Madrid es una ciudad para pateársela que es también como una
forma de reconciliarse con el agobio y la desazón que muchos días nos produce deseándonos
dejarla atrás y refugiarnos en mar o montaña. Caminando se ven las cosas de
otra manera-
Lo hago con asiduidad, es raro el día que bajo de los once
mil pasos, lo que suponen varios kilómetros por avenidas, parques o esas
callejuelas escondidas donde apenas hay ruidos.
Si no ando utilizo indistintamente el metro o el autobús que
son dos eficaces medios de transporte, En el metro, los viajeros son jóvenes que
visten de forma desenfadada y que llevan incorporado el teléfono móvil de
rigor. Algunos, con los cascos, absortos en la música; otros con juegos, los de
más allá escribiendo o recibiendo mensajes o algunos hablando y hasta contándonos
su vida. En el metro hay rupturas o enamoramientos , incluso despidos cuando
escuché a una chica llorando mientras hablaba con su padre porque la habían
echado del trabajo.
El metro da mucho de sí porque hoy mismo hasta he visto a
dos personas leer, algo cada ves menos usual. Eran dos mujeres, una entrada en
la cuarentena que sujetaba un voluminoso libro de Ken Follet; la otra de algo más
de treinta años, iba sentada con un libro de bolsillo de María Dueñas. Hace catorce
años no había tanta dependencia del móvil y eran muchas más las personas que
leían, incluidos los periódicos que, ahora brillan por su ausencia.
El metro, como rezaba aquella película, “no es lugar para
viejos” que si llenan los autobuses de más fácil acceso y donde los móviles pasan
casi desapercibidos. Son `pocos los jóvenes que suben a los autobuses y muchos
más los mayores de bastón incorporado y más difícil movilidad. Alguno incluso
si ojea el periódico y otros llevan libros no de muy gran formato, ligeros,
pero siempre llenos de palabras.
Ha disminuido el numero autobuses y trenes y hay más espera y
vagones más abarrotados en las horas punta, aunque en verano no ocurre lo mismo
. A mi como jubilado me cuesta algo más de tres euros moverme por toda la
comunidad de Madrid. No hace falta que me lo bajen más solo debe ser gratuito
para quienes más lo necesiten y en lugar de seguir disminuyendo el precio del
abono mantengan la calidad de nuestro transporte público y si sobra, por
ejemplo, que sea una aportación a la
prevención de los incendios que tanto daño están causando a lo largo de nuestro
territorio. Se trata de que nuestros recursos, los impuestos que pagamos todos
sean bien empleados, y no por muchas rebajas vamos a votar a quien no queremos.
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