Muchos niños
protagonistas, niños que intentan sobrevivir entre las ruinas o que mueren en
los bombardeos nos hacen participar de la locura y violencia de cualquier
conflicto armado.
Dirigida por
Waad al-Kateab y Edward Watts, la primera, una mujer muy joven no quiso abandonar
Alepo para dejar testimonio de lo que ocurría. “Para Sama”, recuerda las
protestas contra la dictadura de la familia Assad, cinco años del inicio de la
guerra en 2011. Después, el horror. No hay imágenes complacientes. Es un
recorrido cámara en mano por la ciudad y en particular por el hospital donde trabaja el marido de Waad, médico y
activista .
Una noche la
cámara recoge como aviones rusos atacan el hospital matando a 53 personas. No
se respetan ni los hospitales. El asedio de la ciudad hace que vivamos con los protagonistas
las carencias, la falta de alimentos, de productos de higiene , de pañales para
los niños.
Waad y los
suyos dejan la ciudad y en un texto que escribe a su hija, nacida durante los
bombardeos, le dice que “si pudiera volver atrás haría los mismo. No me
arrepiento de nada. Quiero que crezcas para que sepas que luchamos por lo más
importante: Para que tú y todos los niños no tengan que vivir lo que vivimos.
Todo lo hicimos por ti”
La directora
alemana Caroline Link (“En un lugar de África”) adapta el exitoso
best-seller juvenil de Judith Kerr “Cuando Hitler robó el conejo rosa”, en que
describe como ella, sus padres, y su hermano debieron de exiliarse de Alemania poco
antes de que Hitler y los nazis subiesen al poder.
El padre,
escritor y articulista profundamente critico con los nazis, se exilia a Suiza y espera la llegada de su
mujer y sus hijos. Una vez allí, y sin posibilidad de publicar, se trasladan a
París donde vivieron grandes penurias y llegaron a pasar hambre ante el escaso
apoyo que encontraron. Finalmente lograron trasladarse a Inglaterra donde la
situación de la familia fue mejorando paulatinamente.
Sin que tenga
nada que ver la obsesión de Judith Kerr con su conejo rosa es la misma que
muestra la protagonista de “En el balcón vacío” con el tapón que se
lleva al exilio mexicano. Aquella película mexicana reflejaba el exilio español
y los hilos que te unen al pasado, al lugar que dejaste atrás tanto la casa, la
ciudad o el país, como la propia infancia.
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