Argentina hace ya muchos años que figura a la cabeza del
cine latinoamericano. Sólo Brasil y México han competido en calidad y cantidad
con la cinematografía argentina que ha
dejado muy buenas muestras estos últimos años.
Seguro que más de uno tiene buenos recuerdos de títulos como
“Un lugar en el mundo”; “Nueve reinas”, “El hijo de la novia” o “El secreto
de sus ojos”. Filmes convincentes , con
historias de toda índole y con grandes interpretaciones. La película
argentina de este año se titula “Infancia clandestina” y sitúa
nuevamente la acción en la época de la dictadura militar(1976-1983). Benjamín
Ávila, el director, cuenta aspectos relacionados con su propia vida y la de sus
hermanos: la de un niño sin identidad;
que tiene que cambiar de nombre, de lugar de residencia, de fecha de nacimiento
y en el que cualquiera de sus movimientos ha de ser medido para no suscitar
sospechas.
Sus padres son una pareja de montoneros (guerrilla urbana
del ala izquierda del peronismo) que regresan del exilio a Argentina para
organizar la lucha armada en plena dictadura. Juan, que se ve obligado a
llamarse Ernesto, es testigo de la militancia de sus padres y al mismo
tiempo intenta llevar una infancia lo más normal posible, con sus compañeros de
colegio, sus acampadas o las fiestas de sus falsos cumpleaños. Sus padres no
ven más allá de sus convicciones y de su lucha en la que no hay lugar para
frivolidades. Su tío Beto (Ernesto Alterio) es también un convencido montonero,
pero considera que sus ideales no deben estar reñidos con los pequeños
placeres de la vida.
El mundo de Juan comienza a resquebrajarse cuando conoce a
María, una niña de su colegio, con la que experimenta la sensación de amar.
Juan duda entre dejarse llevar por sus sentimientos o aceptar las decisiones de
sus padres.
“Infancia clandestina” es otra buena película
argentina, premiada en varios festivales, entre ellos el de cine iberoamericano
de Huelva y candidata a los Goya y a los
Oscar, que aborda la dictadura argentina a través de la mirada de un niño, algo que ya vimos hace algunos años con
otra excelente película, “Kamchatka”,
de Marcelo Piñeyro.
En este caso Juan(Teo Gutiérrez Moreno) trasmite
al espectador su mirada y le pide que
sea testigo con él de sus inquietudes, sus dudas, sus emociones y sepa que ,en
el fondo, es un niño al que le piden que
sea un adulto. Sus padres Charo(Natalia Oreiro) y Daniel (César
Troncoso), apenas ven más allá de su lucha; sólo el Tío Beto, parece
comprenderle…
Hay momentos excelentes en la película como, por ejemplo, la
secuencia en que Charo y su madre( Cristina Banegas) discuten acaloradamente sobre el sentido de su lucha y
como afecta a sus hijos; o destacar
también la manera que tiene el director de sustituir las situaciones que podrían
resultar más violentas por viñetas de comic y que en el fondo, son las
interpretaciones que haría un niño.
Benjamín Ávila, dedica la película a su madre, desaparecida
en 1979
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