5/31/2021

LOS CLASICOS,COMO “LAS UVAS DE LA IRA”, SIGUEN SIENDO VIGENTES.


 

Esta semana en Alcalá de Henares volví a ver “las uvas de la ira”, en un ciclo dedicado al trabajo y la literatura y viendo sus imágenes observé que la historia que escribiera John Steinbeck y llevara a la pantalla John Ford no ha perdido actualidad.

La familia protagonista ,los Joad , se asemeja a los migrantes y refugiados que quieren alcanzar hoy nuestras costas huyendo de la miseria, el hambre, las guerras, las persecuciones políticas o religiosas o incluso, por razón de su condición sexual. Si la novela es memorable, no le queda atrás la película que describe ese viaje de tres generaciones de la familia en un destartalado camión que parte desde Oklahoma hacia California, una especie de tierra prometida y fértil en que esperan tener una vida digna.

Cuesta creer que alguien haya criticado la imagen de la cooperante Luna abrazando y consolando a un inmigrante subsahariano. Es la imagen de la solidaridad que tanta falta hace en estos tiempos convulsos que vivimos. En ese camión- patera en que viajan los once miembros de la familia Joad y un antiguo predicador, también hay muerte y hambre; persecución e insolidaridad; xenofobia y explotación y un final que, en la película abre una puerta a la esperanza, a diferencia de la novela, más cruda y explícita en su narración.

Viendo o leyendo “Las uvas de la ira” te reafirmas en el papel esencial que juega la cultura en nuestras vidas. Cómo historias tan crudas pueden desprender un gran lirismo y una sugestiva belleza por la composición de los personajes o ,en el caso del cine, además, por esas imágenes imborrables que nos acompañarán siempre.

Aquí, en España, cuando se publicó “Las uvas de la ira”, íbamos con retraso. La censura se encargó de que el libro no saliera hasta 1951, doce años después de su publicación, mientras que la película no se estrenó en nuestro país hasta el 26 de febrero de 1974,pero cambiando sustancialmente en el doblaje el discurso de Tom Joad, Henry Fonda quién manifestaba su lucha contra cualquier injusticia.

En cambio, en la URSS se estrenó como “El camino hacia la ira” porque, en un principio el régimen de Stalin consideraba positivo para sus intereses que se mostrara la miseria que se vivía en EEUU como consecuencia de la crisis del 29 y por ende del capitalismo. Pero su presencia en salas duró muy poco tiempo porque los censores consideraron que era contraria a la propaganda comunista mostrar que una familia pobre y arruinada fuese capaz, a pesar de todo, de tener su propio vehículo. O sea que también se prohibió.

Que tendrá la cultura para que los dictadores le tengan tanto miedo y ordenen quemar libros u obras de arte; cortar fotogramas o vetar representaciones teatrales. Qué tendrá “Las uvas de la ira” para que sigamos leyéndola o viéndola como si estuviésemos viviendo la crisis consecuencia del coronavirus. Quizá porque las obras maestras siempre perduran y que pasen años y generaciones y sigamos dejándonos llevar por su lectura y sus imágenes y hacer nuestros a todos los personajes que luchan por salir adelante. Mamá Joad, en su alegato final en la película, no queda muy claro si fue idea de Ford o del productor Zanuck, define a los suyos como “la gente que vive. No pueden arrollarnos, no pueden vencernos. Seguiremos siempre adelante ,porque somos el pueblo”.

PUBLICADO EN LA VOZ (31-5-2021)


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