8/06/2022

MARILYN SESENTA AÑOS DESPUÉS





Este pasado jueves se cumplieron sesenta años de la muerte de Marilyn Monroe que en junio hubiese cumplido noventa y seis años. Se la sigue recordando y en breve se estrenará en España la última película sobre su vida “Blonde”, en que la actriz cubano-española Ana de Armas encarna a uno de los grandes mitos cinematográficos.



Marilyn en 1954 (EL PAÍS)




Escribí sobre Marilyn como muchos otros, porque su nombre o su presencia habían marcado mi infancia. Han pasado sesenta años desde que muriera, desde que uno de aquellos telediarios sombríos, en pantalla que no era plana, en blanco y negro, anunció que Marilyn Monroe se había quitado la vida. Era el 4 de agosto de 1962. Nació entonces el mito y quise recordarlo en mi libro “Con nombre de mujer”:






La recuerdo de rojo aunque fuera rosa intenso aquel vestido-pasión. Bailaba con todos y con ninguno .Dejaba que su cuerpo fuese admirado y al mismo tiempo convertía a los espectadores en estatuas de sal. Rojo como sus labios y casi su pelo en cataratas de enamorados. Niágara de mujer, mujer...Niágara de deseos. Niágara de amores prohibidos. Niágara de muerte... Kiss me...Kiss me...

Prohibidos fueron sus amores con los Kennedy. Primero John, presidente...Después, Bob, candidato. Se dijo que Marilyn sabía demasiado.

Supiese o no, nadie le cantó un feliz cumpleaños a John Fitzgerald Kennedy como lo hizo ella sobre el escenario del Madison Square Garden.

Marilyn no cumplió los cuarenta. Por eso siempre se nos aparece joven y exuberante. Desde niña-mujer de hogares-rotos; chica de calendario de taller con desnudo sobre fondo rojo, escondida como amor en conserva de los Marx; deslizándose por la jungla del asfalto o cuando solo era boceto, de lo que sería, en Eva al desnudo.

Marilyn, siempre me gustó Norma Jean, nos hizo reír a pesar de ser una mujer triste y melancólica. Era más que obscuro objeto de deseo. Era mujer de curvas infinitas ante los enardecidos soldados norteamericanos de Corea o mujer capaz de hacernos imaginar que sus piernas eran mucho más largas de lo que eran, cuando su falda volaba en el respiradero del metro.

Con Norma la tentación vive arriba y abajo y seguramente en la nevera donde guardaba su ropa interior en el tórrido verano de Nueva York. La tentación tenía faldas y a lo loco, tocaba el ukelele y nadie era perfecto, salvo ella, Marilyn.

Enamoró a políticos, actores, deportistas que llevaban rosas a su tumba todos los años e intelectuales con nombre. Supimos por qué la quería tanto la pantalla cuando comprobamos que los caballeros las prefieren rubias.

Hizo que un multimillonario cacarease por ella; que nos dijera como casarse con otro o que un príncipe se rindiera a sus pies. También un rudo vaquero utilizó el lazo en Bus Stop y unos científicos sintieron rejuvenecerse. Quizá su vida debió ser más rebelde frente a los que la utilizaron. Hoy Marilyn, Norma Jean, es leyenda de este viejo-nuevo arte llamado cine. Nos basta con atrapar su sonrisa y seguimos viéndola con el vestido rojo que no era, recuperamos sus últimas fotos de diosa saliendo de una piscina, con una toalla azul cubriendo su desnudez. Miramos y vemos su mirada pícara, entre ingenua y seductora; sus movimientos siempre decididos, pero con una sombre de duda, sus besos, sus labios, sus ojos que ríen, la alegría que oculta a una mujer triste y atormentada a la que la vida solo dejó vivir en la pantalla.










Marilyn nació en Los Ángeles (California) el 1 de junio de 1926 y murió en Brentwood (California) el 5 de agosto de 1962.



Me gustaría ser feliz ¿pero ¿quién es feliz? (Marilyn Monroe.1962)

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