8/30/2021

LAS CINEASTAS AFGANAS NO QUIEREN SER INVISIBLES

 

 

“El mundo no puede darnos la espalda”. Esta afirmación, casi un ruego , pertenece a Sahraa Karimi, directora de cine afgana que consiguió salir de Kabul, junto a su familia, ante la llegada de los talibanes . Desde Kiev, donde se ha refugiado, esta cineasta ,que ha participado en festivales internacionales ,recordó que los talibanes, “no favorecen el arte, no valoran la cultura y nunca apoyarán este tipo de cosas y además “tienen miedo de las mujeres educadas e independientes porque lo que quieren es que las mujeres estén ocultas e invisibles”.

Hace veinte años, Kabul, era una ciudad fantasma porque sus habitantes apenas salían de casa. Las niñas y las mujeres tenían prohibido salir si no estaban acompañadas por un familiar varón. Pero es que tampoco se les permitía estudiar ,trabajar o hacer ruido al andar. Lois mujeres si eran invisibles en esa prisión que imponen los burkas.

Los talibanes aseguran que respetarán a las mujeres según la ley islámica, pero ¿cómo se interpretará esa ley? Afganistán es hoy un país diferente porque los casi dos tercios de sus veintiocho millones de habitantes han crecido con televisión o internet lo que ha roto su aislamiento.

Cuando escribo este artículo miles de personas han logrado salir del país, pero muchas más intentan abandonar Afganistán y millones siguen atrapadas entre la incertidumbre y el miedo como la también realizadora Sharbanoo Sadat quién pudo salir de Kabul, pero no lo hizo porque su familia no podía acompañarla. “Si sobrevivo-dijo-mi cine habrá cambiado para siempre”. La directora, de solo 31 años, también ha participado en festivales internacionales con títulos como “Wolf and sheen” y tiene el firme propósito de salir, pero sin dejar atrás a los suyos. Sus voces y las de otros realizadores eran la esperanza de las nuevas generaciones en un país castigado por la violencia y las continuas guerras que han hecho que haya más de cinco millones de afganos que viven fuera de su país, en su mayor parte, como refugiados. Algunos de aquellos afganos exiliados nos contaron como la ficción puede ser realidad. Fue el caso de “Kandahar”(2001), muestra palpable del régimen de terror instaurado por los talibanes que prohibieron la producción de películas en 1996.

En 2003 pudimos ver en salas “Osama”, basada en la historia real de una viuda, sin recursos económicos, que decide hacer pasar a su hija por un niño para que pueda trabajar en un comercio. Fue la primera película rodada en Afganistán tras la caída de los talibanes. Pero si quisiéramos palpar aún más esa ficción, surgida de la realidad, invitaría a que nos sentáramos para admirar “Las golondrinas de Kabul”(2019) una película francesa de animación que muestra la violencia ejercida por los talibanes y en especial contra las mujeres que, a pesar del miedo, de las amenazas que se ciernen sobre ellas, se niegan a ser nuevamente invisibles.

(PUBLICADO en LA VOZ.30-8-21)

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