película e incide en las peculiaridades
del rodaje y la tensión racial que se
vivió durante el mismo.
Películas
como “Lo que el viento se llevó” que ganó ocho Oscar, forman parte de la
historia cinematográfica y lo que sería totalmente recomendable es que en los
colegios o en sus proyecciones en actos de cualquier tipo se explicara el
contexto en que fue rodada y el sesgo racista que desprende. Pero no hay que
borrar nuestra historia por muy amarga que resulte.
El racismo
en EEUU no se ha producido por generación espontánea y ha sido motivo reciente
de asesinatos de afroamericanos a manos de la policía . El racismo sigue latente y en Europa estamos
viendo casos recientes en los estadios de fútbol, como son los continuos
insultos a Vinicius y otros jugadores de la Liga española. Hay que castigar
ejemplarmente a quienes protagonizan esos actos racistas.
Insisto en
que la solución no está en prohibir sino en educar y enseñar a nuestros niños y
jóvenes como éramos y como, todavía, semillas
de tiempos pasados continúan brotando en nuestra sociedad actual para que ellos
mismos las rechacen
Para los biempensantes
no se puede hablar de racismo ni de gordos, feos, calvas o mecanógrafas. Las
nuevas ediciones en inglés sobre la obra de Roald Dahl pretenden que “sean más
respetuosas e inclusivas “ para los niños de hoy. Censura con todas las letras.
Si somos capaces de cambiar los textos de Dahl estamos dando vía libre a la
revisión de toda la literatura escrita fuera de este iluminado siglo en que nos
encontramos. Son los lectores los que deben reaccionar ante los libros tal y
como los concibió su autor y los niños ya preguntarán a sus mayores por una u
otra palabra que no se adapte al lenguaje que están aprendiendo.
Roald Dahl
ha sido durante décadas uno de los autores favoritos de la literatura infantil.
“Matilda”, “Charlie y la fábrica de chocolate” o “La maldición de las brujas”, todas llevadas
al cine, son objeto del revisionismo estúpido del organismo que gestiona su
legado y la editorial británica Puffin.
Estos
tiempos en que desde la supuesta progresía o el rancio conservadurismo se
intenta ningunear el pasado se acercan a la concreción de nuevo un Código Hays
que acabará tapando los desnudos de los lienzos de El Prado.
PUBLICADO EN LA VOZ (13.3.23)
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