Ha sido uno de esos días en que sales más que satisfecho de
ver una película. Fue el martes en el Paz, en la madrileña calle Fuencarral, que
solo abre para los pases de prensa, cuando vi “Cuestión de sangre” del
norteamericano Tom McCarthy , el director de la oscarizada “Spotlight”
en que reflejó una minuciosa investigación periodística sobre casos de
pederastia en el seno de la Iglesia Católica, en Boston.
“Cuestión de sangre”(140’) tiene también en su
estructura una investigación, pero en esta ocasión, llevada a cabo por un
ciudadano normal, por un trabajador de clase obrera que acude desde la América
profunda a Marsella para tratar de sacar a su hija de la cárcel, acusada de
haber matado a su novia.
Bill, un Matt Dammon en estado de gracia, en uno de
sus mejores papeles , es un hombre retraído, tímido, aparentemente con muy poco
, que pasa por la vida sin apenas inmutarse.
En Francia se encuentra en un mundo completamente desconocido para él . No conoce el idioma y la abogada de su hija cree que no hay posibilidad de volver a recurrir para demostrar la inocencia de la joven.
Bill y Virginie son la antítesis, pero se
complementan uno a otro., Bill es conservador, religioso y seguramente
hubiese votado a Trump si lo hubiera hecho; Virginie , en cambio, es actriz de teatro
independiente y representa a la francesa intelectual de izquierdas. Su relación
no tiene tintes románticos, pero si un acercamiento que nace de lo cotidiano, y
de la necesidad que tienen de apoyarse. Bill la necesita porque le saca
de los apuros del idioma y ella para que se ocupe de su hija mientras trabaja
Toda la narración tiene una enorme pulcritud. El espectador
sigue la acción con naturalidad y cuando entra en el terreno del thriller lo
asumimos como tal. Tampoco cae en esas resoluciones tan habituales del cine
estadounidense cuando el final es más que previsible. ¿Logrará Bill sacar a su
hija de la cárcel? O ¿Cómo serán las relaciones de Bill y Virginie ?
Os dejo con la duda. Solo hace falta pagar la entrada.
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