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Es lo que debieron pensar los jugadores de la selección
española de fútbol cuando saltaron al césped de Maracaná y de paso nos lo
hicieron imaginar a todos nosotros.
No se enteraron que tenían que disputar un partido de fútbol
definitivo para seguir o no en el Mundial de Brasil. Fue que no porque se
quedaron absortos en el estadio. Sin chispa, sin ideas, sin alegría España
sucumbió ante una selección sencilla, sin grandes malabarismos, que tiene
buenos jugadores pero sobre todo un conjunto que corre, lucha y pelea por cada
balón. Los chilenos van a ganar a Holanda.
Hacía mucho que no veíamos una selección española tan plana,
tan insegura, tan impotente…Te desesperabas viendo como el balón no corría,
como no había apoyos entre unos y otros, cómo no existía el centro del campo,
la delantera o una defensa que era un flan cuando los chilenos llegaban al
área. Después se fallaba lo que parecía imposible.A aquel fallo de Cardeñosa le han salido
competidores. Por ejemplo el que tuvo Torres frente a Holanda que pudo suponer
el 2 a 5 o Busquets frente a Chile que
era el 1-2 si o si. Es pura anécdota pero esos fallos demuestran falta de tensión,
falta de coherencia de una selección que nos había ilusionado durante los
últimos seis años.
Borrón y cuenta nueva. A disfrutar con el fútbol de los
otros y a confiar en que alguien enderece el ritmo futuro de la selección. Que
se enteren de que el valle ya no es verde que quedó atrás aquel tiempo tan
feliz y que su trono va a pasar a otras
manos .Aquí la debacle de la selección coincide con la proclamación del nuevo
rey. Seguramente es una señal. Hay que mirar para adelante y creer que con las renovaciones necesarias se
pueden esbozar nuevos horizontes de grandeza.
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