Ya estamos otra vez con la Liga. El fútbol no para y los
jugadores, a duras penas, siguen en pie.
Lo que me cuesta entender es que el miércoles, el Atlético
de Madrid volviese a perder una eliminatoria frente al Real Madrid. A los veintisiete
segundos ya había empatado la eliminatoria y en lugar de lanzarse a tumba
abierta a golear a un equipo blanco desnortado se encerró en su área, esperando
el redentor contrataque.
Simeone no aprende. Después de ganar al Barcelona en Liga y
jugar un frenético partido en Copa(4-4) contra los blaugranas dejando la
eliminatoria en todo lo alto, no se
atrevió contra el Madrid a plantarle cara, más allá de lo meramente defensivo.
Le faltó ambición para derrotar al peor Madrid de hace mucho tiempo con, sobre
todo, una primera parte para olvidar.
El Atlético tiene buenos jugadores y una gran plantilla ,
pero cuando juega contra el Madrid se le apagan las luces. Corren, luchan, se
anticipan ganando duelos, tienen más ocasiones, pero la maldición encuentra nuevos
caminos en la Champions. El gol de
Lisboa de Sergio Ramos en el minuto casi 93; el palo de Juanfran en la tanda de
penaltis en Milán; el gol de Chicharito, cuando agonizaba, el partido de
cuartos en el Bernabéu o una jugada espectacular de Benzema en las semifinales
de la temporada 2016-2017 que, decantó finalmente la eliminatoria para los
blancos cuando el Atlético con 2-0 esperaba remontar en su campo el 3 a 0 que
les había endosado el Madrid en el partido de ida.
La maldición ha tenido esta vez forma de penalti. Lo que
nunca ocurre, o muy pocas veces ha sucedido que, el jugador que lo lanza toque
dos veces el balón por un resbalón. El VAR que tantas veces ha elogiado
Simeone, no se anduvo con miramientos y anuló el gol de Julián Álvarez en la
tanda de penaltis
Después lo de siempre, el discurso monocorde de los anti madridistas
que ven una confabulación que trasciende fronteras. Todas las miradas en el penalti y no se ve más
allá de esa jugada decisiva. ¿Qué hubiese pasado si Camavinga, como Giuliano
Simeone, hubiese tocado el balón con el brazo separado del cuerpo en el área?
¿Qué habría ocurrido si Lenglet hubiese sido expulsado por ser el último hombre
tras el penalti a Mbappé?
Nadie habla de ello. El discurso siempre tiene una misma
dirección. Da igual que haya sido el VAR quien dictaminase que el gol de Julián
Álvarez no era legal y que, el propio jugador, se haya limitado a felicitar al
Madrid por su clasificación, sin negar que no dio dos toques al balón.
Es indiferente que ocurriesen otros hechos polémicos en el
partido todo está dirigido a qué el Madrid ganó por el árbitro, aunque se llame
tecnología y un nombre VAR que el eterno entrenador del Atlético de Madrid, Diego
Pablo Simeone considera altamente positivo. Habrá que entender que solo cuando
les favorece. A lo mejor esta misma noche frente al Barcelona.
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