Matteo Garrone es un director que me sorprendió cuando vi su
primera película “Gomorra” en que retrataba magistralmente el mundo de la
Camorra napolitana. Esta mañana, durante
buena parte de la proyección de su nueva película “Reality”, me he sentido
transportado muchos años atrás cuando la comedia italiana albergaba nombres
como los de Federico Fellini.
“Reality” es una aproximación más anecdótica que critica a
la cultura de la fama en Italia, algo que podría extrapolarse tranquilamente a
países como España. Garrone incide en la
cultura televisiva y en programas tan mediáticos como “Gran Hermano”.
Recuerdo que la primera edición de Gran Hermano en España
coincidió con la boda de mi hermano menor en el Puerto de Santa María. Pues
bien como el concursante, que finalmente ganó, era de Cádiz, muchas personas se
buscaron un hueco para encontrar una televisión donde ver el final del concurso
y otras, incluso, se llevaron televisiones de pilas. Los demás aprovechamos
para degustar viandas y caldos con tranquilidad y sin agobios mientras duró el
programa.
Esta anécdota viene a
cuento porque la película comienza con una boda y el momento estelar de la celebración tiene como protagonista al
último ganador del concurso, quien llega en helicóptero, dice cuatro frases
hechas, saluda y se va, causando furor entre los asistentes. ¿Cuál es el mérito
del ganador de un concurso que solo desnuda física y psíquicamente a los
concursantes? ¿Esa televisión que nos
idiotiza, es la cultura que seguirá prevaleciendo en este siglo de “grandes
hermanos”?, ¿Es la auténtica y única cultura de la imagen del siglo XXI ?
Garrone hace un guiño al gran cine italiano de siempre y nos
acerca a Cinecittá los estudios por los que pasaron Fellini, Rossellini,
Visconti o Vittorio de Sica entre un
largo etcétera y nos muestra como ahora sirven para casting de los
posibles concursantes de programas de televisión.
“Reality” es un fresco popular de Nápoles, con personajes
fellinianos, algunos de ellos grotescos, pero a los que Garrone, como Fellini
trata con una gran ternura. Una película coral que justamente decae cuando el director
incide en la locura del protagonista. La fuerza del relato
se desvanece en ese individualismo que va apartando al resto de personajes.
Excepcional el actor protagonista Annielo Arena que me enteré, cuando “Reality” se presentó en el festival de Cannes, que no asistió porque no
obtuvo permiso de las autoridades penitenciarias italianas ya que lleva cerca
de veinte años preso en la cárcel de Volterra. Qué por qué. Habrá que preguntárselo a los organizadores
de GRAN HERMANO, para ellos si sería un
tema prioritario. Los demás nos conformamos con cine y si es bueno,mejor.
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