Las tres
eliminatorias europeas protagonizadas por el Real Madrid son un símil de la
mejor película de suspense o miniserie que gusta más ahora, y aún pendiente del
desenlace final.
Sir Alfred
Hitchcock ,el mago del género, tendría que haber estrujado con fricción su
cabeza para imaginar tres finales de partido tan frenéticos y asegurando a los
espectadores que después del primero la serie continuaría …
En todos, el
visitante, llamémoslo espía, ladrón de guante blanco o simplemente criminal,
golpeó primero . El Bernabéu acalló consternado el griterío y la euforia que se
vivía antes y durante el partido. Mazazos sucesivos de tres equipos compuestos
por actores y técnicos extraordinarios capaces de silenciar el ensordecedor
sonido del estadio. Todos llevaban aprendido el guion no faltaba ni un punto ni
una coma siguiendo las instrucciones del equipo técnico que desde el minuto uno
había hecho sonar clara y fuerte la palabra “acción”.
“Yo
confieso” que viendo
el desarrollo de los sucesivos partidos pensé que el final estaba cerca, que
los blancos estaban “encadenados” y que “la muerte les pisaba los
talones”. Durante la mayor parte de las eliminatorias nos sentimos en la
sala oscura, asistiendo en silencio a lo que ocurría en el escenario. “La
trama” estaba escrita y no parecía, salvo determinados recursos o
escasas apariciones ,que el final no llevase a un desenlace cruel lejos del
sueño de París.
Con un giro
de guion inesperado, cuando el tiempo apremiaba, sonó la alarma en un
expreso que caminaba con enorme retraso. Tanto que en la estación esperaban
ya cansados pero convencidos, que los
pasajeros más selectos, venidos de Manchester,
celebrarían por fin su llegada con una suculenta cena. No sé cuál ha
sido el destino de los manjares. Espero que hayan podido congelarlos.
Pero antes
de la llegada al hotel-estación ocurrió en el escenario, según los narradores
de RAC1,emisora catalana, ejemplo de no objetividad, un fenómeno paranormal.
Los moribundos resurgieron y el público entró en un “frenesí” ,en una
comunión colectiva, que acalló
cualquier otro sonido.
El estadio
tembló y subieron los decibelios de toda la ciudad y a los ingleses, tan
flemáticos, les entró el “vértigo”. Lo
imposible volvía a ser realidad. Hitchcock había conseguido su mejor película y
además ,con la intriga, de que todavía no ha resuelto cuál será el desenlace.
Habrá que
llevarse las cámaras a París, volver a construir un argumento y dejar que los
actores corran por el césped sabiendo que los espectadores quieren conocer el
final.
(PUBLICADO en LA VOZ. 9-5-22)
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