7/03/2011

PANTALLA MULTIÉTNICA


A pesar del retorno de muchos inmigrantes a sus países de origen, como consecuencia de la crisis económica, su presencia en el cine español se ha hecho cada vez más habitual en estos últimos años .La progresiva llegada de inmigrantes a España, a mediados de los años noventa, hizo que nuestros cineastas se preocupasen por esta presencia y las diversas reacciones que se produjeron en la sociedad española. Al mismo tiempo ese continuo flujo migratorio procedente sobre todo del Magreb; el África Subsahariana, el Este de Europa y algunos países latinoamericanos sirvió para que revisásemos nuestra propia historia y fuéramos conscientes de que habíamos sido un  país de emigrantes y que solo la bonanza económica, que se truncó con la crisis, nos privó de aquella condición.
VIAJES A ALGUNA PARTE
Los emigrantes forman parte de la historia del cine.  Desde sus orígenes, el séptimo arte ha  dejado constancia de la aventura que han protagonizado millones y millones de hombres y mujeres que han buscado, en otros países, mejorar sus condiciones de vida saliendo de la pobreza o consiguiendo la libertad que se les negaba en su tierra de origen.
Hollywood ha plasmado la odisea de los emigrantes en uno de sus géneros por excelencia, el western, con títulos como “Caravana de mujeres”, que podría tener su parangón en nuestro cine con “Flores de otro mundo”, de Iciar Bollain o “La conquista del oeste”, pero también en otros muchas películas en que los realizadores, gran parte de ellos de origen europeo, han querido dejar constancia de sus raíces. Chaplin, Ford, Kazan, Copolla, Leone o Scorsesse, son algunos de esos grandes cineastas que han incorporado la emigración a la pantalla grande. También el cine independiente en Estados Unidos se ha hecho eco del fenómeno migratorio e incluso cobró fuerza el llamado cine chicano que refleja la emigración centroamericana y mexicana a la mayor potencia del mundo.
El cine europeo, como el chicano, adoptó una línea más social en su valoración de las corrientes migratorias y realizadores como los franceses Bertrand Tavernier, Robert Guédiguian o André Techine, el italiano Gianni D’ Amelio, los belgas Dardanne, el alemán Fatih Akin o los británicos Michael Winterbotton, Ken Loach o Mike Figgis han constatado una realidad que, en el caso de estos países se ha hecho más patente que en España, ya que muchos inmigrantes, hoy ciudadanos de pleno derecho, pertenecen a la segunda o tercera generación.
España:memoria y presente.
Ha tenido que ser la llegada de los inmigrantes la que ha reactivado nuestro pasado. En el cine español ,hasta la democracia, apenas se ha constatado ni el exilio ni la emigración económica. A diferencia de otras cinematografías que han sufrido dictaduras como son los casos de Chile y Argentina, el cine español vivió su exilio casi en silencio. Sólo “En el balcón vacío”(1961), Jomi García-Ascott narró ,de alguna manera, la presencia de nuestros exiliados durante la dictadura franquista en México. Tampoco la emigración económica de los sesenta encontró hueco en nuestras pantallas. La censura se encargaba de que los españoles vieran con humor los muchos problemas que sufrieron nuestros emigrantes en países como Francia,Suiza o Alemania  (“Vente a Alemania,Pepe” de Pedro Lazaga) o que tuviesen una mínima expresión crítica (“Españolas en París”, de Roberto Bodegas). Desde mediados de los noventa  han sido varias las películas que han recordado nuestra presencia en Europa como “El techo del mundo”, de Felipe Vega; “Un franco,catorce pesetas”de Carlos Iglesias y el excelente documental “El tren de la memoria”,de Marta Arribas y Ana Pérez que describe, con sus protagonistas, las difíciles condiciones de vida que tuvieron que soportar los emigrantes españoles en Alemania.
No obstante hay dos grandes películas que narran la emigración interior, la que se produce en España de finales de los cuarenta a los primeros sesenta. Se trata de “Surcos”, de José Antonio Nieves Conde, una película que describe como ninguna otra la indefensión de los hombres del campo en la gran ciudad, y toda la corrupción que se generaba en aquellos años; y  “La piel quemada”, de Josep María Forn que nos introduce en la Costa Brava, en los primeros años del turismo, y la llegada de mano de obra procedente de las regiones más depauperadas de nuestro país.
PATERA Y MUERTE
Pateras,cayucos, ¿cuántos hombres y mujeres han perdido la vida intentando alcanzar las costas españolas? No sabremos nunca la cifra exacta. Sabemos que algunos murieron en el mar y que otros, jamás aparecieron.”Las cartas de Alou”, de Montxo Armendáriz; “Bwana”, de Imanol Uribe, “Said”, de Llorenç Soler o la más reciente “Retorno a Hansala”, de Chus Gutiérrez ahondan en la tragedia y en la supervivencia. En este sentido “Retorno a  Hansala” nos lleva a los orígenes de la inmigración. Las condiciones que se dan para que unos jóvenes dejen su aldea y se embarquen en un aventura de incierto futuro. Es una excelente película que no tuvo la promoción deseada, ni los premios que hubiera merecido. No ocurrió lo mismo con “14 kilómetros”, de Gerardo Olivares, primera película española en conseguir la Espiga  de Oro en Valladolid, y que también viaja a los orígenes para conocer las inquietudes de tres jóvenes que tienen como meta alcanzar  la costa española. Algo similar a lo que ocurre en Francia y Gran Bretaña con el canal de la Mancha de por medio y que en 2009 dio como resultado ,“Welcome”,película del francés Philippe Lioret que narra la aventura de un joven kurdo intentando alcanzar la costa británica .
INMIGRANTES sin MALETAS
Siguen llegando con  lo puesto y sobreviven en nuestra sociedad. España ha dejado de ser rica y se compite por un puesto de trabajo. Hace años lo contaban ya Enrique Gabriel con “En la puta calle”,Alex Calvo-Sotelo en  “Se buscan fullmontis”  o José Antonio Quirós en “Pídele cuentas al rey”. Veíamos tangencialmente a los inmigrantes en ¿Hola estás sola?, de Iciar Bollain, “Tapas”, de José Corbacho y Juan Cruz  o  “París-Tomboctú”, de Luis García Berlanga.
España ya no es una isla en Europa. Hace años que nos integramos y a pesar de las dificultades económicas por las que atravesamos formamos parte de esa sociedad del bienestar. No llegarán tantos inmigrantes pero lo seguirán haciendo porque buscan huir de la miseria y encontrar la tierra prometida. Lo ha contado en 2009 el veterano  Costa Gavras con “Al este del Edén” una fábula sobre la paradisíaca Europa y como los inmigrantes son utilizados laboral, social o incluso sexualmente.  En “Rabia”, la producción española  dirigida por el ecuatoriano Sebastán Cordero, que ganó la última edición del Festival de Málaga, hay una metáfora sobre la inmovilista ,cerrada y claustrofóbica sociedad occidental y  la imposibilidad de integrarse a quienes buscan formar parte de ese mundo. Hay un grito de impotencia y desesperanza. Tanto o más que el planteado por el serbio Goran Paskaljevic en la inquietante y desalentadora “Honeymoons”, otro de los estrenos en España en 2010,donde un clima de intolerancia ,odio  e insolidaridad se extiende por diversos países europeos.
A pesar del tono pesimista de las películas que han abordado el tema de la emigración en estos últimos años ,dejemos una puerta abierta a la esperanza. El cine nos lo seguirá contando.

REVISTA AIGSE . 4º trimestre 2010

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