En la cada vez más extensa red del metro madrileño no he tenido nunca especial simpatía por la estación de Banco de España, en la línea 2. De hecho, aunque haya que andar unos metros para alcanzar mi destino, suelo bajarme en Sevilla, aunque no aparezca la calle Sierpes. Siempre lo achacaba a sus pasadizos, oscuros, sucios y malolientes, en los que los Sin Techo habían encontrado un lugar donde tumbar sus cuerpos envueltos en mantas raídas y expulsar sus miserias. Pero el invierno ha pasado y el ayuntamiento ya les ha dicho que busquen otro cobijo, que se cierra el pasadizo. Sus sueños o sus pesadillas estarán ahora al raso confiando en que la primavera sea más verano, y que las lluvias y los fríos decaigan y den tregua a su deambular por las calles de la gran ciudad.
Por eso, sabiendo la marcha de los sin techo, me sorprendió sobremanera que los malos olores en la citada estación, lejos de apaciguarse se hubiesen hecho mucho más intensos. El hedor esta mañana era insoportable, casi vomitivo y no podía culparse a ningún vagabundo porque no estaban en el pasadizo. Sólo pasaban por los bajos de la calle Alcalá personas trajeadas, hombres y mujeres con paso firme y seguro. Los hombres con el pelo engominado, ellas con el cuidado de la última peluquería. Solo supuse que sus perfumes debían estar caducados. Fue una mala suposición. Sus diarios anunciaban en titulares el procesamiento del juez Garzón por investigar los crímenes del franquismo. Todos El Mundo, Abc, La Razón, La Gaceta , incluso EL PAIS y Público destacaban este hecho aunque, los dos últimos recordaban que el juez, entre otras muchas actuaciones, había destapado el caso Gürtel, que acoge la mayor red corrupta de nuestra democracia, ligada al PP.
Vaya coincidencia. Gürtel huele tanto que al día siguiente hay que amortiguar el hedor. Y que mejor manera que decirle a Garzón que los desaparecidos, deben continuar siéndolo. Que los muertos de la posguerra están muy bien donde nadie sabe que están.
En aquella Guerra del 36 los dos bandos se ensañaron y mataron al hermano, al amigo, al vecino… Ocurrió como la de una memoria que nos alcanza. La de la antigua Yugoslavia de la que nos siguen lloviendo nombres…Sarajevo, Sbrenika, Mostär.
Ahora se habla de crímenes de guerra. Los de la posguerra española nunca se juzgaron. Ya no se trata de eso, sólo de saber de los muertos.
¿Tanto le duele al PP? ¿Tanto le duele a los trajeados con los que me cruzo en el pasadizo? ¿Tanta baba expulsan La Gaceta, La razón, ABC…? ¿Tanta empatía hay con el Banco de España?...Será que ese banco y los demás ayudan a que haya más corruptos. A que una serie de personajes políticos se enriquezcan sin limites, con dinero público, hurtándoselo a carreteras, guarderías, hospitales, asilos o parados. Y después fastuosas fallas en Valencia; hornazos en Castilla León, y verbenas en Madrid, Boadilla o Pozuelo.
Y si faltaba alguien tenemos a Matas, ensaimada bajo el brazo, por las calles de la capital y depositando millones, tres, para liberarse de las rejas.
Va a ser que los efluvios malolientes vienen de rostros maquillados, cuidados, sonrientes y perfumados. Va a ser que Banco de España, no es una estación de desheredados y ese hedor que no se va, por muchos sin techo expulsados, tiene nombre y apellidos. Ah, por cierto, se me olvidaba. ¡Viva la independencia del poder Judicial!
No hay comentarios:
Publicar un comentario