3/19/2010

MIGUEL DELIBES: Voz y Palabra de una tierra llamada España


Tengo una libreta negra, descuajeringada, con algunos nombres y números semiborrados por el paso del tiempo que, sin embargo, conservo, como un pequeño tesoro. Desde mil novecientos setenta y siete he ido engrosando ese pequeña libreta de teléfonos de escritores, cineastas u otras gentes del mundo de la cultura. Ahora, cuando la ojeó, se que hay muchos que han desaparecido, pero su dirección, el teléfono en el que escuchaba sus voces siguen ahí.
Nunca he querido borrar a los que se fueron, ni siquiera significarlos porque, de alguna manera, siempre tengo la sensación de que pueden decirme algo, aunque sea a través del recuerdo de sus voces y sus palabras. Todos ellos dieron vida a mis noticias y a la posibilidad de contarlas.
Me pasó el otro día con Miguel Delibes. Ahí, en mi libreta estaba su número 983 22XXXX, quizá se haya quedado corto o haya cambiado, pero esas nueve cifras que tengo en mi libreta me remontan a cuando le llamábamos para que nos hablase de su nuevo libro o de los premios que le dieron, seguramente todos los que podría obtener salvo el Nobel, ese injusto y sobrevalorado premio que caprichosa e interesadamente
se detiene, no siempre, en autores que poco después dejan de ser inmortales.
A Delibes no se puede decir que no lo hayamos leído. Está en las escuelas, en las bibliotecas, en las casas, en el campo que tanto amó o en las calles de Valladolid, en que la gente le paraba para preguntarle por el personaje de su última novela, por la temporada de caza, por la situación del equipo de fútbol de la ciudad o incluso por la salud de su familia. Era popular sin que lo buscase. Era el escritor de provincias que dibujaba en su literatura, su tierra,Castilla, y sus gentes. Era el autor universal que desde su prosa directa, sencilla, sin ambages nos trasmitía la fuerza de la palabra y del idioma español.
Sus personajes hablan con nosotros. Son cómplices de nuestras vidas.
Podemos reconocerlos fácilmente y dialogar con Azarías y su milana bonita; el señor Cayo y el deseo de ser libre; Menchu Sotillo, la viuda de Mario, y la insatisfacción; incluso la inocencia de Sisí y de la mirada de un niño llamado Quico. En su literatura hay un príncipe destronado pero Delibes no será nunca un autor destronado, ni olvidado.
Están sus libros y también aquellas películas que han podido plasmar su literatura. Alguna tan excelente como “Los santos inocentes”, que dirigida por Mario Camus, ocupa un lugar prioritario en la historia de nuestro cine.
Seguramente ahora que se preparan homenajes literarios o retrospectivas cinematográficas dedicados a Miguel Delibes, al escritor, al periodista le hubiese bastado con que los niños y los adultos abriesen las páginas de cualquiera de sus libros.
Yo he abierto la de mi libreta, que se va poblando de voces que se apagan, pero no me gusta aceptar el silencio.

Se publica en LA VOZ DE CADIZ,el 21 de marzo de 2010

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