Estos tiempos dan para meditar |
Berlanga, en su centenario, si volviera, se sorprendería de
que han bajado los decibelios y que los sonidos están cubiertos por mascarillas
salvo, cuando damos un sorbo a la cerveza, en los miles de terrazas que
proliferan por toda nuestra geografía.
Berlanga se hubiese quedado sin su principal instrumento: la
palabra. Porque el cine del maestro valenciano es una sucesión de personajes
que se atropellan en sus expresiones, en su manera de hablar, siempre un poco
más alta del que tienen enfrente. Más que conversaciones, sus personajes se
expresan a gritos y sus palabras surgen como un torrente. Nos tenía calados.
Radiografió como nadie a los españoles
Siempre he tenido muy presente el cine de Berlanga y no
puedo evitar una sonrisa cuando recuerdo secuencias que se han clavado en mi
memoria. Por supuesto el discurso de Bienvenido Mr. Marshall; los esfuerzos del
pobre Cassen en Plácido por pagar la letra del motocarro; los intentos de Pepe
Isbert por convencer a su yerno, Nino Manfredi para convertirse en verdugo y
poder acceder a un piso de protección oficial o su saga de los nacionales, con
aquella “Escopeta nacional” en que introdujo a toda la fauna de la época, en
una cacería durante el franquismo en que
se daban cita ministros ,aspirantes a ministros con el sello del Opus; curas
posconciliares; aristócratas venidos a menos; empresarios ambiciosos; amantes ,
criados obedientes y cómplices y obsesos
sexuales. Personajes corruptos, pero a los que Berlanga trataba con ternura y
con ese humor que nos hacía reír sin pudor. Personajes, que como les que
vinieron después con la transición acabaron “Todos en la cárcel”, adelantándose,
de alguna manera, a la corrupción que hemos vivido en nuestro país.
Me pregunto cómo hubiese retratado Berlanga a la clase
política de hoy, qué imagen habría podido hacer de todos esos políticos que se
insultan ,se desprecian o se acusan en el Congreso, en otras instituciones o en
la calle durante las campañas electorales . Berlanga habría puesto su cámara y
no habría necesitado de actores. Aunque usen mascarillas son fáciles de
reconocer. Sus expresiones, su verborrea , sus insultos se suceden un día si y
otro también. La clase política de hoy tendría papel protagonista en esas
películas corales de Berlanga.
El director valenciano no hubiese necesitado a sus cómicos,
ni siquiera a Fernando Fernán Gómez o Luis Ciges, coetáneos de Berlanga, de los
que también conmemoramos su centenario. Quizá para celebrar ese acontecimiento
podría ofrecerles un cameo o una aparición fugaz a lo “austrohúngaro”.
Quien dice que el cine de Berlanga no es universal, que no
ha trascendido fuera de España creo que tiene razón porque a ver quien es el valiente
que se atreve en subtitular sus películas. Sería imposible reflejar las
expresiones, las conversaciones, los gritos de esa multitud de personajes que transitan
por sus historias ruidosas, como las tracas falleras.
(PUBLICADO EN LA VOZ DE CÁDIZ. 17-5-2021)
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