2/23/2016

LOS GRANDES FESTIVALES OLVIDAN NUESTRO CINE


No solo es Cannes que prácticamente desde siempre deja a un lado las producciones  españolas, es que la moda alcanza Venecia y Berlín, festivales que no incluyen tampoco en sus secciones competitivas películas españolas.
Resulta un tanto frustrante que nuestras expectativas actuales se limiten a dos o tres nombres ya conocidos como únicos posibles candidatos a competir en algún certamen internacional. Nuestra presencia se limita a San Sebastián y  festivales que no están al más alto nivel en la esfera internacional. Lo  hemos visto en Berlín donde no ha habido títulos españoles por ningún lado, cuando en los ochenta y noventa nuestras películas no solo competían sino que conseguían numerosos premios.
Creo que, como en tantas otras cosas, no sabemos vender nuestros productos, no encontramos la tecla que ayude a que nos promocionemos y que títulos como A cambio de nada, La novia  o Techo y comida todas pequeñas películas dirigidas por jóvenes que tratan temas universales, hubiesen tenido ayudas para una mayor promoción internacional. 

Son filmes cuya temática tiene cabida en cualquier festival como ocurre ahora con otra película que he visto esta semana y que se estrena en unos días.
"La decisión de Julia", de Norberto López Amado. Es también una película pequeña, rodada en un exquisito blanco y negro, de una bellísima estética que nos habla de una mujer  madura que decide volver a la habitación de un hotel donde pasó los quince días más felices de su vida. Unos recuerdos que le han acompañado siempre y que nunca pudo olvidar. Esa habitación, es la habitación de la memoria que le permite sentir, dialogar, reprochar o amar a quién compartió ese tiempo, un joven vasco del que no sabía nada, un desconocido que marcó su vida para siempre. Marta Beláustegui, espléndida, atrae sus fantasmas que se reducen a aquel hombre, también excelente Fernando Cayo, con el que desgrana la breve e intensa relación que mantuvieron. Ellos sustentan casi exclusivamente el filme, donde Josean Bengoetxea y  Yolanda Ulloa representan el presente, la realidad en esa decisión de Julia tan firme como cruda que evoca casi poéticamente los momentos por los que mereció la pena vivir, mientras en la habitación de al lado una pareja ríe y ama. Julia como los espectadores, busca respuestas en esos minutos que le quedan para ser solo pasado. Un filme intimista y casi un thriller emocional que tiene cabida en cualquier festival porque como ocurre con otras muchas películas intimistas y universales los espectadores se decantan por propuestas muchos más comerciales. Películas de esta índole deben ser apoyadas y promocionadas porque forman parte de nuestro tiempo y relatan nuestra propia existencia. Ese cine también debe ser visto y los festivales son un primer escaparate. Hay que intentar ir a los mejores y Cannes, Venecia, Berlín son, junto a San Sebastián, los certámenes donde se exhiben las grandes apuestas de cada temporada. España no puede continuar ausente de los grandes citas del cine internacional.



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