“Vacaciones
de verano” acumula más de un millón de espectadores desde que se estrenó el
pasado 1 de julio. El éxito de la última cinta de Santiago Segura es una
inyección importante para la taquilla del cine español y por ende de las salas
de exhibición.
“Vacaciones
de verano” es una mala película, pero con los gags suficientes para que el público,
sobre todo los más pequeños, pasen el rato. No es nada nuevo cuando nos
referimos a las películas de Santiago Segura que tiene bagaje suficiente para rodar
un buen producto cinematográfico, técnicamente hablando, aunque la historia
deje mucho que desear. Las sagas de “Padre no hay más que uno” o “A todo tren: Destino
Asturias” han hecho taquillas millonarias algo que ocurrió muchos años atrás con
las sucesivas entregas de Torrente que el mismo protagonizó. Su primer Torrente
si le valió el reconocimiento de la critica y de los académicos que premiaron
su debut cinematográfico con un Goya a la mejor dirección novel. Aquellos inicios
también le reportaron otros dos Goya como actor revelación por “El día de la
bestia” y su corto “Perturbado”.
Pero si aquello fue en el siglo pasado, no se puede negar que Segura siempre ha conectado con el público. Se pueden criticar sus últimas películas, pero es innegable que, el público una y otra vez acude a las salas a ver su cine. Ha dado con la fórmula que le convierte en el Rey Midas del cine español como antaño hiciera, por ejemplo, Mariano Ozores quien realizó un sinfín de comedias que conectaban con el público apoyado en el trabajo de actores como Alfredo Landa, Pajares o Esteso. Una vez más la poca sintonía entre el público y la crítica. La confluencia de ambos sectores se produce en contadas ocasiones. No obstante, y a pesar de mi poco aprecio a la última película de Santiago Segura prefiero productos nacionales de estas características a algunas bazofias que nos llegan de Hollywood, sobre todo estos meses de verano.
he escrito en estas mismas páginas sobre la
admiración que me ha producido “Oppenheimer”, una gran película y en cambio,
dejé pendiente “Barbie” porque no había podido verla. Al final hice los deberes,
animado sobre todo por la dirección de la solvente Greta Gerwig, de la que me
habían interesado “Lady Bird” y su versión de “Mujercitas”. En “Barbie”, en cambio,
solo me atrajo la primera media hora por su estética y el humor que desprende. A
partir de ahí se me hizo insoportable por la confrontación entre unos hombres,
unos Ken, absolutamente imbéciles y unas mujeres empoderadas. Las Barbie viven
en un mundo de mujeres perfectas en que los hombres realizan las actividades que
antes estaban destinadas para ellas. Todo es maravilloso, pero hasta una muñeca
perfecta puede sufrir una crisis existencial. El homenaje a “2001, una odisea
del espacio” de Kubrick, al inicio del filme, es el paralelismo que busca la
directora para decirnos que la creación de la primera Barbie, en 1958,
transformó el mundo infantil de manera que los juegos no volverían a ser iguales.
El caso es que Barbie revienta taquillas y ha superado con creces los 250
millones que supuso su producción y posterior marketing, ese que ha teñido de
rosa los cines de medio mundo. “La vie en rose” que diría Edith Piaf,tanta que
ya preparan la segunda entrega de “Barbie”, la muñeca que nunca fue diabólica.
PUBLICADO EN LA VOZ ( 7.8.23)
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