4/23/2020
EL PREMIO CERVANTES EN EL DIA DEL LIBRO. Hoy, confinados, recuerdo a Delibes y el cine,en el año de su centenario.
Durante muchos años tal día como hoy acudí a retransmitir el Premio Cervantes a la universidad de Alcalá de Henares. A veces no cuadraba la fecha y se trasladaba a uno o dos días antes o después del Día del Libro, instituido en conmemoración de la muerte de Miguel de Cervantes.
Era un acto solemne, en un espacio reducido en que los premiados bajo la presidencia de los Reyes agradecían el galardón y habitualmente en sus discursos glosaban la figura de Miguel de Cervantes y de su obra cumbre, Don Quijote de la Mancha. En el Paraninfo de la universidad, al término de la ceremonia, el premiado, autoridades políticas o académicos y periodistas compartíamos el vino y los aperitivos que se servían con la presencia de la tuna y los Reyes que se movían en medio de los invitados con absoluta naturalidad. Ello llevó a que años después se acabasen aquellos aperitivos con la realeza y los periodistas no tuviéramos acceso al Paraninfo.
Pasados los años recuerdo como un privilegio haber tenido ocasión de conversar o entrevistar a la mayor parte de los premiados. Incluso en mi biblioteca guardo muchos de sus libros con dedicatorias que hoy considero impagables. Creo que la primera vez que acudí a retrasmitirlo fue con Juan Carlos Onetti, en 1980 pero hubo otras muchas ocasiones con Rafael Alberti, Ernesto Sábato, Gonzalo Torrente Ballester, Antonio Buero Vallejo, Carlos Fuentes , Augusto Roas Bastos y alguno más pero el resto también fue objeto de retransmisiones en directo desde Prado del Rey con enviados especiales que acudían a Alcalá para las conexiones oportunas.
Hoy el “bicho” nos ha dejado sin fiesta, pero la ventaja de los libros es que están en todas las casas, dispuestos a que los ojeemos y nos detengamos en un párrafo, en una frase, en una palabra, que nos hagan recordar o imaginar. Siempre “nos queda la palabra”, como la de Joan Margarit que hoy se ha quedado sin recoger el galardón en un acto en el que quizá se hubiera recordado a otro de los premiados, el vallisoletano Miguel Delibes del que este año recordamos el centenario de su nacimiento y el décimo aniversario de su fallecimiento. Delibes era la literatura de la sencillez, la concreción y la naturalidad. Por eso quizá, ha sido uno de los autores españoles más llevados al cine, con desigual suerte.
Creo, que no me equivoco si afirmo que “Los santos inocentes”, de Mario Camus, fue una adaptación mayúscula, una excelente película de la que recuerdo las interpretaciones de Alfredo Landa y Paco Rabal sin olvidar a Juan Diego o Terele Pávez, entre otros.
Una historia de los de arriba y los de abajo; el señorito y el campesino, la gente sencilla que vimos también en otra de las adaptaciones que hizo Antonio Giménez-Rico, ¿“El disputado voto del Sr. Cayo” que hoy veríamos de plena actualidad por qué en la “España vaciada” quién tiene ganas de votar hoy en día? El universo creativo de Delibes nos transportó también a la guerra civil con “Mi idolatrado hijo Sisí” que llevó al cine el propio Giménez Rico con el nombre de “Retrato de familia” y precisamente la familia, la clase media de los sesenta fue la protagonista de “La guerra de papá”, según su novela “El príncipe destronado”, con un padre autoritario y unas mujer sometida que, de alguna forma intenta rebelarse contra el agobiante ambiente en que vive. La mujer maltratada psicológicamente fue también la protagonista de “Cinco horas con Mario”, una obra de teatro de enorme fuerza que llevó al cine Josefina Molina con el titulo de “Función de noche”.
Antes que todos los citados, otra mujer, la primera en el franquismo, Ana Mariscal, se puso detrás de la cámara en 1963, para contar la historia de un joven que, antes de dejar su aldea, camino de la ciudad, recuerda sus momentos más felices y los amigos del lugar en el que ha vivido siempre.
El cine y los libros se dan la mano más que nunca. Son nuestros compañeros y más todavía para quienes pasan solitarios este encierro . “Día del libro” en casa, esperando cerrar esta página que, nos aparta de todo lo que conocemos y llena de dolor a muchas familias. Seguimos “encerrados -como escribió otro Cervantes, Juan Marsé- con un solo juguete”, seguramente un libro, una película,una buena música que nos acompañan en estos 40 días de encierro hasta encontrar el final del túnel.
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