Una declaración : “A las mujeres no nos pertenecen los muertos” y una respuesta: “A las mujeres no nos pertenece nada”…
Así se
expresan las protagonistas de “Adam” (98’), una
viuda con su hija de 8 años y una joven embarazada. Las dos congenian en esta
película marroquí que ahonda en los derechos individuales y sobre todo en los
de la mujer y el espacio que debe buscar en una sociedad donde la discriminación
sigue patente.
Lo mejor de “Adam”, dirigida por la periodista Maryam Touzani, es su sencillez y claridad narrativa, constatación de como de una historia sencilla se construye una gran película.
La joven
marroquí ha tenido que ocultar su embarazo y dejar atrás a su familia. En
Casablanca intenta encontrar trabajo y un lugar donde dormir. Después de varias
negativas Lubna Azabal (“Incendios”) es admitida por Nisrini Erradi, una viuda
mahumorada y resentida socialmente tras la muerte de su marido en un accidente.
Vive sola con su hija de ocho años y sobrevive gracias a una pequeña panadería.
La convivencia entre las tres mujeres, entre las tres generaciones, cambiará
sus vidas.
“Adam” es una película de sensaciones y de
complicidad con las dos mujeres que nos invitan a que seamos unos clientes más
de esa panadería en que amasan el pan que, es como amasar nuestras propias
vidas.
La periodista Maryam Touzani construyó su historia a raíz de un hecho similar que vivió en su casa de Tánger. En aquella ocasión sus padres acogieron a una joven desconocida que se presentó embarazada del novio que la había dejado. Su intención era tener el hijo, sin que lo supiera su familia y después entregar el bebé y regresar a su casa.
Un drama
femenino y reivindicativo del papel de la mujer en la sociedad marroquí y una mirada
al concepto de la maternidad
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