Esta
semana es “Judy”, interpretada por Renée
Zellweger, con una duración de poco menos de dos horas (118’) y con dirección del
británico Rupert Goold, autor filmes como “Una historia real”(2015)
Es
comprensible entender la postura de los llamados “niños prodigio” que, pasados
los años echaban la vista atrás para recordar aquel tiempo de fama y describir
los muy malos momentos y las responsabilidades que se les habían exigido cuando
eran unos niños. Eran explotados incluso, por sus propios progenitores.
En España,
Marisol, que hace 35 años se retiró por completo del mundo del espectáculo,
acabó haciendo público todas las presiones y también privaciones que sufrió
cuando era una “estrella” para todos los españoles y con repercusión
internacional. Una niña que reportó a sus representantes millones de pesetas de
la época como sucedió en otros países y concretamente en Hollywood que tuvo
nombres propios como Shirley Temple, Micky Rooney o incluso la recientemente
fallecida, Sue Lyon que siempre abominó su trabajo en “Lolita” y los años, en
que, siendo niña, tuvo que trabajar en publicidad para ayudar a sacar adelante
a su familia.
Judy Garland
sufrió una dura infancia, en la que se le negaban los mínimos caprichos y se le
exigía trabajar hasta la extenuación. Se le controlaba la comida,
prohibiéndosele alimentos que pudieran engordarla o facilitándole estimulantes
que le permitieran llevar un excesivo ritmo de vida, para su corta edad. La película con una serie de “flashback” recuerda a la
Judy niña y no deja muy bien a los que la rodeaban, entre ellos al magnate
Louis B. Mayer, mostrado como abusador y en cierto modo, comparado a Harvey
Weinstein
Judy Garland
fue una mujer atormentada. La protagonista de “El mago de Oz”, pagó muy
caro su éxito y se convirtió en una estrella mundial, apoyada además por su voz
y las canciones que interpretó.
Renée
Zellweger interpreta a la mítica actriz en “Judy” y todas las quinielas
apuntan que ganará el Oscar de interpretación. La otrora popular protagonista
de “El diario de Bridget Jones” que no encontraba un papel a su medida,
resurge paradójicamente en la decadencia de Judy Garland, contando como fueron
los últimos meses de su vida y el olvido en que estaba cayendo.
Renée
Zellweger domina todos los registros, todos los gestos que hace, su sonrisa, su
tristeza, su mirada, el movimiento de sus manos, el desamparo o la soledad que
sentía se aprecian en el personaje que interpreta. Judy Garland se nos muestra
como una mujer superada por las circunstancias. Malvive olvidada por todos en
Estados Unidos, pierde la custodia de sus hijos, se consume en alcohol y
estimulantes , cuya adicción provenía desde los tiempos en que estaba bajo un
leonino contrato con la MGM, que le proporcionaba los medicamentos. Vive
odiando su pasado y sin capacidad para darle forma a su vida.
La película
nos lleva a los últimos meses de su vida en Londres, en 1969, donde consigue un
contrato para cantar en una prestigiosa sala de fiestas. Ahí trascurre su
vida entre incumplimientos de contrato,
actuaciones marcadas por el alcohol o momentos memorables cuando una pareja gay
(sin hacerlo público porque en GB, estaba penado), profundos admiradores de la actriz,
la ayudan a entonar el “Over the Rainbow”, su canción más emblemática.
Judy, en
Londres, se casó por quinta vez con un empresario discográfico, que fue quien
la encontraría muerta pocos meses después de su matrimonio. Era una anciana de
solo 47 años. Un juguete roto al que la industria no respetó nunca, pero sobre
todo en su decadencia.
Con “Judy”
y parafraseando la película más famosa de Judy Garland, “Ha nacido una
estrella”, Renée Zellweger recupera su alto nivel interpretativo. Esta es la muestra.
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