El que más o
el que menos soñó a Ava. Yo era niño cuando la diva de Hollywood apagaba bares,
tabernas, tablaos o salas de fiesta . No fui uno de los cientos de taxistas que
atestiguaron llevarla de vuelta a Doctor Arce; ni los ascensoristas o
guitarristas y palmeros flamencos que aseguraron que compartieron sabanas con
la protagonista de “Mogambo”, En los años cincuenta, Madrid seguía sin despertarse de la
oscura noche de la posguerra y solo algunos gozaban de la permisividad que les permitía
el régimen.
Los
americanos de Eisenhower y los tratados ; gentes de la farándula y de los toros
vivían ajenos a la represión , a los primeros movimientos estudiantiles y obreros
y a las torturas en la Dirección General de Seguridad.
Manuel
Vicent nos ha llevado por ese Madrid nocturno en su novela “Ava en la noche”(Alfaguara)
que, es uno de los libros más vendidos de este verano, de rostros embozados y
ocultos a cualquier mirada. Es un Madrid inventado y al mismo tiempo real a
ojos de un joven que quiere ser director de cine. Un Madrid en el que sus
protagonistas se entremezclan en salas de fiestas donde puede haber un asesino,
posteriormente ajusticiado, Jarabo; un torero, Luis Miguel Dominguín, un
escritor Ernest Hemingway o Ava, aquella diosa que, demostró que Venus era
mujer.
David, el
protagonista sueña a Ava en todas las páginas del libro , aunque Ava pueda
tener otro rostro u otro cuerpo; pero sueña también a Berlanga y la idea que le
dio para hacer “El verdugo” o detener su mirada en las tertulias del
Gijón o Chicote , o recuperar al amigo que perdió. “Ava de noche”, forma
parte de nuestra historia reciente y me lleva a recordar a Woody Allen, cuando volvió
a dar vida a los protagonistas de la noche bohemia en “Midnight in Paris”.
Existió el París de los años veinte en que el protagonista convivía con
Picasso, Dalí, Buñuel, Fitzgerald , Hemingway o Josephine Baker. Allen nos hizo
recuperar los sabores de aquel París de la bohemia; Vicent recobra aquel Madrid
maldito y canalla que olía a ajo y a frito mientras en su burbuja, Ava y los
suyos se bebían la noche.
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