La policía y la guardia civil tiene que detener a todos
cuantos han protagonizado acciones violentas en Torre Pacheco y debe
investigarse con firmeza la incitación al odio promovida desde las redes
sociales mediante noticias, fotografías o videos falsos que alimentan la
semilla de la irracionalidad y la violencia.
Es un movimiento organizado que ha acudido a los
llamamientos de las redes y ha sembrado el caos en una localidad de 40.000
habitantes, en que menos de 7,000 personas proceden de la emigración. Hay
muchas personas llegadas del Magreb o del África subsahariana que llevan veinte
o treinta años conviviendo pacíficamente en esta localidad murciana. Sus hijos nacieron
ya en España y tienen los mismos derechos y obligaciones que cualquiera de esos
españoles de “pura cepa” que reivindican los Alvise o Abascal , ambos claramente
descendientes de magrebíes , judíos o quizá, cristianos .
Ellos prometen que cuando gobiernen echarán a ocho millones
de inmigrantes y sus descendientes y quizá ,entonces, tengan que ponerse a
trabajar, como señaló Rufián en el Congreso, refiriéndose al líder de Vox.
No me imagino a los cachorros de la ultraderecha trabajando
en la construcción, limpiando las calles, dedicándose al servicio doméstico o
la agricultura o cuidado a los ancianos. Los que vienen de fuera, como hicieron
los españoles cuando emigraron, se ocupan de los trabajos que no quieren los
nativos.
En cualquier caso, si quieren echar a ocho millones de personas
que se miren un poco el ombligo a ver si se quedan sin dirigentes poseedores de
apellidos tan castizos como De Meer, Smith, Tersch o pseudo - periodistas como Ndongo.
Sucesos como los de Torre Pacheco nos retrotraen a lo
ocurrido en El Ejido , en Almería hace un cuarto de siglo. Allí prendió la semilla
del racismo y lo xenofobia y solo hizo falta una chispa, por muy pequeña que fuera
para que la semilla vuelva a prender. La brutal paliza que sufrió un vecino de
68 años a manos de varios agresores , al parecer, todos de origen magrebí, alimentó
el odio y la llegada de varios grupos “ultras” a la localidad murciana perfectamente
orquestados para sembrar el caos. Hoy siguen las convocatorias y las amenazas ,
a pesar de que los agresores han sido ya detenidos.
Hay que responder a la violencia ultra no con violencia y si
con sentido común. No puede permitirse que los ultras sigan campando a sus anchas
y sean arengados desde los partidos de la extrema derecha que, hacen todo lo
posible por socavar el estado de Derecho.
No puede ser que desde organizaciones próximas a estos
partidos como Hazte Oír, Manos Limpias o Abogados Cristianos planteen todo tipo
de querellas contra quienes consideren oportuno y no reciban la misma moneda
desde organizaciones democráticas los ultras de Torre Pacheco o los promotores
de mensajes de odio desde las redes sociales.
No puede mirarse para otro lado ante el creciente avance de
la extrema derecha en Europa. Están en juego los valores democráticos y el bienestar
de todos. No nos engañemos. La ultraderecha no quiere la democracia, se está
amparando en ella para crecer como hizo Hitler que, en 1933 se hizo con el poder
en Alemania, tras impedir que otros partidos concurriesen a las elecciones. No
hay nada como beneficiarse de la libertad y los beneficios de un sistema
democrático para luego, desde el poder, aniquilarlo.
La democracia debe defenderse y recurrir a todos los métodos
legales de que disponga para poner freno a esta ola ultra que busca acabar con
la convivencia. Hay que erradicar las jaurías.
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