2/27/2021

UNA HISTORIA VERDADERA.23 F









Hoy se cumplen 40 años de la manifestación más multitudinaria de la historia de España.

Más de millón y medio de personas salieron a las calles de Madrid para defender la libertad, la democracia y la Constitución, cuatro días después del intento de golpe de estado.


Sin darme cuenta he pasado del “Papá, cuéntamelo otra vez” de Ismael Serrano al “Me lo decía mi abuelito “de José Agustín Goytisolo y Paco Ibáñez. Han trascurrido cuarenta años , si cuarenta años para que la democracia creciera, con sus defectos, con su inconsistencia y contradicciones en muchos aspectos, pero configurando un país que no tiene nada que ver con el que conocí en mi infancia y primera juventud.

Hace cuarenta años, nietos y nietas, acababa de terminar una dictadura. Un general ganó la guerra y se pasó treinta y seis años recordándonoslo. En 1977, dos años después de la muerte de Franco, se celebraron las primeras elecciones democráticas en casi cuarenta años, los mismos que han trascurrido del golpe militar del coronel Tejero que, asaltó el Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981

Aquel día era frío y durante la noche, cuando acudí al Congreso la temperatura debía rondar los 0 grados. Pero todavía faltaban muchas horas para que rompiese mi rutina habitual.

Era lunes, seguramente el fin de semana jugué algún partido con mi equipo de futbol sala ,comí alguno de los sabrosos guisos que preparaba la yeya y tranquilamente veríamos alguna película en los dos únicos canales de televisión que había, la Uno y la Dos. Eran en blanco y negro y todavía no teníamos el VHS con que nos atiborraríamos de películas. Aquellos armatostes, los videos, junto a las televisiones en color, fueron toda una novedad que nos permitía seleccionar la película que deseábamos ver tras alquilarla en el videoclub.

En casa no éramos familia numerosa, pero lo parecíamos. Solo había nacido Isabel que aún no había cumplido los dos años y Pilar estaba embarazada de Eduardo, que nacería en mayo. Además estaba mi suegra, Pepa y posiblemente algunas de las tías que, venían a vernos, con cierta frecuencia.

Llevaba en la Radio poco más de tres años ,coincidiendo con el final de la mili, el servicio militar obligatorio que hice en Zaragoza, Huesca y finalmente Madrid. Aquel primer día de la semana había acudido durante la mañana al comité de colaboradores, que denunciaba la precaria situación laboral en que estábamos más de quinientas personas entre radio y televisión , cobrando mucho menos que los trabajadores fijos, sin pagas extras y sin visos de que se convocaran oposiciones. Formamos un comité que se llamó los “501”que, durante más de dos años, luchó por nuestros derechos los de todos aquellos que realizaban una función igual a la de los trabajadores fijos y que después de largas e intensas reuniones durante un largo periodo, acabó teniendo el respaldo del Congreso de los Diputados. En enero de 1982 obtendríamos nuestra condición de trabajadores fijos.

Volviendo al 23 de febrero de 1981,durante la tarde comencé a preparar la Revista Iberoamericana, programa dedicado a la actualidad de Iberoamérica y a las relaciones con España. El programa duraba, creo recordar, veinte minutos y en él tenía como tema destacado una entrevista con el escritor José Bergamín, que no lanzaba precisamente piropos a lo que había sido el régimen de Franco.

En la redacción teníamos de fondo el sonido de la radio, la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo tras la dimisión semanas atrás del presidente Suárez. Se oían los nombres como se escucha la pedrea del sorteo de Navidad, hasta que suena el gordo, nada más pronunciarse D. Manuel Nuñez Encabo que, con los años sería presidente de la Fundación “Antonio Machado”.




A las 18.23, como os digo, cayó el gordo. Algo pasaba en el Congreso. Manolo C., uno de los responsables de programas de REE salió de su despacho para decirnos que, al parecer, habían entrado hombres armados en el Congreso. Salimos de la redacción y ya había movimiento por los pasillos. Pilar Trenas nos confirmó que ,al parecer un grupo de militares, había entrado en el hemiciclo. Bajamos de la segunda a la primera planta donde estaba la redacción de Informativos de TVE y seguimos incrédulos las imágenes que después vio todo el mundo. Se estaban dando por el circuito cerrado de TVE y fuimos testigos de la entrada de los guardias civiles en el congreso, con el teniente coronel Tejero al frente. Éste entró en el Congreso al grito de “quieto todo el mundo” y mantuvo su actitud chulesca y desafiante durante el tiempo que pudimos verlo a través de las imágenes que nos llegaban y de lo que no se apercibieron los golpistas hasta pasada más de media hora.



El Teniente General Gutiérrez Mellado, vicepresidente del gobierno, fue empujado y zarandeado, pero no cayó al suelo. Se mantuvo con dignidad pidiendo a los asaltantes que abandonasen el Congreso. Siguieron ráfagas acompasadas de disparos que impactaron contra el techo del hemiciclo. Los diputados se echaron al suelo, por si alguna bala acababa rebotando e hiriéndoles. Solo siguieron sentados Adolfo Suárez, Manuel Gutiérrez Mellado y unos escaños más arriba, Santiago Carrillo, líder del Partido Comunista.


Cuando dijeron que estaban a la espera de la autoridad militar competente nos miramos entre los que estábamos en la redacción de TVE y comprendimos que la situación era muy grave. Éramos testigos de un golpe de estado y las noticias que nos llegaban por los teletipos y sobre todo, los transistores de radio, no eran muy esperanzadoras.

Volvimos a nuestra redacción y avisamos a nuestras casas porque era probable que el teléfono se cortara, como así ocurrió. También llamé a mis padres para ver cómo estaba la situación en Cádiz, y me dijeron que allí no pasaba nada. Después nos enteramos que Valencia había sido tomada por Milans del Bosch y la situación era incierta en otros lugares. Más que noticias llegaban rumores que presagiaban lo peor. En aquellos años no había móviles, ni ordenadores , ni nada que se les pareciera. Dependíamos del teléfono fijo y si se cortaba, adiós.



Varios compañeros decidieron marcharse, pero algunos nos quedamos a la espera de acontecimientos. A las 19.40 un destacamento entró en la Casa de la Radio. Venían con traje de campaña y con los cetmes preparados. Tenía la imagen clara. Tres años antes había terminado la mili y conocía bien los uniformes y las graduaciones.

Enseguida ocuparon los lugares estratégicos en la Casa de la Radio como el control central. Se la tensión que hubo con el director general Fernando Castedo, que ocupaba un despacho en ese edificio y el director de RNE, Eduardo Sotillos. Tuvieron que apaciguar al capitán que comandaba el destacamento.

Nosotros, Pilar G. P. y el jefe de Informativos de RNE, Julio de Benito vimos entrar a los militares por la puerta principal de la Casa de la Radio. Julio nos pidió que volviéramos a nuestra redacción. Allí, estuvimos, tensos, escuchando la música militar que habían ordenado se emitiera por RNE. Vimos algunas tanquetas que subían por la actual Avda. de Prado del Rey y pensamos que iban para Madrid, pero no, se quedaron rodeando RTVE. Las dos tanquetas iban acompañadas de nueve jeeps y 35 hombres.

Primero ordenaron poner música militar y después obligaron a que solo se escuchara música ambiental. No se podían dar noticias ni ningún tipo de información. En principio no dejaban entrar o salir a nadie del edificio. Estuvieron una hora y veinticinco minutos ocupando las instalaciones de Prado del Rey pero, nos pareció mucho más tiempo. La situación que, suponíamos se vivía en el Congreso, la vivíamos también en Prado del Rey. Allí estuvieron los militares controlando nuestros movimientos, ocupando los lugares que habitualmente servían para trabajar y a los que nos impedían acercarnos . La música machacona y triunfalista sonó durante varios minutos y las noticias que llegaban de fuera, las de la SER, no eran muy halagüeñas. Valencia estaba tomada, pero, no había noticias de que hubiera ocurrido algo similar en otras ciudades españolas.


Finalmente, a las 21.30 Iñaki Gabilondo salió en pantalla contando las últimas noticias y recordando que habíamos estado secuestrados por un destacamento militar. Eduardo Sotillos. a la misma hora, hizo lo propio en RNE, dirigiéndose a todos los oyentes. Los Geo, las fuerzas especiales de la policía nacional, habían llegado a las 21.15.Los ocupantes se marcharon diez minutos antes

Comenzábamos a recuperar la normalidad en las instalaciones de Prado del Rey y en Radio Exterior de España, además de emitir noticias, grabamos los programas que teníamos previsto emitir para América. Yo tenía la entrevista con Bergamín y estoy seguro que a los golpistas no les hubiese hecho mucha gracia que la emitiese y más en ese día en que se habían autodenominado “salvadores de la patria” . El técnico de sonido con el que me tocó grabar era de Fuerza Nueva, acudía cada año a la tumba de Franco en el aniversario de su muerte , en una marcha que se iniciaba en el Puente de los Franceses. Le convencí , a pesar de que no eran más de cinco minutos de grabación , para que la pasara a doble velocidad y no dejé de hablarle mientras lo hacía. Le comenté que tenía que volver rápido a la redacción y que por ese motivo tenía que darme toda la prisa posible . El caso es que Bergamín se explayó a gusto contra la dictadura y la figura de Franco, el mismo día en que el Congreso estaba tomado por los golpistas.

Como teníamos hambre mi amigo Eduardo Mc Gregor, locutor habitual de mi programa y actor de películas de hasta Luis Buñuel , nos bajamos al bar que había entonces en la Casa de la Radio , para tratar de comer algo. Como no vimos a nadie, Eduardo saltó la barra y rebuscó a ver que encontraba. Un par de cervezas, un poco de queso, chorizo, pan…Nuestro asalto se vio frustrado bruscamente cuando apareció el único camarero que no había podido marcharse. Sustituyó nuestro autoservicio, pero comimos bocadillos que es de los que se trataba.

A esa hora, más allá de las doce de la noche, las líneas seguían cortadas y la actualidad estaba en el Congreso.




Continuamos en la Casa de la Radio hasta que a la 01.15 , el Rey Juan Carlos pronunció un comunicado en que defendía la Constitución y el orden establecido. La monarquía tomaba postura frente a los golpistas y ayudaba a aclarar el incierto panorama que teníamos con el Congreso tomado y todos los diputados, incluido el gobierno secuestrados por Tejero y sus guardias civiles.

Pasado aquel momento ,otro compañero Santiago R. C. y yo decidimos acercarnos al epicentro del golpe. Llegamos al Congreso cerca de las 2 de la madrugada . Antes paramos en la Puerta del Sol y compramos el periódico: “El país con la Constitución”. Dejamos el coche en algún sitio porque la zona estaba acordonada. Exhibimos nuestros carnets de prensa y los policías nacionales nos dejaron acceder a la Carrera de San Jerónimo. Hacía mucho frío y junto a muchos periodistas, había algunos familiares de los diputados secuestrados por Tejero. En un primer momento nos trasladamos a la parte trasera del Congreso, donde había una unidad móvil de RNE. En la calle Jovellanos veíamos las siluetas de los guardias civiles armados a través de los ventanales. El frío era cada vez más intenso y alguien comentó que daban café gratis en el Palace. Parecía una opción más que razonable y más si tenemos en cuenta que a esa hora no había nada decidido. No sabíamos si los guardias civiles iban a hacer uso de sus armas y éramos un pequeño grupo de periodistas apostados en esa parte trasera, por si se producía alguna novedad. Santi, yo y otros compañeros de la agencia EFE y creo, que de Europa Press, nos dirigimos al Palace que se había convertido en el cuartel general de los periodistas y de aquellos que intentaban mediar con los golpistas. Allí me encontré con algunos compañeros de la Facultad, donde habíamos terminado hacia poco más de cuatro años.

Un periodista asturiano, creo que se llamaba Gerardo, al que pasaba los apuntes porque él solo acudía a tutorías los fines de semana, ya que vivía en Oviedo, me saludó efusivo y me dijo, mira lo que tengo aquí:

Era el carnet del PC, de uno de sus dirigentes más reconocidos quién, cuando irrumpieron los guardias civiles, arrojó su carnet entre los escaños, como hicieron otros diputados de partidos de izquierda. Gerardo había venido a Madrid a cubrir la investidura para su diario y había salido del Congreso con los demás periodistas que se encontraban en el hemiciclo, cuando se lo ordenaron los asaltantes. Los golpistas a medida que pasaban las horas habían permitido que fueran saliendo y solo fueron obligados a quedarse en el interior todos los diputados, ya que las pocas mujeres que había en aquella legislatura, fueron puestas en libertad durante la madrugada. Los diputados no fueron puestos en libertad hasta las 11.45 de la mañana

Recuerdo que estuvimos hablando con la mujer de Santiago Carrillo que esperaba en la Carrera de San Jerónimo la puesta en libertad de los diputados. Estaba tranquila porque el discurso del Rey había enfriado los ánimos. Altos mandos militares, subían y bajaban, del Palace al Congreso. Entre ellos distinguimos , al general Aramburu Topete, director general de la Guardia Civil durante la transición y que sería uno de los militares que ayudó a frenar el golpe y el también general Alfonso Armada, quién, por el contrario, fue uno de los cabecillas , el “elefante blanco”, que tramaba presidir un gobierno de transición.

Fue una noche larga y confusa. Y en algunos momentos no sabías si los militares que llegaban se unían al golpe o venían a cercar a los golpistas. Uno de los que se unió a Tejero y sus guardias civiles fue el comandante Pardo Zancada que se presentó en el Congreso con 113 militares de la división acorazada Brunete.





Viendo que las cosas comenzaban a clarificarse durante la mañana y que los golpistas se rendirían liberando a los diputados decidí, como hicieron otros compañeros, irme para casa porque a primera hora de la tarde tenía que estar en la radio e iba ser una jornada larga. Ya en casa pude ver en televisión la salida de los diputados y la rendición de Tejero que fue despidiendo uno a uno a los guardias civiles que habían permanecido junto a él, secuestrando a los diputados, durante casi 18 horas.



Aquel mediodía España volvió a la normalidad y comprendió lo frágil de nuestra democracia. El franquismo no había desaparecido y un sector importante del ejército seguía siendo una amenaza para el sistema Constitucional. Dormí tres o cuatro horas. Me levanté, me acerqué a una bodega, compré un par de botellas de cava y me fui a la redacción.



¿Qué celebramos?- Me preguntó uno de los jefes.

-El fracaso del golpe.

La mayoría se rieron y celebraron, pero otros, muy alterados, dijeron que, en ese caso, no tenían nada que celebrar. Ellos se lo perdieron, tocamos a más.





Cuatro días después del golpe, y no al día siguiente, como algún tertuliano afirma convencido, el 27 de febrero, se produjo la manifestación más multitudinaria de la historia de España en defensa de la democracia, la libertad y la Constitución. Millón y medio de personas abarrotaron las calles desde la glorieta de Embajadores hasta el congreso de los Diputados.

Los compañeros que trasmitían aquella manifestación histórica, se subían a cualquier lugar para narrar lo que sucedía. La radio recibió el aplauso unánime de los manifestantes. La radio fue un escudo frente al golpe .

Fue uno de los actos más bonitos que recuerdo y la alegría, la solidaridad y las buenas sensaciones que gente de todas las edades mostraba en las calles de Madrid.

Había costado mucho conseguir la democracia y no estábamos dispuestos a que volvieran a robárnosla.

“Me lo decía mi abuelito, me lo decía, mi papá. Me lo decían muchas veces y yo las olvidaba muchas más…”

Ya sabéis, no lo olvidéis y acordaros de lo que os conté, cuando seáis mayores.























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