Esta semana he visto tres buenas películas, de esas que,
cuando sales del cine te das cuenta que has invertido bien tu dinero porque las
tres tienen gran calidad cinematográfica. Dos de los títulos que llegan a las
carteleras tienen que ver con el marxismo. “Mrs Marx” un biopic muy
particular sobre Eleonor Marx, la hija de Karl Marx y “Queridos
camaradas” que recoge la represión de las autoridades soviética en
Novocherkask contra los obreros que se habían puesto en huelga por la abusiva
subida de los alimentos, un hecho que ocurrió en los años sesenta del siglo
pasado y que fue ocultado durante muchos años por las autoridades soviéticas .
A estos dos títulos se une la película japonesa, “La
mujer del espía”, un thriller con tintes de espionaje ambientado en la II
Guerra Mundial. No he visto el último y seguro boom taquillero de Santiago
Segura “A todo tren: destino Asturias” y el thriller “La viuda negra”
Una espléndida Julia Vysotskaya, esposa del director,
interpreta a Lyuda miembro del comité del partido y convencida comunista al mismo tiempo que nostálgica
defensora de la época de Stalin, ajena por completo a los crímenes que llevó a cabo .Tiene el convencimiento de que el único sistema
político que debe existir es el comunismo y se muestra activa en la defensa
de los intereses del estado e incluso promueve a que se tomen duras medidas contra
las reivindicaciones de los obreros que ven como suben
desorbitadamente los precios de los alimentos, al mismo tiempo que les rebajan
los salarios.
Esas reivindicaciones acaban con la muerte de muchos trabajadores
asesinados por francotiradores de la KGB ocultos en los desvanes de los
edificios. Los supervivientes, tras la masacre, fueron obligados a firmar un
documento, bajo amenaza de cárcel, si revelaban lo que allí había ocurrido.
Lyuda no da crédito a la actitud de las autoridades
comunistas, del propio ejército, a pesar de estar en desacuerdo con las órdenes
que reciben y por supuesto de la KGB . La búsqueda de su hija, recabando opiniones de testigos, visitando hospitales
y morgues, le van abriendo los ojos de la realidad de su país, donde el estado
ejerce un férreo control contra cualquier actividad considerada anticomunista.
La suya es la búsqueda de la verdad. como la de cualquier ciudadano.
La transformación de Lyuda es también la transformación de
todo un pueblo. Esa mujer fanática, fría, antipática incluso, comienza a comprender que
vive en un estado policial y que la decidida búsqueda de su hija puede también
acarrearla problemas con las autoridades que ,en el filme, están todas
supeditadas a las órdenes que trasmite la KGB. En un filme muy realista, con una
dirección técnica espléndida en que decorados o incluso vestidos responden a la
verdad, a cómo eran aquellos lejanos años sesenta en la URSS posterior a Stalin
y a un suceso que fue escondido al resto del país y la comunidad
internacional.
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