8/16/2025

SUDACAS, PANCHITOS, MOROS, NEGRITOS Y OTRAS GENTES QUE VINIERON DE FUERA.

 



En las calles, en los bares, en los transportes públicos a finales de los setenta y durante los ochenta oíamos hablar castellano con acentos que venían del otro lado del Atlántico . Eran sobre todo argentinos y algunos chilenos y uruguayos que habían dejado atrás sus dictaduras y trataban de buscar refugio en Europa. Nosotros nos habíamos despedido de la nuestra.

Eran los primeros exiliados que llegaban a nuestro país buscando la contrapartida y el recibimiento que dispensaron ellos cuantos cientos de miles de españoles huían de la Guerra Civil. Nosotros fuimos los “gallegos” en Argentina, México o Cuba, aquí los suramericanos fueron denominados despectivamente “sudacas”. Era, una vez más, una manera de marcar al diferente, con un sesgo de xenofobia, que crecía en la sociedad española.

Se decía que no éramos racistas. Es mentira. Los españoles vivíamos en nuestra burbuja de cristal y los extranjeros que venían a España eran ricos. Turistas blancos que se tostaban en nuestras costas y jeques árabes que movían sus millones en Marbella. No éramos xenófobos con los ricos, ni siquiera racistas con los negros porque no los había. Solo algún que otro jugador de fútbol o baloncesto, pero en dosis mínimas, nada que ver con la llegada en las últimas décadas de jugadores de cualquier parte del mundo y de cualquier color.

En los estadios no era extraño llamarles “monos” a los negros o “sudacas” a los suramericanos algo inaceptable, pero todavía ´lo es mucho más hoy que ocurra en una sociedad multirracial y multicultural resultado de la inmigración que ha ido llegando a nuestro país. Ya no estamos en la España cerrada sobre sí misma, aislada del mundo y con miedo terrible al diferente. Ahora somos un país abierto a pesar de los extremistas de derecha. Nadie va a echar a ocho millones de inmigrantes, sencillamente porque no habrá nadie para hacer los trabajos que no quieren los españoles. ¿Quién cuidará a nuestros mayores?, ¿quién limpiará nuestras casas? ¿quién se subirá a los andamios?, ¿quién recogerá nuestras cosechas? Los inmigrantes hacen los trabajos que no quieren los nativos, como hicimos nosotros cuando viajamos a la rica Europa en los sesenta y setenta. Españoles, griegos, italianos o turcos hacían los trabajos que no querían ingleses, franceses, neerlandeses, belgas, suizos o alemanes.



Los “sudacas”, en los noventa pasaron a segundo plano, cuando llegaron “los panchitos”. ¿ A quiénes se les endilgó semejante apelativo? Pues a los bolivianos, peruanos o ecuatorianos, gran parte de baja estatura y con rasgos indígenas.  Se convirtieron en objeto de burla y descalificación. Su presencia en España coincidió con la llegada de rumanos y sobre todo de marroquíes. Panchitos y moros , término utilizado despectivamente desde tiempos inmemoriales en España. Decid moros no se entendía como racismo , era un tipo de racismo utilizado de forma natural y sin excesiva maldad en la sociedad española, pero con los años ese termino ha adquirido su auténtica naturaleza…  Es despectivo y paternalista como “negrito” ¿por qué no llamamos blanquitos a los suecos o los noruegos?

En algún caso no somos conscientes del daño que se hacía a los diferentes, ahora sí lo sabemos . Y lo peor es que los ultras ayudan a ese discurso tratando de calar en sus medios de comunicación y en las redes sociales en un discurso de odio dirigido a animar a la población a mostrar su repulsa contra las inmigrantes, llámense con papeles o sin papeles como ha ocurrido recientemente en Torre Pacheco como ya sucediera hace veinticinco años en la localidad almeriense de El Ejido. En ambos casos, hubo precedentes violentos ,pero lo que realmente importa no es la repulsa por un acto de delincuencia sino utilizar esos actos violentos como excusa para la violencia racista. Los ultras consiguieron que en Torre Pacheco la violencia se adueñara de las calles, convocando a través de las redes sociales a todos aquellos simpatizantes que acudieran a la localidad murciana para dar “caza al moro”.  Fracasaron sus convocatorias, pero ya se habían vivido varias noches de disturbios y enfrentamientos en una localidad de 40.000 habitantes, en la que algo más de la cuarta parte son inmigrantes.

Esos inmigrantes, salvo alguna contada excepción, están ayudando a la prosperidad de esa localidad donde apenas hay un 7% de paro y esos “moritos”, “negritos”, “sudacas” o “panchitos” contribuyen al avance de este país ante quienes quieren hacer visible el discurso del odio…

No hay comentarios: