5/19/2010

Contadores de historias.La resurrección de los héroes

Robin Hood es un héroe de varias generaciones gracias al cine. La pantalla grande ha contribuido a la leyenda del arquero de Sherwood y su lucha en favor de los oprimidos. Douglas Fairbanks,Errol Flyn,Sean Connery, Kevin Costner e incluso los personajes animados creados por la factoría Disney, son algunos de los protagonistas de las más de treinta versiones creadas para el cine y la televisión .

El Robin Hood que nos llega ahora a las pantallas y que acaba de inaugurar Cannes, no se parece en nada al personaje que hemos idealizado. El héroe creado por Ridley Scott y encarnado por Russell Crowe se atisba, cuando termina la película. Quizá pensando en una segunda entrega. Este “príncipe de los ladrones” y Marian (Cate Blanchett), luchan por la unión de Inglaterra frente a la invasión francesa. Hay imágenes espectaculares y recreación de varias batallas. Ridley Scott que filma como nadie estas secuencias, les da una gran fuerza, por eso hay momentos en que no podemos olvidar Gladiator e identificarlo con Crowe aunque haya cambiado de atuendo y de época. Es un Robin Hood más atípico y violento, con pocos toques de humor y aunque no muera, como el Cid, capaz de ganar mil batallas por sí mismo.

El cine, el teatro, la literatura permiten que resucitemos tantas veces como lo requiera el guión y por supuesto, la imaginación del autor. Hernán Rivera Letelier, escritor chileno, lleva varios años dando pruebas de ser “un contador de historias”, como le gusta definirse. Su última novela, que se titula “El arte de la resurrección” (premio Alfaguara) es, seguramente, una constatación de supervivencia, de reinventarse continuamente hasta que llegase el día que los editores se tomaran en serio una literatura plagada de humor, surrealismo y tragedia. El Rivera Letelier niño en Talca y después en Antofagasta sobrevivía vendiendo diarios y después ya crecido trabajando en las minas de sal. Buscó su “Robin Hood”, en una emisora de radio que como premio daba de cenar a quién ganase un concurso de poemas. Rivera Letelier, que si cenó aquella noche, siempre ha dicho que comenzó a escribir por hambre y desde entonces sus historias se han ido plagando de héroes humildes, personajes que serían anónimos si no fuese por la imaginación, por la literatura. Y podemos comprobarlo si leemos cualquiera de sus obras, desde la que le dio fama internacional, “La reina Isabel cantaba rancheras” hasta la que nos ocupa o “La contadora de películas”

Siempre contadores o contadoras que como Manoel de Oliveira sigue sorprendiéndonos con la serenidad que dan sus 101 años. El cineasta portugués ha viajado a Cannes para presentar su última película "El “Extraño caso de Angélica” que narra la obsesión de un fotógrafo por una bella mujer muerta. Una historia melancólica y pesimista porque para Oliveira, la vida es solo eso, y también esperanza. Una esperanza que para él no acaba con la muerte, porque como decía Tolstoi, “sólo es una puerta de salida”.

Domingo 16 de mayo 2002

HOLLYWOOD. La era dorada de la industria deja paso a historias vacías y estrellas sin "glamour"


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Hollywood no volverá a sus orígenes. El cartel más conocido del mundo no caerá en manos de los especuladores inmobiliarios y no recuperará su condición primitiva ya que nació para promocionar una urbanización de lujo. No fue así y se convirtió en el símbolo de una de las industrias más poderosas del planeta. En una fábrica de dinero más que una fábrica de sueños.

Pero no podemos negar que a lo largo de la historia del siglo XX Hollywood nos hizo soñar. Primero en silencio y blanco y negro, después aprendiendo a hablar y finalmente llenando de colores las pantallas. Ahora con el 3D busca que el público vuelva a las salas. Nuevas fórmulas para animarnos a salir de casa y hacernos partícipes de la magia de la sala oscura, aunque mucho de lo que nos llega ahora nos reafirme en nuestra condición doméstica. Vemos más cine que nunca pero hemos cambiado la sala por el cuarto de estar, con pantallas cada vez más nítidas y sonido que nos envuelve.

Me decía no hace mucho Fernando Trueba que había visto 'La conquista del Oeste' en alta definición en casa de un amigo con una buena pantalla y un proyector y que nunca había disfrutado de aquella película con tanta calidad. Lo más grande, me decía, es que a pesar de las malas condiciones de las salas de nuestra infancia, lo defectuoso de muchas copias o los cortes intencionados de la censura, hemos sido capaces de amar el cine.

Y es que cuesta sustraernos a la vitalidad de un arte que nos tiene expectantes durante dos horas frente a la pantalla. Hay películas que nos hacen cerrar los ojos y no precisamente para soñar pero también un cuadro o una mala lectura. Hollywood ha creado iconos que son símbolos de la cultura de nuestro tiempo y además nos ha llevado a recorrer países o culturas lejanas. Ha hecho que hablemos con las estrellas de la pantalla y las incorporemos a nuestras vidas como las rosas púrpuras del Cairo de Woody Allen.

Hay un Hollywood dorado que siempre está ahí, que podemos recuperar en cada momento y disfrutar cantando bajo la lluvia, dejar las faldas a lo loco; viajar a Casablanca, tener miedo a los moteles y las duchas; o introducirnos, solos ante el peligro por el lejano oeste.

Pero hay otro Hollywood que sólo se nutre del dólar. Nos vende historias absurdas, secuelas y frivolidad; estrellas que al poco se estrellan y mentiras en historias vacías.

Ese Hollywood pervive en nuestros días y cada vez resulta más difícil rescatar algún título para que forme parte de la videoteca de nuestra vida. Tiene un efecto colonizador y se expande por todo el planeta. Ese cine vacío, lejos del glamour del pasado, copa las pantallas y apenas deja resquicio para que otras cinematografías puedan mostrar sus inquietudes o la manera de entender el cine.

Estos días he visto dos cintas: 'Fish Thank', película inglesa que habla de la desubicación de una adolescente de clase media baja en una ciudad dormitorio. Ganó el premio del jurado en Cannes; y 'Honeymoons', la primera película coproducida entre Serbia y Albania, que habla del conflicto entre estos dos países a través de dos parejas, en espacios diferentes, pero unidas por el mismo motivo: llegar a la Europa comunitaria. Es cine de hoy que aborda problemas de hoy y que sólo llega a algunas grandes ciudades y pervive gracias a los festivales. Hollywood sigue inmóvil en su colina. Pero ha cambiado. Fue sueño y ahora pesadilla, aunque todas sus películas no sean de terror.

Publicado 2 de mayo de 2010.En la voz de Cádiz