11/24/2012

JOSE LUIS BORAU. EL NIÑO GRANDE



Estos últimos años he visto caminar trabajosamente a José Luis Borau por las inmediaciones de su domicilio en  la zona de Capitán Haya , próximo a la Castellana. Su deterioro iba haciéndose evidente. Tiempo atrás tuve muchas ocasiones de conversar con él, en largas entrevistas que hice para Radio Nacional. La última fue, creo, en 2001, a raíz de la presentación de “Leo”, su último largometraje en el festival de Cine Español de Málaga . En aquella ocasión José Luis Borau me comentó que si la llegada masiva de inmigrantes que se estaba produciendo en aquellos años en España, hubiese sucedido tiempo atrás, no hubiera sido necesario irse a Estados Unidos a rodar Río Abajo para contar una historia de los sin papeles.
“Río abajo”, fue un fracaso comercial y causó enormes pérdidas a su productora. La suerte no quiso favorecer al cineasta aragonés  que estaba asentando su carrera después de títulos tan reconocidos por los aficionados al cine como “Hay que matar a B”, “Furtivos”, y “La sabina”.



“Furtivos” fue su mayor éxito y también su mejor película. Aunque la censura en España daba sus últimos coletazos sorprende que este duro drama provincial y pasional fuese capaz de sortearla. Angel (Ovidi Montllor) está atrapado entre dos mujeres, su madre, violenta, cruel y posesiva (Lola Gaos), y una joven escapada de un reformatorio, Milagros (Alicia Sánchez) cuya presencia rompe la monotonía y falsa armonía de la  madre  y el  hijo, en un bosque oscuro y hostil que tiene su propio protagonismo en la película.
“Furtivos” es un  reflejo de la España más profunda y deja en evidencia las miserias de un país que tenía atrasos de toda índole. La España de los años setenta todavía estaba anclada en el pasado.
Con “Tata mía”, con la que recuperó para la pantalla a Imperio Argentina y la serie de televisión “Celia”, basada en las novelas de Elena Fortún,  Borau consiguió resarcirse, en parte, del fracaso de “Rio Abajo” .
Siempre fue un  hombre inquieto y un gran amante del cine y del lenguaje cinematográfico, sobre el que versó su discurso de ingreso en la Academia de la Lengua. El actual presidente de la Academia de Cine, Enrique González Macho le ha definido hace unas horas como el mejor presidente que ha tenido esta institución, cargo que ocupó de 1994 a 1999.  






 Siempre recordaremos su imagen, en la gala de los Goya de 1998, con las manos pintadas de blanco para protestar por los atentados terroristas. Fue siempre un hombre comprometido y generoso, querido por la profesión y maestro de muchos guionistas y directores.
Se ha ido José Luis Borau, nos quedarán, y no es un tópico, esas películas de las que siempre descubriremos algo y sobre toda la Fundación Borau en la que apostó por los más jóvenes y en que pervivan los legados cinematográficos de él y de todos cuantos aman el cine. De esta forma con el buen uso de la Fundación, siempre estará contento “el niño grande”del cine español, como se definía así mismo.

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