Esto no
pinta bien . Vivimos un retroceso en los sistemas democráticos en el creciente
avance de movimientos de extrema derecha que sustentan su implantación en las
falsas noticias y las mentiras sustentadas por los propios lideres de sus
formaciones. Trump en EEUU y recientemente Bolsonaro en Brasil con sus acusaciones de fraude a Biden y Lula , en sus
respectivas elecciones tensaron la cuerda que acabó rompiéndose con los asaltos
al Congreso en EEUU y a los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial en Brasil-
Hoy el
diario “El País”, a cuatro columnas titula: “Señales de alarma para las
democracias en el mundo” y en un extenso informe describe la situación mundial con
las 16 naciones más restrictivas y la constatación según Freedom House que
desde hace 16 años hay un retroceso de las libertades en los países
tradicionalmente democráticos y lo que es peor que los jóvenes sienten cada vez
más desapego hacia el sistema.
EEUU y Brasil
han sido dos serios avisos. Dos revueltas contra el corazón mismo de la
democracia que, el propio sistema ha sido capaz de abortar. Pero los avisos no
pueden caer en saco roto y la fuerza de la ley debe caer contra todos quienes quisieron
subvertir el orden constitucional incluidos, si hubiera lugar, los dos líderes
Trump y Bolsonaro que están siendo investigados. No debe caer en saco roto el fracaso de las
dos intentonas golpistas porque si bien ahora no han salido adelante ,en el
futuro podrían ser más fuertes. Las democracias deben estar mucho más atentas a
los crecientes populismos, a esos partidos que se adueñan de las banderas
nacionales, de los himnos y de cualquier otro símbolo nacionalista como si
fuesen los únicos norteamericanos, brasileños, franceses, italianos o españoles.
Son los adalides del patriotismo, aunque sea mentira. Ya lo decía Goebbels: Más
vale una mentira que no pueda ser desmentida que una verdad verosímil. Solo
los populismos pueden ser combatidos con la verdad que proporciona la libertad y en eso las democracias deben ser fuertes.
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