Cuando hablamos de la magia del cine creo que responde a esa capacidad de seducción que tiene la pantalla grande, a esas dos horas que te dejas cautivar por lo que ocurre en esa sala oscura que muestra historias de amor; de intriga, de terror o de aventuras imposibles.
Durante dos
horas te sientes partícipe de lo que te propone la pantalla en comunión con
otros espectadores que aprueban o desaprueban lo que ven en la sala. El público
reía a carcajadas con Chaplin, Buster Keaton , Jerry Lewis , Cantinflas o aquí
en España con aquellas comedias con José Luis López Vázquez , Alfredo Landa o
Tony Leblanc.
Eran
comedias previsibles, insulsas, en gran medida machistas, con guiones
inconsistentes y diálogos repetitivos
pero que, sin embargo, atraían a un número muy alto de espectadores que hacían
excelentes taquillas.
“El
“landismo” y otras opciones similares
hace ya mucho que pasaron a mejor vida, pero las comedias continúan atrayendo a
los espectadores como lo demostró hace unos años “Ocho apellidos vascos” que,
arrasó en taquilla o desde hace ya bastante tiempo, las películas de Santiago
Segura, siempre lejos de los Goya, pero atrayendo tanto en Navidades como
durante el verano a miles y miles de espectadores.
Santiago
Segura hace años que volvió a dar con la tecla. Dejó atrás la saga del zafio,
sucio y seguramente maloliente Torrente que triunfó entre los adolescentes
para buscar un público más familiar, con
niños que inundan de carcajadas las salas porque se identifican con los
pequeños protagonistas que llevan a cabo trastadas a lo Macaulay Culkin en
“Solo en casa” o más de andar por nuestras calles y ciudades el Críspulo de Pedro Mari Sánchez en
“La gran familia”, aquella película de Fernando Palacios que respondía a la
España de las familias numerosas del franquismo que, se las apañaban para salir
adelante con el pluriempleo y la imaginación.
En las
películas de Santiago Segura todo es previsible. Tanto en las que dirige como
en las que interpreta, pero sabe conectar con el público, intuye lo que los
espectadores más jóvenes quieren y sabe hacerlos disfrutar durante los noventa
minutos que suelen durar sus películas. Ya está en la cuarta entrega de “Padre
no hay más que uno”, en la segunda de “A todo tren. Destino Asturias” y este
pasado verano volvió a romper taquillas con “Vacaciones de verano”.
Estas
Navidades “La Navidad en sus manos” ha sido la película española más vista.
Está dirigida por Enrique Mazón pero, su presencia como actor atrae por igual a
las familias que acuden en masa a las salas. No hablamos de grandes películas,
ni de enormes presupuestos, ni de historias que vayan a quedar para siempre en
nuestra memoria, hablamos de un cine casi artesanal en que sus responsables
saben muy bien lo que quieren los espectadores.-Lo que si sabemos es que aquel
joven Segura que ganó algunos Goya con sus primeros Torrente, ha sabido
encontrar la magia necesaria para hechizar a sus espectadores y convertir sus
películas en una fiesta de la taquilla,
(PUBLICADO en LA VOZ 15.1.24)
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