Todos los años acudo a la Feria del Libro de Madrid en el parque de El Retiro. Desde niño con mis abuelos o mis padres visitaba el recinto ferial y comprábamos algún ejemplar . Esa tradición la mantuve con mis hijos y seguí con mis nietos.
Es alentador
ver la Feria abarrotada de miles de personas que , especialmente los fines de
semana, recorren el recinto, asisten a alguna de las actividades programadas o
se acercan a las casetas para adquirir algún libro y si es posible, conseguir
la firma de su autor favorito. Pienso, mientras escribo estas líneas que, si
todos los que acuden mantuviesen ese idilio ferial durante el año el sector del
libro sería absolutamente rentable porque autores, libreros y editores
obtendrían ventas millonarias. Pero no es así. En España se lee poco aunque la
tendencia haya mejorado en la última década. Sin embargo, los libros no mueren.
Quienes auguraban la desaparición del libro de papel no han acertado. La gente
prefiere, en general, la lectura tradicional a la digital, si bien, son cada
vez menos los que acumulan libros y libros en sus casas.
No es mi
caso, conservo miles de volúmenes, muchos de ellos dedicados por escritores que
figuran ya en la historia de la literatura y tengo amigos que, me han confesado
que superan los veinticinco mil ejemplares. Yo no me hubiese acercado a ese
número, a pesar de que he donado cientos de ejemplares a ONGS o bibliotecas públicas
pero, de un tiempo a esta parte, cuando ofreces algunos volúmenes te miran como
si se tratara de un extraterrestre. Ningún centro quiere libros, pero lo que
más me molesta es que no preguntan de que obras se tratan , todos los libros
son tratados de la misma manera como si se depositaran en un contenedor y a lo
mejor en esos volúmenes hay un clásico del XIX o un ejemplar firmado por García
Márquez.
No hay
ningún García Márquez en la Feria de este año. Hay autores reconocibles, pero
son los menos. Dolores Redondo, Eva Gª Sáenz de Urturi, Rosa Montero, Juan
Gómez Jurado, Javier Castillo son escritores que venden miles de ejemplares y
tienen un puñado de lectores esperando que estampen su firma en el ejemplar que
han adquirido. Otros autores observan con la mirada perdida a que algún
visitante se acerque a ellos pero, si lo hacen, será con cuentagotas. Sin
embargo, hay filas que requieren la presencia de guardias de seguridad porque
decenas de personas quieren adquirir un libro del youtuber de turno o el famoso
de moda que sale en programas de televisión. Algo te dice que más que la
lectura interesa lo mediático, el ver cara a cara a quien admiras más allá de
lo que haya escrito.
Hoy, no
llueve sobre la Feria que ha sido una de las notas de identidad de esta edición
que se clausuró este domingo. Veo que hay prisas en contar lo que han sido
nuestras vidas, pasados los setenta. Rodrigo Rato lo cuenta después de su
experiencia en la cárcel ; gente del cine como Pedro Almodóvar se une a los
septuagenarios que no quieren dejar nada en el tintero. También Fernando Méndez
Leite, actual presidente de la Academia de Cine y el actor Emilio Gutiérrez
Caba han desgranado su vida en sendos libros.
Hoy en El
Retiro huele a tierra mojada después de las lluvias que tanta falta hacían y se
recuerda a Antonio Gala que nos llevó “Más allá del jardín”. Hay bullicio y
cuesta caminar entre las casetas. Si sales del Paseo de Coches hay flores y
plantas y niños jugando en los parques. Decido ir al cine a ver “El maestro
jardinero”. La firma un septuagenario, Paul Schrader el director de “American
Gigolo” y guionista de “Taxi Driver” y “Toro Salvaje”. Una de las protagonistas
Sigourney Weber (“Alien”) también sobrepasa los setenta. Hay aroma a cine clásico
tanto como el de sus protagonistas. Todavía son jóvenes porque la Feria del
Libro de Madrid ha cumplido ya ochenta y dos años.
ARTÍCULO PUBLICADO en la VOZ (12-6.23)
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