9/01/2025

AGOSTO EN GALICIA

 Sigo en Panxón, en Nigrán durante esta primera semana de septiembre. Las calles se han vaciado como por arte de magia. El bullicioso paseo marítimo de agosto  espera una nueva temporada . Las largas colas para poder comer en JR o en otros restaurantes de la zona son ya historia. Puedes sentarte en cualquier sitio y degustar una buena copa de godello o una mil nueve  acompañada de unos mejillones al vapor o una empanada de zamburiñas sin peligro de que alguien te de un codazo o los niños corran o griten de forma desaforada.

Ahora, desde mi ventana, el único sonido que escucho es el de las olas, en una tarde soleada que invita a bajar a la playa aunque atreverse a entrar en las aguas del Atlántico sea otro cantar. 

Mi verano comenzó el día seis de agosto camino de Panxón. Hace algunos años que intento hacer noche en algún lugar donde admitan perros. Esta vez repetimos en el Parador de Verín donde ya tuvimos una buena experiencia el año anterior y decidimos ampliar una noche más nuestra estancia para conocer algo mejor los alrededores.

El parador está en lo alto de una cima junto al castillo de Monterrey que visitamos ya el año pasado y que, en esta ocasión, estaba cerrado por una serie de mejoras que se están haciendo en  la fortaleza. El primer día estuvimos en Verín paseando por la ciudad , en la plaza mayor y haciendo un recorrido por la ruta del río Támega 



Un bonito lugar para pasear y ya, una vez dentro de Verín, algunas tascas y restaurantes donde poder tomar algo, como el bacalao al horno de "Paladar", uno de esos lugares que te encuentras por intuición sin recurrir  a ninguna recomendación específica de las web especializadas

Tapeo en Verín, en una ciudad tranquila que anunciaba para aquel fin de semana la fiesta del  vino de godello, con denominación de origen en Monterrey y en la no muy lejana zona de Valdeorras, entorno que se ha visto gravemente afectado por los incendios que han asolado a la provincia de Orense durante este mes de agosto que acabamos de terminar.

Antes de que el infierno se cebara con  la zona, Verín respiraba tranquilidad en unas noches que hacían olvidar las altas temperaturas de los días de verano


El segundo día visitamos Chaves, una de esas ciudades apartada unos kilómetros de la autopista y que, normalmente  dejas de lado porque tienes que desviarte para llegar el destino que te has fijado. Esta vez desde Verín, solo a 30 km de distancia,  decidimos visitarla y recorren sus calles.

 Su centro histórico 



y el puente romano de Aquae Flaviae ,sobre el río Támega





Era un día tan caluroso que lo mejor era evitar las terrazas  y ante la imposibilidad de comer en ningún restaurante volvimos a Verín , donde degustamos ese bacalao al horno que antes os comentaba., justo debajo de esta ventana 


Sigo haciendo fotos. Me atrae atrapar el paisaje. Los árboles, las plantas, los mares, los ríos pero también las ciudades y los lugares que apreciamos de muy distinta manera. Una ventana abierta y una calle solitaria , en la que solo se distinguimos vagamente un par de siluetas al final del camino . En Panxón suelo fotografiar la bahía desde el mismo momento en que desde el portal subo lo cincuenta y dos escalones que nos separan del piso que alquilamos .Es el mayor inconveniente que tiene este piso que venimos alquilando desde hace once años junto a nuestro hijos. No cabemos todos y nos vamos solapando  durante el mes y la primera semana de septiembre. Días claros y días que amanecen con una intensa bruma que posteriormente suele disiparse. También nos llega algunas tardes impidiendo que veamos Baiona, al otro lado de las bahía o los montes Lourido y Monteferro






Hemos terminado agosto y comenzado septiembre con lluvias intermitentes. Se han ido los fodechinchos o sea los turistas, un termino que empezó a emplearse en Galicia en los años sesenta del siglo pasado con la llegada de los primeros turistas. En principio iba dirigido a los de Madrid ,pero en general abarca a todo aquel  llegado de fuera que muestre cierta prepotencia o tenga  actitudes un tanto absurdas cuando se trata de solicitar una consumición en un bar o restaurante s elibra de este apodo despectivo..
En Andalucía, a los de fuera, preferentemente de Madrid se les denomina "comepeces" y en otros lugares de la costa española supongo que también tendrán algún apodo para calificar a las gentes del interior. 
En Madrid no se ponen apodos aunque el centro de la ciudad sea un lugar insufrible durante todos los fines de semana de año. Seguramente, porque en Madrid no hay madrileños y si gallegos, andaluces, cántabros, asturianos, extremeños , canarios o castellanos. Es lo que tiene la metrópolis. No hay nacionalismos y nos importa un pito de donde es cada uno porque gatos", lo que se dice "gatos"  se cuentan con cuentagotas. ¿Cuántos madrileños, tienen padres y abuelos nacidos todos en Madrid?
Lo importante es el respeto y la educación . Nadie tiene que hacer de menos al otro por su procedencia, aunque si se puede hacer de menos al que sea un redomado imbécil que pide dos cubatas repartidos en dos vasos y unas aceitunas para acompañar o un café con leche con un pincho de tortilla. Supongo que no para mojar.
Yo no suelo mojar el pincho de tortilla en el café aunque habrá algún iluminado que lo piense, pero, como otros muchos, puedo tomarme el pincho y al terminar un café y un vaso de agua, algo habitual  a media mañana, en muchos establecimientos de Madrid.

A mí, en los viajes que hice a América me llamaban "gallego" y no me sentía mal, a pesar de que es un término despectivo que utilizan  los habitantes de muchos de los países de la América de habla hispana y portuguesa. Y  la verdad es que era para que nos denominaran a todos así porque fueron un millón doscientos mil los gallegos que emigraron a América entre finales del siglo XIX y mediados del XX. No iban de turismo iban a buscar trabajo, pero el excesivo número de emigrantes salidos de Galicia  ha hecho que, a todos, nos denominen  llana y simplemente "gallegos".
¿Y los andaluces?. Unos dos millones de personas de ese origen  viven fuera de Andalucía y de ellos doscientos mil residen en el extranjero.  Todos son flamenco y olé , todos son sevillanos, rocieros o comechurros. Porque el churro y sobre todo las porras es tradición en Madrid y son muchos los que llegan de fuera y que lo primero que hacen es irse para San Ginés; 1883, Valor u otros muchos bares y cafeterías que sirven sus churros acompañados de humeantes tazas de chocolate. 

Fodechinchos; comepeces, comechurros  me da lo mismo, me da igual . Me siento a gusto donde estoy y  en cualquiera de los lugares que visito. Si alguien está a disgusto es su problema. En mi caso, me cuido muy mucho de no visitar el centro de Madrid durante los fines de semana 


El pazo del parque Castrelos



Baiona




El "San Esteban", el barco de acero más antiguo de España, varado en 
playa América




Rio Miño en Eirás







Y para terminar Panxón, el último día de agosto.  Es el final del verano , aunque queden algunas semanas para que finalice la estación. Casi todo está en silencio. Los bares del paseo están casi callados. Ya no hay movimiento . La gente se ha marchado y los que viven aquí se han refugiado en sus casas. Solo unos pocos han paseado por la playa y aún menos se han bañado. Sesenta días intensos de visitantes, turistas o extraños. Algunos incómodos, maleducados, prepotentes, pero la mayoría con el deseo de cambiar, de apartar el día a día, el trabajo, los agobios, la rutina...
Panxón, para muchos,  es la liberación del resto del año , aunque haya que subir 52 escalones , bastante más que, en la película de Hitchcock que, no pasó de los 39.



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