La suavidad y la
ternura con que acaricia los cadáveres
de las mujeres que mata es la seña de identidad de Carlos, uno de los
sastres más prestigiosos de Granada quién tiene la necesidad o la costumbre de
asesinar para después, tranquila y apaciblemente zamparse en filetes a sus
víctimas, acompañando la comida con un vaso de vino tinto.
Caníbal es el
cuarto largometraje de ficción de Manuel Martín Cuenca un director seguro y con
garantías de darnos buen cine. En Caníbal,
Antonio de la Torre hace una muy buena interpretación
de un hombre solitario que vive aparentemente dedicado a su trabajo. No tiene
amigos, sólo los clientes que acuden puntualmente a su sastrería. Mata para
comer. Mata por placer y no siente ningún remordimiento.
El canibalismo de Hannibal
(Anthony Hopkins”) era conocido. No le importaba mostrar sus cartas y sus
gustos. El del cocinero de “Estómago”,
una película brasileña con cierto éxito,
es una venganza. Uno puede comerse a la
novia cuando le traiciona. Pero el de Carlos es el del otro yo que escondemos. No
es capaz de establecer una relación. Tiene miedo a las vivas, a rozarlas,a
tocarlas. El sexo, la sensualidad solo se manifiesta cuando tiene un cadáver
desnudo frente a sí. Las mujeres solo le interesan muertas hasta que aparece Nina, la actriz rumana Olimpia Melinte,
que busca a su hermana Alexandra, vecina de Carlos, desaparecida sin dejar
rastro dos días antes.
“Caníbal” es un
thriller silencioso, con pocos diálogos
y al mismo tiempo una particular
historia de amor y de dolor. Manuel Martín Cuenca (“ Malas temporadas”,”El alquimista impaciente”),autor también del
guión junto a Alejandro Hernández Díaz nos introduce en una historia macabra e
inquietante pero nunca recurriendo a imágenes de sangre y casquería. Un largo plano panorámico con una pareja en una
gasolinera perdida en la nada de Sierra Nevada es observada por el asesino y
los espectadores como testigos silenciosos .Se les ve en la distancia como dos
seres insignificantes de los que no sabemos nada solo
que emprenden viaje, él conduciendo y
ella dormitando sin saber que el
mal acecha sus vidas.
Tampoco lo sabe otra pareja que se baña desnuda en una playa tan solitaria como la
gasolinera y tan fría como la nieve que cae sobre Granada. Inolvidable esa escena de la playa.
“Caníbal” es ese minucioso y elegante asesino que deposita con exquisito cuidado a su víctima sobre el lecho en que la descuartizará después de elegir con mimo sus herramientas tan eficaces como las tijeras con las que corta la tela de los trajes.
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