Es un día
azul de primavera. Y las calles de Madrid siguen estando blancas. Por 90
segundos no se tiñeron de rojiblancas. Minuto y medio para alcanzar la gloria.
Minuto y medio para ser campeones de Europa.
Ramos igualó
una final en el último suspiro. Habían sido noventa y tres minutos intensos,
sin gran fútbol pero con los dos equipos poniendo el alma en cada balón. El
Atlético se adelantó tras la mala salida de Casillas y se echó atrás. En la
segunda parte apenas salió de su campo, con el Madrid robándole todos los
balones. Parecía que no, que no habría décima pero en ese minuto 93 Ramos
demostró que la belleza del fútbol dura hasta el pitido final del árbitro.
Después
treinta minutos más. La prórroga agónica, la lucha por el triunfo cuando las
piernas ya no responden. Entró el segundo. Di María-Bale. El Madrid sabía que
el triunfo ya era suyo. Los goles de Marcelo y Ronaldo fueron pura anécdota.
Fiesta en buena parte de Madrid la otra también pensará que la vida es bella si
mira una semana atrás y recuerda su brillante triunfo en la Liga y su Neptuno
con bufanda rojiblanca.
Hoy toca
Cibeles y dentro de un año cualquiera sabe.
En el largo
historial de finales madridistas tengo más recuerdos dulces que amargos, que
también los hubo. Entonces no se iba a la Cibeles. La primera derrota fue
frente al Benfica del gran Eusebio. Cinco a tres ganaron a los Di Stefano y
Puskas, que marcó los tres tantos. Imágenes de blanco y negro y gritos de los
mayores mandándonos callar y que no nos pusiéramos en medio porque antes las jugadas
no se repetían. También vagamente recuerdo la derrota frente al Inter de Milán
( 3-1) o en los ochenta frente al Liverpool (1-0)
Recuerdo la
sexta, aquella del Madrid yé-yé, solo con jugadores nacionales ( 2-1) con goles
de Amancio y un olvidado Serena. En aquella ocasión remontaron el resultado
adverso.
Después pasaron
décadas hasta que en 1998 ganamos la séptima frente a la Juventus (1-0). Vi el
partido en un pub del Zoco de Pozuelo, junto a algunos compañeros de RNE y mi
hijo, que acababa de cumplir 18 años. Fue la única ocasión en que fui a la
Cibeles con un ambiente espectacular. Después he tenido otras muchas ocasiones
de acudir pero creo que la fiesta debe ser para los más jóvenes, entre otras
cosas porque a ellos les sientan bastante mejor las camisetas. Después la octava frente al Valencia(3-0) y la novena
con el Bayer Leverkusen (2-1) no me produjeron especial euforia, aunque tengo
en la memoria, como todos, el gol de Raúl frente al Valencia yéndose hasta la
cocina con el balón que acabó en la red de Cañizares y la majestuosa volea de
Zidane frente a los alemanes.
De ayer
siempre recordaré el cabezazo de Ramos, doce años después de la novena. Lo vi
en casa junto a mis dos hijos varones y mi nieto que todavía no ha cumplido los
tres. Ellos si llevaban camiseta. Yo camisa blanca durante toda la semana. Eso
sí cambiándomela todos los días.
No pensé que
había pasado tanto tiempo pero el tiempo devora, te pasa por encima, menos esos
detalles que guardas contigo durante toda tu vida.
Diez,el número
mágico.El de Puskas,Pelé, Maradona ,Messi…Diez Copas de Europa. Confío en que
no haya que esperar tanto para la próxima y que pueda haber muchos grandes
días.
Fiesta de
botas y hoy día de votos. Madrid, en cualquier caso, ya tiene al nuevo campeón
de Europa.
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